Adiós a la improvisación
No solo me cuesta proyectar mi ilusión por algo que pasará en 2025, sino que me genera ansiedad y una lógica sensación de irrealidad
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Archivo - Calendario. / EUROPA PRESS - Archivo
Hace un año y medio compré unas entradas para un concierto que tendrá lugar en diciembre de 2024. Ni me acordaba, me he dado cuenta hoy, por casualidad, mientras me apresuraba a apuntar en la agenda una cita médica programada para ese mismo día.
No soy fan antológica del grupo en cuestión, ni una 'groupie' de manual, los escuché una temporada, cuando sorprendieron con un estilo personal que sonaba francamente bien. Sus canciones se escuchaban a todas horas, los premios les llovían y justo en ese momento anunciaron una apoteósica y exclusiva gira con fecha en Barcelona. El márketing y la sensación de estar ante un acontecimiento imperdible hicieron el resto.
Dieciocho meses después, apenas escucho su música, no me parece tan originales y el grupo en cuestión anda desaparecido preparando un nuevo trabajo discográfico del que se espera demasiado.
No son las únicas entradas que he comprado con meses de antelación, también me espera una obra de teatro en marzo de 2025 y algún concierto más en noviembre de este año. Supongo que será una alegría cuando llegue… Si nada me impide ir.
La industria cultural en general y especialmente la musical nos ha arrancado la capacidad de improvisar, de regalar, de emocionarnos con un plan. No solo me cuesta proyectar mi ilusión por algo que pasará en 2025, sino que me genera ansiedad y una lógica sensación de irrealidad. Estoy comprando la posibilidad de ir más que la certeza de hacerlo.
Nuestro tiempo libre se ha convertido en el menos libre que existe. Hipotecamos nuestros planes futuros a decisiones del pasado y a situaciones personales que son como los intereses: variables. Lo hacemos con la cultura y también con los amigos. Programamos encuentros y comidas a meses vista sin ni siquiera plantearnos la posibilidad de un café improvisado para ponernos al día.
No sé lo que me apetecerá hacer en seis meses, pero sí sé exactamente dónde estaré, a qué hora y con quién. Me apetezca o no. Estaré en un concierto porque así lo decidí y lo pagué hace año y medio.
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