Opinión | Apunte

Joan Tapia

Joan Tapia

Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

Salvador Illa: "Pas a pas"

La aprobación por las bases de ERC del pacto de investidura con el PSC evitará la repetición de elecciones y puede abrir una nueva etapa en Catalunya

El candidat del PSC, Salvador Illa, al Parlament l’11 de juliol.   | DAVID ZORRAKINO / EUROPA PRESS

El candidat del PSC, Salvador Illa, al Parlament l’11 de juliol. | DAVID ZORRAKINO / EUROPA PRESS

La decisión de los militantes de ERC de respaldar el pacto con el PSC y permitir la elección de Salvador Illa como president de la Generalitat es relevante. Alguien dirá -vicio tan catalán como español- que es un hecho histórico. Pero no, es sólo un paso -importante- hacia la normalización. Para que las diferencias entre catalanes sean cada vez menos una querella identitaria y para que domine la racionalidad en las relaciones entre Catalunya y el gobierno de Madrid. 

La decisión de ERC, muy trabajada por Marta Rovira y casi toda la dirección del partido, es relevante porque evitará -si nada nuevo lo impide- otra repetición electoral que podría no solucionar nada ya que la situación que apuntan las encuestas sería parecida: ausencia de mayoría constitucionalista y pérdida, por primera vez en muchos años, de la independentista. 

Ahora, la formación de un nuevo Govern permitirá abordar muchos problemas arrastrados. El Govern Aragonés ya fue una inflexión respecto a la etapa Torra, pero quedó muy afectado por la ruptura de la coalición con JpC. Y la elección de Illa -buen ministro de Sanidad en momentos convulsos- debería ser apreciada por el constitucionalismo del resto de España.

También es relevante porque Catalunya asume que debe ser gobernada -no hay otra solución posible- por un pacto de investidura del PSC y ERC -dos partidos distintos y muy enfrentados en el 2017- con el apoyo de los comunes. Es un pacto con la realidad. Por primera vez desde el 2010, con José Montilla, Catalunya tendrá un president socialista y constitucionalista. Y con los votos independentistas de ERC. Ya fue así con Pasqual Maragall y José Montilla. Es algo que tras los largos años de radicalización no ha sido fácil. Y que haya sido votado sólo por el 53,5% de la militancia de ERC pese al apoyo de toda la dirección -con la ambigüedad de Junqueras- lo corrobora.

Pero Illa no lo tendrá fácil. Gobernar en minoría no lo es y hacerlo en un país muy plural, con ocho grupos parlamentarios, implica saber pactar. Y pactar exige renuncias y cesiones que no gustarán ni a socialistas ni a republicanos. Pero en Catalunya hay un amplio consenso -incluso en patronales y sindicatos- para un cambio del sistema de financiación. No puede ser que -en base a la solidaridad interregional y a que los impuestos los pagan las personas y no los territorios- Catalunya sea la tercera comunidad en aportar recursos al Estado y la décima (peor si contamos el coste de la vida) en recibirlos

Pero pasar a una financiación propia para Catalunya o a un concierto económico solidario no es una asignatura normal. De entrada, exigirá una reforma de la Lofca (ley de financiación autonómica) que requiere mayoría absoluta en el Congreso y no es nada seguro -ya hay declaraciones contrarias- que todos los grupos que apoyaron la investidura de Sánchez la respalden. Y según el redactado podrá argumentarse que exige una reforma previa de la Constitución. 

No es previsible que el PP la apoye, pero sería necesario evitar lo que pasó con el Estatut del 2010, que el conflicto con el PP lo hizo naufragar. Recordemos que Carod-Rovira ya puso entonces gran empeño en lograr el apoyo de Josep Piqué. Y quizás lo más relevante, Catalunya, con la cuota de solidaridad autonómica -que forma parte del pacto- y el Gobierno Sánchez tendrán que encontrar fórmulas para que otras autonomías no resulten perjudicadas. La reforma no pasará si tiene un frente en contra de comunidades populares y socialistas como Andalucía, Valencia, Castilla-La Mancha y Asturias. 

Estamos pues ante un cambio con riesgos que exige mucho diálogo. Incluso con JpC que, quizás sólo por el momento, se ha mostrado contraria al pacto. Pero si la reforma embarrancara todo podría descarrilar. Ni el PSC, ni ERC, ni Sánchez, ni incluso Feijoo pueden no tener en cuenta el precedente de Estatut.

Me dicen un conocido empresario que, dando por segura su presidencia, felicitó a Illa por sms la noche del 12-M y que este contesto: “pas a pas” (paso a paso). Pues eso, ahora toca el mensaje de investidura y luego un Govern amplio (no implica numeroso) que inspire mucha confianza en Catalunya y el máximo respeto en toda España. El resto no se dará por añadidura, pero por ahí toca empezar

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