Opinión | En clave europea

Eliseo Oliveras

Francia, paradigma del descontento en la UE

La líder de Reagrupación Nacional Marine Le Pen, tras votar este domingo en Henin-Beaumont, población del norte de Francia.

La líder de Reagrupación Nacional Marine Le Pen, tras votar este domingo en Henin-Beaumont, población del norte de Francia. / AURELIEN MORISSARD / AP

El panorama poselectoral en la Unión Europea (UE) es poco alentador, ya que ha dejado a Francia desestabilizada, al Gobierno alemán debilitado, al posfascismo italiano reforzado y la polarización extrema en España, aunque el Gobierno y los partidos que lo apoyan sumaron más votos que PP y Vox. A ello hay que añadir la parálisis de Bélgica en busca de Gobierno, la tensión política en Polonia, los gobiernos autoritarios en Hungría y Eslovaquia, el control ultra sobre el nuevo Gobierno holandés y los pactos gubernamentales con los ultras en Suecia, Finlandia y Croacia. Francia es el paradigma del descontento expresado en las elecciones europeas del 9 de junio: más del 85% de los franceses votó contra la coalición del presidente Emmanuel Macron, que obtuvo sólo el 14,6% de los sufragios, menos de la mitad que el ultra Agrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen (31,4%) y sin contar el 5,5% logrado por la otra fuerza ultra Reconquista.

Macron, repitiendo sus incumplidas promesas de diálogo, ha convocado unas precipitadas elecciones legislativas para el 30 de junio y el 7 de julio. Macron se presenta como el único baluarte de la democracia y la UE, con la esperanza de que su coalición pueda retener el poder gracias al sistema electoral mayoritario a dos vueltas y al miedo a un gobierno ultra. Pero el resultado es muy incierto.

La ultraderecha sabe capitalizar mejor que la izquierda el descontento y malestar social en la Unión Europea (UE), pese a su tradición autoritaria y sus programas económicos neoliberales. Las fuerzas ultras han obtenido un 25% de los escaños del Parlamento Europeo, incluyendo los no inscritos. Los populares controlan el 26,4% de los escaños; los socialistas, el 18,9%; los liberales, el 11,1%; los Verdes, el 7,2%; la izquierda, el 5,4%; y el resto suma otro 6%. La afirmación de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de que "el centro ha resistido" peca de autocomplacencia, máxime cuando los desacuerdos entre socialistas y populares son cada vez más profundos y una parte de los populares se ha escorado hacia la extrema derecha (España, Grecia, Eslovenia, Bulgaria).

Errores

Francia ejemplifica los errores políticos que impulsan el avance de la extrema derecha: gobierno altivo desconectado de los ciudadanos, políticas antisociales, imposición de leyes por decreto, falta de dialogo salvo si los tractores y los chalecos amarillos toman las carreteras, insensibilidad ante las dificultades cotidianas de la mayoría de la población y falta de respuesta efectiva al disparo del coste de la vivienda, al deterioro de los servicios públicos (educación, sanidad y transportes) y al aumento de la criminalidad.

El 72% de los franceses desaprueba la acción gubernamental de Macron, indica el sondeo de Ipsos. La principal preocupación de los franceses al ir a votar fue el poder adquisitivo, añade Ipsos. Las otras tres prioridades fueron inmigración, protección del medio ambiente y sanidad. El 54% de los franceses acudió a votar descontento y otro 39% con un sentimiento de revuelta, detalla el sondeo. Ese descontento fue capitalizado por la ultraderecha y en menor media por los socialistas y la izquierda de la Francia Insumisa.

En Alemania, el Gobierno de coalición socialdemócrata, verde y liberal también sufrió un duro castigo, sumando sólo el 31% de los votos. La ultra Alternativa por Alemania (AfD), pese a las acusaciones de espionaje para China y colaboración con Rusia, fue la primera fuerza en Alemania del Este (29,7%) y la segunda en el conjunto de Alemania con el 15,9%, por delante de los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz (13,9%).

El buen momento de Meloni

La posfascista primera ministra italiana, Giorgia Meloni, aumentó su respaldo con el 28,8% de los votos (3 puntos más que en las legislativas de 2022), tras aplicar la receta de censura y férreo control de los medios de comunicación públicos de su modelo, el autoritario primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Pero sus recortes sociales han impulsado la recuperación del Partido Democrático, que logró el 24,1% (5 puntos más que en 2022).

Meloni, reforzada, planea acelerar su plan de reforma política que regalará el 55% de los escaños al partido o coalición más votada aunque no llegue al 30% de los votos. En Polonia, el Gobierno de coalición popular, liberal y socialista de Donald Tusk, venció, pero el ultra Ley y Justicia (Pis), que gobernó hasta 2023 y aún controla la presidencia de la República, obtuvo el 36,2% y la también ultra Confederación logró otro 12,1%.

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