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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Investidura de Illa, pero...

Una 'pinza fáctica' entre Puigdemont, que vuelve para ser detenido, y la orden del Supremo, puede despender la sesión del Parlament

Rull propondrá que el pleno de investidura de Illa se celebre este jueves a las 10:00h

Rull propondrá que el pleno de investidura de Illa se celebre este jueves a las 10:00h

El 12 de mayo se votó. Ya no es primavera, pero ya hay la mayoría absoluta necesaria (68 escaños) para investir este jueves a Salvador Illa. Pero muchas informaciones -con origen en Junts- indican que Puigdemont se presentará en la sesión de investidura (lo anunció en campaña electoral) y será detenido por la orden vigente del Supremo. Entonces, como protesta a la no aplicación de la amnistía, se podría suspender la investidura.

Puigdemont hizo esa promesa en campaña y como arma electoral. Pero el PSC le ganó las elecciones (42 a 35 escaños) y el independentismo perdió, por primera vez en muchos años, la mayoría. La única salida para no repetir elecciones era el pacto del PSC con ERC, dos partidos distintos (constitucionalista uno, independentista el otro) que además estuvieron muy enfrentados en 2017. Y es un pacto positivo, por los números (no hay otra mayoría políticamente factible) y porque el progreso y bienestar de Catalunya exige superar los bloques de 2017. 

Junts quiere retrasar y complicar la investidura porque el pacto PSC-ERC ha abortado su apuesta por una repetición electoral. Incluso acusa a ERC de la posible detención del expresident

Pero este pacto va contra los intereses de Puigdemont que con este Parlament no puede ser investido y apuesta por la repetición electoral. Por eso, para presionar a ERC, repitió su promesa. ¿Os atreveréis a hacer presidente a Illa, justo cuando yo vuelva y sea detenido por orden del Supremo?

Pese a ello ERC -de la mano de Marta Rovira- ha llegado a un acuerdo nada fácil con el PSC que ha sido avalado por los militantes republicanos y que -pese a los problemas que puede generar- supondrá una gran mejora para la financiación de Catalunya. Quizás el mayor salto en la soberanía en 47 años como afirma Pere Aragonès. Pero para Puigdemont es una mala solución, quiere hacerse detener y -como mínimo-retrasar y complicar la investidura de Illa. Pese a que se lo han desaconsejado incluso exconsellers de Junts como Jaume Giró. 

A ningún político le gusta perder y Puigdemont no se rinde, es astuto y sabe vender el producto. Pero negar la realidad -no hay mayoría soberanista y el 53% (contra el 40) no quiera la independencia según la propia Generalitat- no tiene buenas consecuencias. Para nadie.

Puigdemont y Junts no son Catalunya, sí una parte importante de ella (19,4%). No pueden hablar en nombre de todos. Cierto que en 2017 fue destituido por el 155, que él considera ilegal, pero la historia nunca tiene marcha atrás. Y nunca ha ganado las elecciones. En el 2015 ganó Junts pel Si (CDC y ERC) con Romeva de número uno y Mas de candidato. Pero la CUP quiso enviar a Mas a la papelera de la historia y Puigdemont fue el suplente. En el 2017 ganó a Junqueras en un duro duelo, pero fue superado por la “españolista” Inés Arrimadas. Y en el 2024 ha perdido ante Illa y Aragonès. 

Tampoco tiene sentido que, tras años de no dejarse atrapar por el Supremo, vaya a hacerlo ahora -cuando la ley de amnistía se acabará imponiendo- para levantar acta de que el Supremo no se la aplica, que ERC se ha equivocado (o peor) y acusarla de ser la culpable de su detención. ¡Qué disparate!

El amor propio y la ambición son cualidades relevantes en todo político con aspiraciones, pero no se pueden confundir los sueños y la realidad. Y los infortunios también son realidad. 

Y no sería lógico que una “pinza fáctica” entre Puigdemont y el Supremo, sirviera para retrasar y complicar la voluntad del Parlament. Sí, la política hace extraños compañeros de cama. Y resulta que ni a Puigdemont ni a la derecha de Madrid -¿raro?- les gusta que por primera vez desde 2010 -antes del 'procès'- un constitucionalista vuelva a presidir la Generalitat. 

En 2017 Salvador Illa apoyo el 155 mientras Marta Rovira lloraba por si Puigdemont no proclamaba la independencia. Que ahora Illa y Rovira -entonces tan enfrentados- hayan sabido pactar es una buena noticia. Quizás Catalunya vuelva a ser pactista. 

Pase lo que pase este jueves, todo debe resolverse pronto. Además, guste o no al Supremo, la ley de amnistía es hoy ley, pues ha sido aprobada por las Cortes españolas. Y además, como ha escrito Ernesto Ekaizer, el auto del Supremo que no considera amnistiable la malversación está recurrido. Por lo tanto, no es firme.

Pero, sea como sea, nada debe poder impedir que el Parlament -en el marco de sus legítimas atribuciones- vote una investidura que tiene mayoría.  

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