Lidiar con la migración
Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Director de Información Económica de Prensa Ibérica.

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Europa y cómo puede ser dentro de cien años

El seísmo demográfico aviva el crecimiento de partidos políticos que quieren acotar, frenar u ordenar la llegada de los migrantes

Robert Kaplan afirma que la inmigración africana "cambiará la identidad de Europa" este siglo

Shlomo Ben Ami: "Los desafíos del Mediterráneo han quedado en un segundo plano en Europa"

Migrantes atendidos en el puerto de Santa Cruz de Tenerife tras ser rescatado por un crucero en aguas cercanas a El Hierro

Migrantes atendidos en el puerto de Santa Cruz de Tenerife tras ser rescatado por un crucero en aguas cercanas a El Hierro / 112 CANARIAS

El principal desafío que tiene Europa cara a los próximos decenios es decidir si quiere integrar a los millones de inmigrantes que seguirán desplazándose al Viejo Continente o bien encerrarse en sí misma y rodearse de barreras contra los flujos migratorios. Alrededor de este dilema giraron las conclusiones del historiador Robert Kaplan y del diplomático israelí Shlomo Ben Ami, en las clases maestras que ofrecieron en el I Foro Económico y Social del Mediterráneo, organizado por Prensa Ibérica esta semana en València.

Es en el Mediterráneo donde se disputará la mayor parte de una batalla que ya no es solo intelectual. Los flujos migratorios procedentes del norte de África han convertido este mar en una trágica puerta de entrada en que mueren cada año 3.000 personas, según citó el director de Open Arms, Óscar Camps. Kaplan recordó que a final de siglo habrá un europeo por cada siete africanos en el mundo y que los europeos debemos asumir que el rostro de la nueva Europa será muy distinto al que existe hoy. El cambio demográfico es inevitable.

Es este seísmo demográfico el que está generando los temores que avivan el crecimiento de partidos políticos que quieren acotar, frenar o, ellos prefieren usar el verbo ordenar, la llegada de estos migrantes. Para estos partidos, sin integración no puede haber inmigración. La identidad nacional está en peligro. Este fin de semana, la previsible victoria del Reagrupamiento Nacional (Marine Le Pen) en la primera vuelta de las elecciones francesas abrirá otra cuña en el corazón de Europa. El segundo y el tercer país más poblado de Europa (Italia) estarán gobernados por partidos de extrema derecha. Las diferencias sobre el concepto Europa se van consolidando. Giorgia Meloni, primera ministra italiana, no ha apoyado la formación de la nueva cúpula de la Comisión Europea. Si las elecciones autonómicas en Catalunya se repiten, que nadie se sorprenda de que Aliança multiplique los dos escaños que obtuvo en los comicios del 12 de mayo.

¿Se arreglarían todos estos miedos si los países africanos, tanto los subsaharianos como los del Magreb, se democratizaran y tuvieran una economía desarrollada? La economista Mariana Mazzucato propuso incluso de la creación de un Banco Público del Mediterráneo que tuviera como objetivo liderar una especie de Plan Marshall. La presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Nadia Calviño, recordó el papel que este puede asumir en el futuro. Ben Ami expuso una evidencia: cuando los países de esta zona libran elecciones democráticas, ganan los extremismos islámicos

Si de la noche a la mañana África generera suficiente riqueza económica para repartirla entre sus ciudadanos -no solo entre las élites corruptas- y desaparecieran las migraciones, pregunta: ¿quién asumiría en este maravillosa catedral del bienestar que es Europa los trabajos que los indígenas mayoritariamente no queremos realizar? Esperemos respuestas.  

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