Opinión |
Impacto ambiental
Jordi Alberich

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Economista

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Una oportunidad para la industria

Esta dependencia de las energías renovables puede llevarnos a un nuevo mapa industrial, donde pueden añadirse núcleos de intensa actividad en espacios de la denominada España vaciada

Aumenta el interés de inversión en energías renovables.

Aumenta el interés de inversión en energías renovables. / Pixabay

Cuando pensábamos que el gran atractivo empresarial de Aragón residía en su ideal ubicación geográfica para la logística, nos llega la noticia de que tanto Amazon como Microsoft anuncian inversiones multimillonarias para nuevos centros de tratamiento de datos en la comunidad aragonesa. En el caso de Amazon estamos hablando de 15.700 millones de euros y de 17.500 puestos de trabajo, que se irán creando a lo largo de los próximos diez años, en lo que es la mayor inversión tecnológica en el sur de Europa.

Para acercarnos a lo que lleva a estas multinacionales a implantarse en una u otra región, debemos empezar por entender algunas de las singularidades de los centros de datos. Así, destaca el enorme consumo de energía que requieren para el enfriamiento de sus equipamientos; se calcula que la planta de Amazon puede requerir la misma potencia energética que una ciudad de 300.000 habitantes. Una demanda que puede ir disminuyendo a medida que mejore la arquitectura del almacenamiento pero que, en cualquier caso, irá muy al alza por el exponencial aumento en la demanda de datos. Así, el gran reto es gestionar dicho crecimiento con la minimización del impacto ambiental y el control en el consumo de energía.

Por estas razones, las multinacionales optan por ubicarse cerca de fuentes de energía renovable, una característica en la que destaca Aragón por su capacidad de generación eólica, fotovoltaica e hidráulica. Si añadimos la agilidad de su gobierno autonómico en la tramitación de los procesos administrativos, así como la seguridad jurídica de un país avanzado como España, se entiende el porqué de la implantación en territorio aragonés de Amazon y Microsoft.

Todo ello lleva a unas consideraciones de futuro acerca de la industria en España. De una parte, esta dependencia de las energías renovables, determinantes para los centros de almacenamiento de datos, pero, también relevantes para buena parte de la industria tradicional, puede llevarnos a un nuevo mapa industrial, donde a los polos ya conocidos, cercanos a grandes ciudades, pueden añadirse núcleos de intensa actividad en espacios de la denominada España vaciada.

De otra parte, estamos ante una muestra paradigmática tanto la complejidad como de la conveniencia de una política industrial moderna. Así, a la sofisticación para proteger las industrias estratégicas, debe añadirse la visión a largo plazo para atraer inversores internacionales, pues ya no se trata tan sólo de ofrecer alguna que otra ventaja fiscal, sino que estamos hablando de disponer de una red de generación de energía renovable. Un activo que no se alcanza de hoy para mañana, sino que, por el contrario, requiere de muchos años de planificación y ejecución.

Y, asimismo, una señal evidente para Catalunya: o aparcamos de una vez delirios utópicos y priorizamos el gobierno de las cosas o nos iremos arrastrando hacia los vagones de cola. Eso sí, dando la culpa a España de nuestros males. 

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