Opinión | Marc@Royo

Marta Royo Espinet

Marta Royo Espinet

Economista y publicista

Las líneas rojas en la publicidad

Las campañas sin control y sin propósito específico deberían estar prohibidas. En publicidad no todo debería valer

Meta engloba Facebook, Instagram i WhatsApp. | SEBASTIEN BOZON

Meta engloba Facebook, Instagram i WhatsApp. | SEBASTIEN BOZON / EL PERIÓDICO

En publicidad, llamamos "líneas rojas" a los límites éticos, legales y morales que no deberían traspasarse nunca: pautas o normas (reguladas por leyes y códigos) que aseguran que la publicidad sea honesta, respetuosa y, sobre todo, no engañosa. La información proporcionada debe ser verdadera y contrastada, debe respetar a todo el mundo y no debe contener contenido ofensivo, discriminatorio o que incite al odio. Tampoco deben explotar la ingenuidad de los niños para inducirlos a comportamientos inadecuados. También entran la privacidad de las personas y la competencia desleal (falsas declaraciones sobre la competencia).

Una vez hecha esta pequeña introducción, os quiero hablar de una campaña que me encontré hace unos días paseando por la red. Una campaña digital que vi en Meta (Instagram y Facebook) de un producto entresaca, del laboratorio 'No Worries', en la que el mensaje que te transmite es que puedes destrozarte el hígado bebiendo “a saco” y sin problema, porque con una pastilla milagrosa 'tipo Lourdes' te lo solucionan.

La promesa es que la píldora "emborráchate sin peligro" cuida tu salud y previene los síntomas de la resaca, porque está formulada con ingredientes naturales que te ofrecen un soporte integral durante una noche de consumo de alcohol, ya que regenera el hígado y reduce los síntomas de la resaca en al menos un 50%. La campaña publicitaria tiene la osadez de decir que disfrutes de la noche (bebiendo) y aproveches el día (disfrutando).

Al ver esta campaña, pude compartirla por LinkedIn charlando de forma virtual con dos de los grandes de la docencia en esta materia, Josep Maria Picola y Marc Compte Pujol. Entre nosotros y otros que se añadieron, se creó un debate interesante en el que todos, afortunadamente, opinábamos de manera parecida.

La importancia del control

Por suerte, el nuestro es un oficio a menudo controlado, regulado e, incluso, autorregulado. Pero el problema es que de vez en cuando alguna empresa se salta las normas y se descuelga sin ningún tipo de rigor ni medida con campañas de publicidad (por llamarlas de alguna manera, aunque no siguen ninguno de los criterios para serlo) como esta, en las que se perjudica claramente nuestra profesión. Porque, señores, en publicidad, no todo se vale. Y más hoy en día, que todo se acaba sabiendo. 

Las campañas de publicidad sin control y sin propósito específico deberían estar prohibidas. No solo son ineficaces, sino que también pueden inducir a graves errores, generando confusión entre los consumidores con consecuencias negativas para la marca, para el sector y para nuestra profesión. Publicitarios: encarguémonos de comunicar promesas verdaderas. Siempre. Y en todo lugar.

Entre todos, publicitarios y no publicitarios, debemos seguir identificando este tipo de anuncios desafortunados y peligrosos a partes iguales, para denunciarlos y censurarlos públicamente. No todo vale, y con temas que afectan a la salud hay que ser especialmente cuidadoso con el uso de palabras.

Yo me pregunto... ¿por qué en otros sectores, si levantas la voz un poco más de lo que toca, según cómo, te esposan y vas a parar a la cárcel? Campañas como estas son éticamente deplorables y me parece que del todo ilegales. Los nuevos medios eluden con mayor facilidad las restricciones aplicables a la publicidad de productos que van directamente a mejorar nuestra salud y bienestar. Con poner según qué etiqueta no basta. Marcas y campañas que llegan a los más jóvenes, un colectivo que consume mensajes y, por tanto, productos, sin cuestionar sus consecuencias. Empezamos a entrar en un nuevo problema social; la era del "todo vale" y del "nos lo tenemos que creer todo". En publicidad NO TODO DEBERÍA VALER, y mucho menos cuando hablamos de salud y nos dirigimos a audiencias influenciables como pueden ser los jóvenes o las personas mayores. Colectivos que pueden no estar bien informados sobre los riesgos asociados a según qué tipo de productos.

Hago un llamamiento general para empezar a tomar conciencia en lo que comunicamos y en lo que consumimos, y en concreto a las plataformas digitales para que empiecen a asumir responsabilidades en la supervisión y la eliminación de contenido ilegal. Sobre todo, y lo enfatizo, en las plataformas digitales que es el medio que más va por libre. 

Y yo seguiré trabajando para que se hable, lo que he pretendido con estas cuatro líneas.

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