Opinión |
Limón & vinagre
Josep Maria Fonalleras
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Marine Tondelier, la ecologista verde de las americanas verdes

Marine Tondelier, de Les Ecologistes.

Marine Tondelier, de Les Ecologistes. / REUTERS/Abdul Saboor

La diferencia que existe entre un verde 'prairie' y un verde 'gazon' es muy difícil de apreciar si no eres un estilista de moda. El primero es algo más oscuro, más de bosque, y el segundo se asemeja más a un jardín con césped. Pero hay versiones para todos los gustos, de tal modo que el 'prairie' puede ser más claro y el 'gazon', algo más oscuro. También ocurre con las americanas que lleva Marine Tondelier desde que en diciembre de 2022 se hizo cargo de la secretaría general de los Verdes franceses (Europa Ecología Los Verdes , EELV), conocidos como los Ecologistas. Si rascas un poco en la hemeroteca, puedes descubrir que Tondelier siempre ha tenido predilección por el verde (blusas, camisas anchas usadas como chaquetas, camisetas), pero resulta que es a partir de la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas cuando ha impuesto un estilo tan definido y tan popular que incluso tiene un perfil en X: 'Les vestes vertes de Marine Tondelier'. Sus americanas se han convertido en un paradigma visual tan reconocido que los propios compañeros le han advertido que ya era suficiente: "Los 'écolos' me dicen que la ecología no se resume en el color de una americana”. Quizás no.

Tondelier ha conseguido un papel decisivo en la estructura del NFP (Nuevo Frente Popular) gracias a su empuje político, fundamentado en varios años de oposición (desde 2014) a Steeve Briois, el alcalde de extrema derecha, en el feudo de Marine Le Pen en el Pas-de-Calais. En el pueblo de Hénin-Beaumont, depauperado, de raíces mineras, Tondelier ha luchado contra la ferocidad dialéctica del Frente Nacional y de su versión actualizada, el Reagrupamiento Nacional (RN), contra acciones como un documento que exhibía "un municipio sin inmigrantes", contra ataques a organizaciones en favor de los Derechos Humanos y, no podía faltar el toque ecologista, en contra de la tala de una cuarentena de tilos centenarios.

Por eso, cuando el RN ganó esa primera vuelta y cuando toda la izquierda vivía en un estado de estupor, ella hizo valer su condición de viajera en el tiempo. Vengo del futuro, es decir, yo ya sé qué significa que mande la extrema derecha: "Os llevo diez años de ventaja". De su experiencia municipal emergió un libro, 'Les nouvelles du Front. La vie sous le Front National', donde explica, en un juego de palabras, las noticias desde el campo de batalla, es decir el día a día de una concejala en minoría, que vive a 200 metros del ayuntamiento y que sufre acoso ideológico y personal en un pueblo en el que, “si naces allí, tienes la perspectiva de cinco años de vida menos que un parisino”. La manera de enfrentarse a la extrema derecha la resume en estos tres principios: “Nunca bajes la cabeza; nunca bajes los ojos; no te rindas nunca”. Y en un corolario: “Nunca te pongas a su nivel, es como una pelea en el barro con un cerdo: es su deporte preferido y tú acabarás sucio y embarrado; derrótales con sentido del humor”. Especialista en sanidad pública, Tondelier trabajó cinco años en una entidad que vela por la calidad del aire.

Decíamos que la ecología no puede concentrarse solo en un color. Pero el color de las americanas (“ya son más famosas que yo”) de “la otra Marine”, como la han bautizado los medios, ha tenido también efectos electorales. Ella fue una de las primeras impulsoras del NFP y, con el paso de los días, risueña, joven y tenaz, pero también sin vergüenza para expresar sus sentimientos (ha llorado varias veces ante las cámaras), ha convertido la vestimenta en un activo que la periodista Elizabeth Pineau, especialista en la moda y apariencia de los políticos, ha afirmado que “ayuda a la claridad de su mensaje y a su credibilidad; su 'blazer' cruzado es el de una mujer fuerte, que manda”.

Cuando empezó la primera vuelta de la campaña, llevaba una americana entallada de la marca Sessùn, de segunda mano. En medio del ruido de los pactos para detener el RN, pasó cuatro días y cuatro noches “casi sin dormir”. No tuvo tiempo de cambiar el modelo, que ya estaba descosido y raído en las mangas. Pidió a un amigo que le comprara otra, esta vez de The Kooples, de un verde más claro, más ancha. Valía 395 euros, pero al cabo de unos días, en las rebajas, pasó a 156. "Si lo llego a saber", ha dicho, "me habría esperado; es la prenda más cara de mi armario”. Entre el bosque y el jardín, Tondelier ha impuesto el verde como emblema subliminal de esperanza. Ahora falta (y ella sabe de qué va) que procure por un aire más limpio. Así, en general y en particular.

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