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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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El 'procés' ni fue un suflé ni una revolución de las sonrisas

Carles Puigdemont con Jordi Turull y Gonzalo Boye

Carles Puigdemont con Jordi Turull y Gonzalo Boye

Se debate estos días con intensidad sobre el fin del llamado 'procés'. La expresión la acuñó el que fue conseller de la Presidència de Artur Mas, Francesc Homs, al que la historia no ha pasado factura del embrollo conceptual que organizó para intentar hacer de escudero de su jefe sin estar a la altura. Puesto en marcha como concepto político, acabó siendo un modo de vida. Procesistas y antiprocesistas coparon listas electorales, asociaciones, campaña millonarias, minutas de abogados y tertulias retroalimentándose para que la excepcionalidad se convirtiera en regla y, sobre todo, para que la fiesta no acabara nunca. 

Los dos grandes marcos de interpretación sobre lo se escondía detrás del procés han resultado inadecuados. No ha sido un suflé, un calentón de pujolistas que decidieron trasladar su nacionalismo romántico al dia a día de entre semana. Tampoco ha sido la revolución de las sonrisas. Sin caer en la exageración de considerarlo una rebelión, se han tensado las costuras de la legalidad y el Estado no se ha quedado quieto.

El procés ha sido una mala respuesta a algunos problemas reales, básicamente generados por la falta de liderazgo político y de instrumentos institucionales para hacer frente al paso de 6 a 8 millones de habitantes, el equilibro de poderes tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre un Estatut refrendado y el hundimiento de la clase media. Catalunya quedó desencajada y algunos prefirieron sacar rédito del desconcierto antes que responsabilizarse de su participación en el desastre. Mientras, la opinión publicada en España identificó cualquier empatía con esos problemas como una rendición intelectual con las soluciones extralegales. El grito desesperado de Puigdemont en el Arc del Triomf, “seguimos aquí”, es la mejor constatación de que resulta imposible seguir fingiendo que la exepcionalidad es alguna cosa más que su propia situación. Pero que nadie olvide que no sirve de nada sepultar los problemas porque si no se solucionan, vuelven.

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