Opinión |
Tras la consulta a la militancia
Joan Tardà

Joan Tardà

Exdiputado de ERC.

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¡Bravo por ERC! ¡Comienza la partida!

Junqueras y Rovira, celebrando el viernes el retorno a Catalunya de la secretaria general de ERC

Junqueras y Rovira, celebrando el viernes el retorno a Catalunya de la secretaria general de ERC / ACN

¡Bravo por Esquerra! Bravo por un partido político que, a pesar de vivir momentos difíciles por la repetida pérdida de votantes, por las dificultades a la hora de metabolizar el vergonzoso escándalo de la propaganda de bandera falsa que tanta indignación ha provocado a militantes y ciudadanía, y por las incertidumbres ante el próximo proceso congresual (que difícilmente podrá retrasarse hasta el mes de noviembre porque el partido se juega la cohesión interna), ha sido capaz de ofrecer un ejemplo de participación (casi un 80%) y de debate desgraciadamente bastante inédito en el panorama de los partidos políticos actuales.

El resultado de la consulta, bastante ajustado, evidencia la magnitud y la trascendencia del que se dirimía. Porque, más allá de las arraigadas desconfianzas hacia la capacidad del PSOE para cumplir aquello acordado, pervive una estéril fractura emocional entre independentistas y socialistas 'post-procés', la metabolización de la cual solo podrá culminarse con una voluntad política, firme, generosa y sincera, de los protagonistas del acuerdo. Sin trampas, ¡ni de unos, ni de otros!

En todo caso, se ha impuesto una vez más el ADN republicano mantenido a lo largo de décadas caracterizado por haber optado siempre, a pesar de las dificultades inherentes a cada coyuntura histórica, por el escenario que ofreciera las condiciones más favorables para poder avanzar hacia la soberanía de acuerdo con las necesidades reales del país. La historia da fe: en 1980, al entender que Pujol era el líder más adecuado para la construcción de la Generalitat autonómica, para superar posteriormente la patrimonialización de Catalunya hecha por parte de CiU; haciendo realidad los gobiernos Maragall y Montilla para conquistar un nuevo Estatut vía apoyo a Rodríguez Zapatero; conformando en 2015 Junts pel Sí para arrastrar Artur Mas al independentismo; asumiendo la organización del referéndum del 1-O dos años más tarde y, a pesar de la represión, invistiendo Pedro Sánchez a cambio de indultos, de amnistía y de explorar una vía de diálogo y negociación con la izquierda española para una resolución del conflicto.

Y ahora queda abierta una nueva página de este mismo relato, que lleva por título la consolidación de la estrategia republicana basada no solo en la “confrontación” con el PSC, tal como quedó reflejado en el compromiso reflejado desde la última noche electoral cuando se anunció que ERC pasaría a la oposición, sino también en la “colaboración”, la veracidad de la cual es testigo el acuerdo refrendado.

Que el PSC asuma la preservación de buena parte de la obra del gobierno Aragonès, que se corresponsabilice del camino hacia el 'concierto', que se comprometa en el blindaje del modelo educativo catalán y que apueste por la creación de una Convención Nacional para la resolución del conflicto con el Estado justifican la autoestima de la militancia republicana. De igual manera que exigirá al 'president' Illa a estar a la altura del reto de lograr el fin propuesto: que el conjunto del catalanismo salvaguarde la catalanidad, que nuestro país logre un nivel más alto de justicia y cohesión sociales, hoy en día en jaque por culpa del expolio fiscal, y se sepa construir, entre todo el catalanismo político, una solución que no excluya nadie, que no descarte ninguna opción y que pueda someterse a referéndum.

El republicanismo ha optado por el camino difícil: ser propositivo y constructivo. Ojalá la valentía de las bases de ERC aliente al resto de fuerzas catalanistas, en el gobierno o en la oposición, a actuar con el mismo patriotismo.

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