Negociaciones en Catalunya

Junts plantea que ERC presida el Parlament para que Puigdemont opte a la investidura

Los independentistas exploran una mayoría que impida al PSC quedarse con el mando de la Cámara catalana

El PSC alerta de que se va por el "mal camino" si no se "respeta" el resultado del 12-M para configurar la Mesa del Parlament

La CUP se reunirá con Puigdemont, ERC y Comuns para tratar de impedir que el PSC presida el Parlament

PSC y ERC se dan tiempo y desvinculan el pacto por la Mesa del Parlament del de la investidura

ERC no descarta optar a la presidencia del Parlament pero cede la iniciativa al PSC y Junts

El expresident Carles Puigdemont

El expresident Carles Puigdemont / ZOWY VOETEN

Carlota Camps
Sara González
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El damero de la Mesa del Parlament empieza a moverse y lo hace con jugadas de riesgo para un PSC que considera que, tras los resultados del 12 de mayo, el independentismo no debería tener la mayoría del órgano que gobierna la institución. Pero el expresident Carles Puigdemont no da su brazo a torcer y el primer paso es asegurarse una presidencia independentista en la Cámara catalana que permita al líder de Junts, al menos, ser el primer candidato a la investidura. Esto le permitiría regresar a Catalunya como presidenciable y hacer el discurso como postulante a la presidencia de la Generalitat, a pesar de que previsiblemente no superaría la votación porque requiere de una abstención del PSC.

Con este objetivo, el partido de Puigdemont ya ha empezado las negociaciones para explorar si es posible una suma que cortocircuite una presidencia de los socialistas en la votación del 10 de junio, el día después de las elecciones europeas. Según ha podido saber EL PERIÓDICO, los posconvergentes plantean a ERC que sea un candidato republicano quien ostente la presidencia del Parlament, para amarrar así su apoyo, evitar que lleguen a un pacto con el PSC y los Comuns, y de paso, que Puigdemont pase por delante de Salvador Illa. De ahí que este jueves la CUP se reúna telemáticamente con Puigdemont.

Para los republicanos, que desvinculan el pacto de la Mesa del Parlament del de la investidura, es importante que el órgano que gobierna la Cámara garantice el voto tanto de su diputado Rubén Wagensberg -que reside en Suiza desde que el juez le investiga por terrorismo en la causa de Tsunami Democràtic- y sea sensible con la autodeterminación y las causas judiciales que afectan a dirigentes como Josep Maria Jové. Además, si es Puigdemont el primero en someterse a una investidura, el foco se centrará en si Junts logra o no una abstención del PSC, cosa que Illa ya ha dicho que no sucederá. En todo caso, los posconvergentes no podrían acusar a ERC de torpedear su intento, haya o no repetición electoral.

De momento, todos los negociadores se han recetado discreción, pero lo que se cuece entre bambalinas y que los anticapitalistas han verbalizado ha hecho saltar las alarmas en el partido de Illa, que este miércoles ya ha lanzado un sibilino mensaje a los actores independentistas. A su juicio, "se va por el mal camino" si no se "respeta" lo que expresaron los ciudadanos en las elecciones catalanas, además de asegurar que se "equivocan" aquellos que quieran "bloquear, estorbar y liar las cosas". Illa ha reaccionado así después de que la diputada de la CUP, Laia Estrada, haya afirmado en Catalunya Ràdio que su intención es negociar una Mesa "antirrepresiva" que desbanque al PSC de la presidencia, un cargo que no ha descartado que pueda ser para los republicanos.

En cambio, para el PSC, la Mesa tiene que ser representativa del resultado en las urnas, cosa que entienden que supone que el PP, como cuarto partido del hemiciclo, también tenga una silla que, por otro lado, garantizaría que no haya una mayoría independentista de la Mesa. Si no se puede atar un pacto global con ERC y los Comuns que incluya la investidura de Illa, la apuesta del PSC es que se repartan los puestos en función del peso de cada grupo. Si cada diputado vota al candidato de su propio partido, tres asientos serían para el PSC -incluida la presidencia-, dos para Junts, uno para ERC y otro para el PP.

El dilema de los Comuns

Sin embargo, si los independentistas alcanzaran un acuerdo, sumarían 59 diputados -los implicados excluyen de la ecuación a los dos parlamentarios de Aliança Catalana- y el PSC no tendría suficiente con los seis votos de los Comuns -se quedaría con 48- para hacerse con la presidencia del Parlament. Así que, inevitablemente, el partido de Illa tendría que recurrir a los 15 dirigentes del PP. Y si socialistas y populares llegaran a un pacto -que sumaría 57 diputados, dos menos que los independentistas- serían los Comuns los que tendrían en su mano decantar la balanza.

Aunque la formación de Jéssica Albiach optara por no mojarse y votara a su propio candidato, ganaría igualmente una presidencia independentista. Si, por contra, apoyara al candidato socialista, el PSC sumaría 63 apoyos y entonces sí se llevaría el gato al agua, de la misma manera que lo haría si Vox -con quien ni socialistas ni Comuns están dispuestos a pactar- optara por entrar en el juego con el argumento de cortocircuitar una mayoría de Junts, ERC y la CUP.

Pero los Comuns, que tratan de no ser el foco para que la presión recaiga sobre ERC, alegan que quedan aún muchos días y continúan recordando que sus resutados con los del PSC y ERC suman mayoría absoluta. Lo único en lo que todos coinciden es en que el desenlace no se conocerá hasta última hora.

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