Jordi Alberich

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Economista

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Respetar y aprovechar la mar

Una de las iniciativas de mayor recorrido a largo plazo de Barcelona es la apuesta por el Mediterráneo

Los centros de datos encuentran su guarida en Zaragoza

Archivo - Vista del Port Olímpic de Barcelona

Archivo - Vista del Port Olímpic de Barcelona / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA - Archivo

En esa Barcelona que va recuperando atractivo perdido, una de las iniciativas de mayor recorrido a largo plazo es la apuesta por el mar, que empieza por la redefinición del Port Olímpic: la conflictiva área de ocio nocturno se va convirtiendo en un espacio de actividad económica sustentado en el mar. Así, el denominado polo de economía azul del Port Olímpic, situado en el Moll de Mestral y el Dic de Recer, ha alcanzado ya el 50% de la ocupación, con 17 empresas que ofrecen servicios vinculados con la náutica, la sostenibilidad o el ocio marino.

La economía azul entiende la enorme oportunidad de los mares como motores económicos para generar empleo y riqueza, siendo su primera exigencia el compromiso en preservar los ecosistemas marítimos. La orientación de Barcelona hacia esa economía responde a la nueva mirada global sobre los océanos.

Resulta interesante observar cómo cuando la tecnología, con su última derivada en forma de inteligencia artificial, parecía aparcar lo conocido para llevarnos a mundos por descubrir, lo que hacemos es redescubrir la riqueza económica en ese mundo eterno que siempre ha estado allí. Así, cabe entender el retorno de la agricultura, cuando parecía que era un sector del que podíamos olvidarnos, confiando en que los mercados globales ya nos traerían lo que necesitáramos desde cualquier rincón del mundo. No ha sido así y las enormes mejoras en la producción agrícola llevan a redescubrir el campo y a inversiones millonarias en el sector agrario en nuestro país.

A su vez, hace pocos días, con motivo de la implantación de los centros de tratamiento de datos de Amazon y Microsoft en Aragón, comentábamos la importancia de la industria y de las energías renovables para su desarrollo. Esta dependencia energética puede, incluso, conducir a una redefinición geográfica del mapa industrial español que, en buena parte, acabará por pivotar sobre la cercanía de las plantas de producción a centros de generación eléctrica sostenible. Y, ahora, redescubrimos el enorme valor de los océanos y de la necesidad de cuidarlos.

Un acrecentado interés por el mar que exige importantes inversiones, desde nuevas infraestructuras a sistemas de exploración y recogida de datos, con que desarrollar las múltiples fuentes de riqueza como, entre otras, la pesca, biotecnología marina o energías renovables oceánicas. Por todo ello, ante esta nueva mirada global al mar, resulta muy sensato que Barcelona aspire a convertirse en la capital mundial de la economía azul. Una aspiración que se verá muy reforzada con la cercana celebración de la Copa América.

Y todo ello es nueva muestra de que, si de una vez aparcamos la destructiva utopía del 'procés' y nos centramos en el buen gobierno de las cosas, podemos rápidamente recuperar presencia y protagonismo perdidos innecesariamente en esta larga década de desorientación social y política. Depende tan solo de nosotros. La mar sigue donde siempre.