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Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Director de Información Económica de Prensa Ibérica.

Las elecciones más decisivas del año

En un mundo donde fondos soberanos de países autocráticos invierten en empresas estratégicas, la UE debe crear su gran fondo soberano de inversión y generar más complicidades entre las administraciones y el sector privado

La bandera europea ondea en Bruselas

La bandera europea ondea en Bruselas

De la transformación verde y digital a multiplicar las inversiones en Defensa. Si la pandemia puso bajo observación las debilidades estructurales de la Unión Europea, empezando por la necesidad de ir a comprar mascarillas a Asia, la invasión rusa de Ucrania ha evidenciado la urgencia de rearmarse en aras de la seguridad continental. Y, en medio, el liderazgo asumido para combatir el cambio climático a través de la generación y distribución de nuevas fuentes de energía.

Los 27 países que formamos la UE representamos el 5,3% de la población mundial y el 15% del PIB. En su conjunto, es la tercera potencia económica del planeta detrás de EEUU y China. Ambos porcentajes están destinados a ir bajando en los próximos decenios. Demográficamente, Europa es un continente que envejece año tras año, y que solo logrará abordar nuevos crecimientos gracias a la llegada de migrantes de otras regiones del planeta.

Los tópicos son conocidos. Desde que Europa sigue en el buen camino para consolidarse como el mejor museo, y poco más, del mundo al repetidísimo eslogan: EEUU innova, Asia copia y la UE regula. Las empresas más valoradas del club en el contexto internacional se dedican a la producción de artículos de lujo, cosméticos, moda (Inditex) y farmacia. Lo más parecido a nuevas tecnologías es el fabricante de semiconductores holandés, ASML. La danesa Novo Nordisk, fabricante de medicamento antiobesidad, es la única entre las veinte mayores del planeta, ránking dominado por las grandes tecnológicas norteamericanas. 

El informe coordinado por el ex primer ministro italiano Enrico Letta sobre el futuro de la Unión expone los retos futuros de la UE. Nadie discute el indiscutible éxito de su desarrollo desde sus inicios como Comunidad Económica. Un triunfo que ha ido superando graves obstáculos y errores. La respuesta a la crisis financiera y económica iniciada a finales de 2008 que puso en apuros la propia supervivencia del euro fue un aprendizaje para enfrentarse, con éxito, a la respuesta al covid 19.

La UE, expone Letta, debe sumar a sus pilares fundamentales que defienden la libertad de movimientos de personas, bienes y servicios y capitales, la profundización en un nuevo movimiento de solidaridad y sostenibilidad. Para lograrlo, hay que lograr más Europa, más unión: desde la financiera a la fiscal. Reducir tanta burocracia, que impide ser más ágil y competitivo. Hay que romper barreras regulatorias y avanzar económicamente, apostando por negocios de futuro, para evitar poner en entredicho el estado del bienestar. En un mundo donde fondos soberanos de países autocráticos invierten en empresas estratégicas, la UE debe crear su gran fondo soberano de inversión y generar más complicidades entre las administraciones y el sector privado.

La UE puede y debe corregir muchas de sus deficiencias, pero en estas elecciones solo cabe una opción: votar por los defensores de una más y mejor Europa. 

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