Opinión | Ágora

Carol Álvarez

Carol Álvarez

Subdirectora de El Periódico

2074 empieza hoy

Ser mayor será el 'mainstream', aunque los 65 de entonces - como ya ahora - aún impliquen edad activa, y hemos de preparar bien la cartera de servicios y actividades posibles para la nueva realidad demográfica que nos espera

Dos ancianos, paseando en Madrid.

Dos ancianos, paseando en Madrid. / I. M. R.

Aún falta tiempo para 2074, pero la radiografía que tenemos de la Barcelona del futuro indica una tendencia que debería servir para que nos preparemos, como hacemos cuando la previsión meteorológica nos avisa de lluvias: quizá no llega el temporal, pero el paraguas y zapato cerrado lo tenemos en cuenta. El Instituto Nacional de Estadística ha puesto sobre la mesa datos obtenidos a partir de encuestas a demógrafos con la idea de dibujar las líneas de la sociedad que viene a partir de las proyecciones estimadas de hábitos de vida e incluso longevidad. No es ninguna sorpresa que nos enfrentemos a un futuro con más personas de edad que jóvenes, pero que el 30,3% de las personas residentes en España, que serán unos 54,6 millones, tendrán 65 años o más da una idea del tipo de vida que tendrán que gestionar nuestros gobernantes, las características de los impuestos y sobre todo, la cartera de servicios que deberán proveer.

Ser mayor será el mainstream, aunque los 65 de entonces - como ya ahora - aún impliquen edad activa. Pienso de entrada en el ocio y los horarios de actividades, por ejemplo, pero también en la red de asistencia sanitaria y sus listas de espera, la accesibilidad de los transportes públicos y su frecuencia de paso, la adaptación de los eventos culturales, en temática y aforos…imagino un' think tank' ya en cada administración con esta patata caliente en su orden del día de preparación. Un ambulatorio no se levanta de la noche al día, como pueden certificar los vecinos del Fort Pienc, en una cruzada larga y viva por conseguir de una vez que se edifique el prometido centro nuevo del barrio. La contratación de médicos y otro profesional sanitario no deberá depender tanto de los ajustes presupuestarios porque deberá ser más si cabe una cuestión estructural, y así estamos a puertas del verano, con hospitales reduciendo actividad como si ponerse enfermo pasara menos en agosto. Sabemos ya que la pandemia del covid fue un primer aviso de los nuevos riesgos infecciosos que están por llegar, y la población de edad es lógicamente la más vulnerable. 

 El peso de los cuidados, tanto sanitarios como de transportes, ha pesado tradicionalmente en familias extensas, pero eso hace tiempo que acabó y no verlo o verlo y mirar para otro lado solo hará la bola más grande a medida que pase el tiempo hacia ese horizonte que ya tiene métricas.

   Esta operación 2074 no puede hacerse sin mirar el presente. El mecanismo de equidad intergeneracional creado hace unos meses empieza a dar tímidos resultados, aunque sea por los buenos datos de empleo. También hay fe puesta en la futura aplicación de la tasa de solidaridad a los salarios más altos, pero el desafío es serio, con una población ya hoy envejecida.

   Pienso en todo esto porque aunque faltan cincuenta años para esa foto que retratan los demógrafos, el camino está más que marcado, y es especialmente dolorosa la inactividad en estos momentos que sumamos dos meses de parálisis en Catalunya por falta de acuerdo de investidura, y que agotamos los márgenes del Estado de bienestar tras un ciclo de varios años de inestabilidad política aquí y allí. Tendemos a pensar aquello del «uy en 50 años donde estaremos», con amenazas nucleares y calentamiento global y virus y meteoritos, pero por muy apocalípticos que nos pongamos, la conciencia de que todos somos uno y que debemos seguir cuidándonos no debe decaer, por lo mismo que hoy reciclamos el plástico, pagamos nuestros impuestos y no encendemos barbacoas en el bosque. No lo hacemos solo por el hoy, lo hacemos por un mañana que aún no existe y que estamos construyendo entre todos en tiempo real.

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