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Josep Maria Fonalleras
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Xavier Grasset: persistir en el gozo

A lo largo de su carrera ha hecho de todo y ha sabido combinar la jovialidad y la ironía con una seriedad que nunca ha sido ampulosa

Xavier Grasset invitará a tomar un café en las tardes de TV3 y Marina Romero se queda el ‘Més 3/24’

XAVIER GRASSET Farga Beethoven (Beethoven, 3).

XAVIER GRASSET Farga Beethoven (Beethoven, 3).

Hace unos años, José Saramago, que ya había recibido el premio Nobel, visitaba la Universitat de Girona para recibir un reconocimiento académico. Ese día, Catalunya Ràdio incorporaba a su parrilla un programa dedicado en exclusiva a la cultura y a los libros. Quizás incluso se trataba, ahora no lo recuerdo a ciencia cierta, de toda una programación, en un nuevo dial. El periodista que entrevistaba a Saramago, emocionado, le hizo saber la buena nueva y preguntó al Nobel qué pensaba. "Es un desastre", dijo, "un error colosal". El periodista se quedó helado. Imaginaba un elogio encendido del portugués y se encontró con un cubo de agua fría, que Saramago justificó así: “No se puede dejar la cultura acurrucada en un gueto al que debes ir expresamente para que te hablen de libros; los libros deberían formar parte de la actualidad”.

No estoy seguro de que Xavier Grasset tuviera noticia de esas palabras de Saramago cuando decidió incluir un espacio libresco en su 'Més 324'. En cualquier caso, hizo suyas las preocupaciones del escritor: “Hablamos de libros como algo normal, del día a día, no como en un gueto”. A lo largo de más de 1.500 programas, cada noche, han desfilado por el plató novelistas, poetas, ensayistas, dramaturgos, historiadores, filósofos y toda la fauna del mundo editorial que podáis imaginar. Desfilar es utilizar un tópico. De hecho, se han sentado en unas sillas, en primer plano, para hablar y hablar, para reír y emocionar, para reflexionar o llorar frente a una media de unos 120.000 espectadores. Todas las noches. Es lo más parecido al mítico 'Apostrophes' del malogrado Bernard Pivot que se ha hecho nunca en Catalunya. Cuando Grasset hablaba de un libro, al día siguiente era el más solicitado en las librerías. Dejando a un lado los excelentes monográficos de Anna Guifré y otros ejemplos memorables, las pastillas literarias de Grasset han definido una forma de comentar la jugada que se alejaba de la prosa barata y grandilocuente y que tenía unas altas dosis de complicidad. Grasset, en todo este tiempo (desde 2015), ha hecho un ejercicio singular: se ha leído los libros y ha establecido un vínculo amable con el autor, que, sobre todo, se ha sentido apreciado. Así, en líneas generales, porque ha habido de todo y porque "autor", como concepto, esconde personalidades muy diversas. Grasset se ha reído y ha llorado, ha creado un clima (también en la tertulia política) y ha vivido escenas hilarantes o dolorosas, como la noche que entrevistaba a Antoni Bassas mientras sabía que su hermano se estaba muriendo, o cuando tragó saliva sentimental en la entrevista en la que Daniel Vázquez Sellés hablaba de la muerte de su hijo. O cuando en la evocación de un amigo difunto, a partir de un poema, tuvo que detener la conversación unos segundos eternos. "Río y lloro mucho", ha dicho, "me emociono".

Ahora, Grasset se hará cargo del programa de tardes de TV3. Podrá cambiar las sillas más solemnes de la noche por unos sofás más distendidos. Dicen que en un entorno que se parecerá a una cafetería donde encontrarse con los amigos. Esto es muy Grasset. A lo largo de su carrera ha hecho de todo y ha sabido combinar la jovialidad y la ironía con una seriedad que nunca ha sido ampulosa. Desde aquellas intervenciones en los 'Matins de Catalunya Ràdio', simulando que era un tal Manolo (“¿Qué pasa, Àntoni?”) que trabajaba de camarero en Madrid, hasta 'L’Oracle' o 'El món s’acaba' , que tenía, cada día, un final que resume su forma de afrontar la vida: “El mundo se acaba... pero se acaba bien”.

Grasset ha ejercido de camaleón, pero siempre con una mirada que le delata (hablando de política, pero también recitando, en lo alto de la silla, cada año, un verso de Navidad), como buen actor y aficionado al teatro que es (ha interpretado , entre otros, el monólogo 'Los perjuicios del tabaco', de Chéjov), con una máxima que lo define y que proviene de una canción de La Trinca: "Ríe, que la vida es corta y la tristeza te la hurta" . Conoce la “fragilidad continua” de la existencia y al mismo tiempo se dispone a disfrutar de “la pausa de los días” (el título de su libro más reciente). Con una fe cristiana que vive con una "intimidad intermitente", y que tiene que ver con una actitud personal distendida, sin caer en la frivolidad. Grasset es consciente de que esto no es el paraíso, pero que hay que estar dispuesto y persistir en el gozo para no terminar viviendo en un valle de lágrimas. La próxima temporada, las tardes de TV3 tendrán su mirada.

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