Elecciones en EEUU
Valentí Puig

Valentí Puig

Escritor y periodista.

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La parálisis Trump-Biden

¿Cómo es posible que Trump haya llevado a los republicanos hasta el límite y cómo los demócratas no pensaron antes en convencer al presidente para que se retirase con dignidad?

Pánico en el Partido Demócrata ante la debacle de Biden en su debate con Trump

Primer cara a cara entre Trump y Biden

Video: Agencia Atlas / Foto: EFE

Se vislumbraba como una fatalidad y al final se ha consumado. Detonan la dialéctica ajada y el guión de una parálisis política que se veía venir. A las incertidumbres propias de una elección sin ganador a la vista se suman las consecuencias escleróticas del primer debate televisado. Con los primeros compases ante las cámaras de la CNN, el Partido Demócrata entró en pánico por los balbuceos de Biden y los republicanos moderados vieron a un Trump que gesticulaba menos pero repetía sus mantras populistas y su ambivalencia sobre el ataque al Capitolio. Ambos siguieron paralizados por las respectivas inercias que han generado.

Aunque inusualmente comedido, Trump siguió con su retahíla histriónica de datos falsos pero el deterioro senil de Biden, con aspecto de alguien que sale del quirófano y todavía está bajo los efectos de la anestesia, causó mayor perplejidad. Esa fue una noche en la que los Estados Unidos se quedaron ensimismados, sin saber si mirar hacia el futuro o el pasado, de cara al Atlántico o al Pacífico, impelidos hacia extremos que nunca suman.

Fue una noche en la que la energía constitutiva de la gran experiencia americana estuvo ausente. Biden, un político de mucha experiencia y habilidad, perdió el debate con la voz cansada y frágil, las frases inacabadas y pérdida de memoria en medio de un argumento. Trump no ganó el debate porque no alcanza al 'status' expresivo de un presidente en cuestiones que requieren mucha prudencia expresiva y menos demagogia, como la inmigración o la OTAN.

El debate aún seguía cuando ya se dispararon las especulaciones sobre la sustitución de Biden para antes de la Convención Demócrata. Su esposa parece ser –según los 'insiders' de Washington- la única que puede, si quiere, convencerle de que se retire como candidato eligiendo un sustituto de su agrado que sería ratificado en agosto, en la Convención Demócrata. Que la sustituta sea la actual vicepresidenta Kamala Harris –experta en meteduras de patas- ni ha pasado por la cabeza de los estrategas demócratas. Es previsible una cascada de encuestas en las que los dos actuales candidatos sigan en un empate variable, mientras los aliados de los Estados Unidos –como una Unión Europea que aún no ha digerido sus propios resultados electorales- seguirán en vilo, especialmente Zelenski y Netanyahu aunque, al fin y al cabo, el actor principal sea China.

¿Cómo es posible que Trump haya llevado a los republicanos hasta el límite y cómo los demócratas no pensaron antes en convencer a Biden para que se retirase con dignidad? Para futuros debates electorales, la figura de Biden ya es un lastre fijo. En el país legendario de las oportunidades lo peor es que tu contrincante te llame perdedor. Eso también polariza.

Como se dice, se sabía que debatían dos candidatos de edad avanzada pero ha resultado que Biden era incluso más viejo. Se añade el síndrome del edadismo: la juvenilización de la sociedad rehúye las figuras de edad avanzada. Pero el caso de Biden concierne al riesgo de incapacidad. Los viejos de la tribu hoy han ido perdiendo la voz.

Suscríbete para seguir leyendo