Opinión | Marc@Royo

Marta Royo Espinet

Marta Royo Espinet

Economista y publicista

El partido de la esperanza*

La transformación de un partido político en una marca pide reflexión y esfuerzo para clarificar ideas y, por tanto, confianza en nuevos perfiles profesionales.

Partido de la esperanza

Partido de la esperanza

Bienvenidos al tercer (y espero último) capítulo de mi serie sobre política, de los últimos meses, donde exploro el intrigante mundo de la política a través de la lupa de la publicidad y el 'branding'. Como ya sabéis, soy publicista y, aunque mi columna se suele centrar en temas de comunicación de marcas, hoy volveremos a hablar del ámbito político, justo a media campaña electoral de las elecciones europeas. En los anteriores episodios ya hemos hablado cómo las técnicas publicitarias pueden revolucionar las campañas políticas y, en esta tercera entrega, profundizaré en cómo los partidos políticos pueden (de hecho, deberían) transformarse en marcas. Y por qué deberían asesorarse con publicistas y no solo con politólogos o periodistas.

Hoy es 3 de junio y, a pesar de parecer extraño, volvemos a estar inmersos en una campaña electoral. La de las europeas. El próximo domingo tocará volver a votar. Diferentes candidatos, mismos partidos, similares argumentos, ambiguos contenidos y de nuevo campañas con poca conexión con el electorado. 

¿Qué está pasando con un panorama político saturado y una sociedad desencantada? Para volver a destacar, ¿no creéis que los partidos necesitarían evolucionar y cambiar de estrategia? Un enfoque similar al de las marcas, no solo fortalecerá la lealtad y la confianza en el partido, sino que lo hará entre la sociedad.

Sigamos con el paralelismo. Si la visión y la misión de una marca son la base de su identidad, la visión y misión de un partido político deberían ser los pilares sobre los que se construyen sus ideas. La visión debería representar la imagen de futuro que el partido quiere conseguir. Inspiradora, clara, reflejando un propósito trascendente que motive tanto a sus miembros como a sus votantes potenciales. La misión, por otra parte, debería describir el camino que el partido quiere seguir para alcanzar esta visión (la hoja de ruta). Específico, indicando los objetivos a medio y largo plazo. 

Coherencia y autenticidad

Si para construir una marca fuerte, la coherencia y la autenticidad son esenciales, para construir una marca política fuerte, son condición 'sine qua non'. Es necesario que los mensajes del partido sean consistentes en todos los canales de comunicación, para fortalecer la identidad del partido y facilitar el reconocimiento entre los votantes. Los líderes y portavoces del partido deben actuar como embajadores de la marca, proyectando confianza y credibilidad. Es fundamental que sus acciones y declaraciones reflejen la misión y los valores del partido, ya que cualquier discrepancia puede erosionar la confianza del público. ¿Partido político, candidato político convertido en marca personal? Sí, y exitosa, que también conecte emocionalmente con la sociedad. Los partidos deben escuchar, entender preocupaciones y responder de manera empática y efectiva. 

En un entorno político en constante cambio, la capacidad de innovar y adaptarse es crucial. Los partidos deben estar al lado de las tendencias actuales y ser flexibles para ajustarse a las nuevas realidades (inmigración, abusos o agricultura). Esto incluye explorar nuevas formas de comunicación y ser receptivos a las críticas.

Marcas poderosas

Para futuras campañas (en las europeas volvemos a llegar tarde) los partidos políticos que se esfuercen en convertirse en marcas personales fuertes estarán mejor posicionados para captar la atención y el apoyo de los votantes. Para transformar la manera en que los ciudadanos perciben y se relacionan con los partidos, de forma más dinámica y conectada con la sociedad. Pensemos en marcas como Apple o Nike, que no solo venden productos, sino que han creado auténticos movimientos y experiencias. Sin embargo, los partidos políticos pueden convertirse en marcas poderosas que inspiren y movilicen a los ciudadanos, no solo a través de sus políticas (que también), sino además mediante una identidad y una narrativa coherentes y atractivas.

La transformación de un partido político en una marca pide reflexión y esfuerzo para clarificar ideas y, por tanto, confianza en nuevos perfiles profesionales. Solo así podrán diferenciarse en un entorno competitivo y conseguir una conexión real con los votantes. ¡A ver cuándo volverá a aparecer ese partido que nos dé esperanza y nos proponga ilusión para volver a ir a votar con ganas!

Fin de la serie. El mes próximo, volveremos a hablar de actualidad en clave de marca no política...

*Nombre, eslogan y logotipo inventado y diseñado por mí para este artículo.