Opinión |
Nueva etapa en Catalunya
Joan Tardà

Joan Tardà

Exdiputado de ERC.

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Una oportunidad para las izquierdas

Frente a un discurso perversamente destinado a ser transformado en odio político, ha ganado la voluntad de sacar adelante al país y de hacer posible un objetivo para cuya consecución tan imprescindible es el republicanismo independentista como el catalanismo no independentista

¡Bravo por ERC! ¡Comienza la partida!

Salvador Illa investido President de la Generalitat de Catalunya

Salvador Illa investido President de la Generalitat de Catalunya / REUTERS/Nacho Doce

Se intensifica el chaparrón contra una Esquerra que ha pagado cara la estrategia republicana de construcción de una solución del conflicto con el Estado compartida por el conjunto del catalanismo político que no obvie ninguna opción. Que no rehúya tampoco la imprescindible colaboración entre las izquierdas al entender que solo podrá materializarse si se avanza en equidad social y bienestar. Un calvario vivido por ERC, producto no solo de la represión judicial sino también del asedio mantenido por Junts y la ANC. Paradójicamente, a ambas organizaciones, el resultado final les ha sido contraproducente porque los ataques furiosos y desquiciados acabaron contribuyendo a decantar el debate interno dentro de ERC sobre cómo convertir la investidura de Salvador Illa en una oportunidad para ganar soberanía. Desconcierta, pues, que una vez demostrada la ineficacia de su comportamiento, el president Puigdemont se atreviera a hacer a ERC corresponsable de su posible detención y se sumara posteriormente al ataque contra el cuerpo de los Mossos perpetrado por el españolismo político a raíz de los eventos provocados por su presencia en Barcelona. Como inexplicable es que sus comunicadores orgánicos siguieran alimentando el discurso de una alevosía republicana. Relato perversamente destinado a ser transformado en odio político.

¡Pero no lo han conseguido! Ha ganado la voluntad de sacar adelante al país y de hacer posible un objetivo para cuya consecución tan imprescindible es el republicanismo independentista como el catalanismo no independentista. El hecho es que por primera vez desde la recuperación de las libertades, Esquerra y Comuns estarán implicados desde la oposición en el cumplimiento de unos pactos de investidura socialista, que, por ambiciosos, suponen un reto en cuanto a su materialización vistas las disensiones internas que ya han provocado en sus compañeros del PSOE y en Sumar.

Esquerra y Comuns estarán implicados desde la oposición en el cumplimiento de unos pactos de investidura que suponen un reto

En todo caso, el momento desprende optimismo porque venimos de una fractura política y emocional profunda y porque el paso hecho por el PSC ha sido tan atrevido como valiente el comportamiento de ERC. Que por ahora la nueva etapa política, inédita desde 1980, solo quede hilvanada por un acuerdo de investidura no la hace menos meritoria porque contiene compromisos tan novedosos como la creación de la llamada Convención Nacional para la resolución del conflicto en el camino de la construcción de una solución referendista y no obliga a las partes a ir más allá de sus posibilidades actuales. Prueba de ello es que cada una ocupará el rol que le corresponde en función de sus necesidades. Unos en el gobierno, otros en la oposición. Pero todos ellos interesados en poner grasa en los engranajes de su relación.

Salir reforzados

En cuanto a ERC, cabe remarcar que, a pesar de vivir una crisis interna de la que saldrá fortalecida solo si es capaz de celebrar cuanto antes un proceso congresual de excelencia, ha sido capaz de llegar a puerto pese a ir corta de vela. Inteligentemente, ha sabido deshacerse de los cantos de sirena de la confortabilidad de estar en el Govern. Un escenario que le hubiera permitido hacer menos empinado el momento actual por razones tan obvias como delicadas a la hora de mencionarlo, las cuales tienen que ver con la pérdida de capacidad logística al desaparecer su 'sottogobierno'. Los republicanos, sin embargo, en un ejercicio de honestidad política, optan por priorizar el higienismo desintitucionalizador. Encarar, al fin y al cabo, sin el lastre de las responsabilidades gubernamentales, las transformaciones necesarias que exige su alma municipalista, asumir los retos organizativos que reclaman las nuevas formas de relación con los partidos políticos que han aparecido en nuestra sociedad, reaccionar ante nuevos comportamientos electorales y prever los cambios que vivirá el sistema de partidos políticos de la Catalunya de la próxima década. 

Madurez de ERC reflejada en la felicitación dirigida al president Illa y al PSC y en la voluntad hecha pública de ejercer una oposición firme y vigilante, pero a la vez constructiva. Y madurez también en todo aquello que seguro formará parte del debate en su próximo congreso respecto a la exigencia de fortalecer la relación con los Comuns, a la voluntad de reencuentro con la CUP y a saber responder la pregunta de si hacer exitosa la izquierda nacional republicana exige ampliar su perímetro ideológico y militante al soberanismo no independentista.

Un guion que los candidatos a presidir el partido no tendrán que rehuir.