Opinión |
Guerra Rusia-Ucrania
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

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Kursk, una incursión ucraniana sin mucho futuro

La penetración de las tropas de Kiev sirve para tratar de cambiar la imagen negativa que el paso del tiempo va transmitiendo sobre los agobios de Ucrania ante el empuje ruso y para elevar puntualmente la moral de su propia ciudadanía

Incursión protagonizada por milicias rusas proucranianas en las regiones de Bélgorod y Kursk.

Incursión protagonizada por milicias rusas proucranianas en las regiones de Bélgorod y Kursk. / EFE/ RUSSIAN DEFENSE MINISTRY HANDOUT

Ni es tan novedosa, ni parece que tenga peso suficiente para cambiar el signo de la guerra. Antes de la actual incursión terrestre en la región de Kursk, las fuerzas de Kiev ya habían atacado diversos objetivos militares en territorio ruso con drones y misiles, incluso a centenares de kilómetros de la frontera común, y unidades paramilitares habían entrado por tierra en zonas de la región de Bélgorod. La novedad, por tanto, se reduce a que, en esta ocasión, la penetración ha sido realizada por tropas regulares (aunque Kiev no lo confirme oficialmente).

Es, obviamente, una acción tácticamente llamativa, pero muy limitada en su alcance. Hasta donde se sabe, apenas se trata del avance de un millar de soldados, dotados de vehículos blindados, que han logrado tomar momentáneamente algunas aldeas y controlar unos 45 km2 de territorio ruso. Basta recordar que el frente de batalla se prolonga a lo largo de unos 1.100km de longitud y que ambos bandos despliegan actualmente varios cientos de miles de soldados, para entender que su impacto en el desarrollo de la contienda es muy reducido.

Por lo que respecta a Ucrania, ya es sabido que está prácticamente al límite de su capacidad para sostener la embestida rusa y se enfrenta a numerosos problemas para reclutar más efectivos. Eso significa que, salvo que desguarnezca otras partes del frente, no tiene unidades disponibles para ampliar la brecha y crear una base de partida para abrir un nuevo frente en pleno territorio ruso. En cuanto a Rusia, es cierto que la acción ucraniana le obliga a detraer unidades de otros lugares del frente para taponar el hueco producido en su primera línea; pero, dada su superioridad numérica y su menor preocupación por las bajas propias, eso tan solo le supondrá retrasar puntualmente los planes de la ofensiva que está desarrollando principalmente en diversas partes del Donbás.

La penetración, en definitiva, sirve para tratar de cambiar la imagen negativa que el paso del tiempo va transmitiendo sobre los agobios de Ucrania ante el empuje ruso y para elevar puntualmente la moral de su propia ciudadanía. Transmite igualmente que Kiev sigue empeñada en luchar por su supervivencia, aprovechando creativamente todas las bazas que tiene a su alcance para demostrar a sus aliados occidentales su alto nivel de operatividad, así como para entorpecer en lo posible los planes de Moscú. Pero militarmente sería ilusorio interpretarla como una señal de que algo así cambiará la dinámica de la guerra. El tiempo corre a favor de Rusia, y ni la llegada de los aviones F-16 ni acciones tan notables como la implicación de Kiev en la emboscada que los mercenarios rusos del grupo Africa Corps (junto a tropas sahelianas) sufrieron hace unos días en Mali pueden lograr por sí solos la recuperación de la iniciativa en el plano estratégico. También carece de base realista suponer que la incursión busca adquirir territorio ruso para un posterior intercambio por zonas que Moscú controla actualmente en Ucrania (en torno a 110.000 km2).

Por esa razón, ni cabe suponer que los aliados occidentales vayan a abandonar completamente a Kiev por tomar iniciativas no acordadas previamente, ni tampoco es previsible que Rusia desencadene una escalada general por un revés puntual que en las dimensiones actuales apenas sirve para ocupar por un día la atención mediática y para mostrar la desfachatez del régimen de Putin reclamando al Consejo de Seguridad de la ONU que tome medidas para hacer frente a las provocaciones ucranianas.

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