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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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¿President o "pollastre"?

Puigdemont sabe que con este Parlament no será elegido. Por eso su objetivo es una repetición electoral para la que necesita seducir a ERC

Carles Puigdemont, ahir a Brussel·les abans de la roda de premsa. | OLIVIER MATTHYS / EFE / EPA

Carles Puigdemont, ahir a Brussel·les abans de la roda de premsa. | OLIVIER MATTHYS / EFE / EPA

La sentencia por unanimidad del Constitucional, impidiendo que Lluís Puig pueda votar de forma no presencial en el Parlament por estar huido de la Justicia, va a hacer más ruidosa la elección de la mesa del Parlament. Tanto más si afecta también a Puigdemont porque espere la decisión del Supremo sobre la amnistía y -en contra de lo que dijo en la campaña- no vuelva a Catalunya.  

Pero este no es el fondo de la cuestión, aunque puede contribuir a que Catalunya siga aún más tiempo con un Govern en funciones que tiene poca 'auctoritas' para afrontar cualquier reto. 

Vamos al fondo. Puigdemont quiere ir a la investidura. Quizás pueda, pero con este Parlament no será elegido. Es un político hábil. Nunca ha ganado unas elecciones. En 2016 fue elegido a dedo por Artur Mas -al que correspondía pese a ir cuarto en la lista de Junts pel Sí- porque la CUP decidió enviarlo a la papelera de la historia. Preferían a Puigdemont porque en Girona había una relación “especial” con la antigua CDC. En 2017 -tras el 155- perdió ante Inés Arrimadas, aunque humilló a ERC. En 2022 volvió a perder ante Salvador Illa y Pere Aragonès. Y ahora ante Illa (27% a 21%). 

Sin embargo, pese a haber perdido tres elecciones consecutivas, dice que representa a Catalunya y que hay que restituir al president. Y, más meritorio, parte de Catalunya y de la prensa (no solo los que le votaron el 12M) se lo cree. O se lo medio cree. ¿Porque fue cesado por el 155? En este caso el olvidado president Torra también tendría méritos. En habilidad y poder de comunicación -en base a un hondo sentimiento de agravio de parte de la sociedad catalana- es sobresaliente. 

Pero voten -o no voten- Puig y Puigdemont en el Parlament, la realidad es que por primera vez desde 2012 (antes CiU era otra cosa), el independentismo no tiene mayoría absoluta. Catalunya ha pasado página, como pedía Salvador Illa. O como reconoce David Madí -ver entrevista en este diario- que afirma que el 12M ha sido el punto final al mandato del 1-0 y que “unionistas” e independentistas deben pactar.

David Madí, hombre del 'Estado Mayor del procés', afirma que las elecciones han puesto el punto final al 1-O y propone un pacto de "unionistas" e independentistas

Sean 59 (con Puigdemont y Puig), o 61, con los dos escaños de Orriols, el independentismo está lejos de la mayoría absoluta de 68. Y, por tanto, con este Parlament Puigdemont no será president porque tanto Illa como Sánchez han descartado el apoyo del PSC. Aunque amenacen con dejar a Sánchez sin mayoría en Madrid. Es más, aunque Puigdemont fuera president poco podría hacer porque hay 68 diputados (PSC, PP y Vox) que no se pueden poner de acuerdo en nada (por Vox), pero que votarían en contra de toda iniciativa independentista. No sería el Gobierno de Madrid, ni el Constitucional, sino el Parlament de Catalunya el que limitaría a Puigdemont. 

Por eso Puigdemont va a jugar su última carta: la repetición electoral. Tiene derecho, otra cosa es que a Catalunya le convenga seguir más tiempo sin Govern. Un político de la antigua CDC atribuye a Puigdemont esta frase en 2017: “O somos independientes, o España tendrá un gran 'pollastre' (un gran pollo)”. Logró solo lo segundo. Y ahora la repetición electoral volvería a ser otro “pollastre”. ¿Podría ganar Puigdemont? Parece difícil, pero si ERC ha quedado aturdida por sus resultados y sigue con la tentación de una mesa del Parlament “antirrepresiva” (el caso Puig hará ruido) se encontrará como un pollo sin cabeza (sin candidato) ante unas nuevas elecciones. Y entonces Puigdemont la tentará con repetir Junts pel Sí (la coalición Junts-ERC) que Artur Mas ya ha propuesto. 

A Puigdemont, antes de retirarse, le puede interesar la repetición. ¿Al independentismo -y a Artur Mas- también si, como dice Madí, las elecciones han sido el fin del 1-O? 

Aragonès ha gobernado el último año con el apoyo del PSC (y con Junts en contra). Y el propio Madí propone ahora un pacto entre “unionistas” e independentistas. Se ha pasado página, intentar revertir el 12-M sería un gran lío y tiempo perdido. El progreso de Catalunya (la normalización y pasar al trabajo) requiere pactos transversales bien trabados. Y en Catalunya. Illa ha ganado con esa idea. Y Aragonès, Illa y Jéssica Albiach (hasta hace poco) la practicaron en el Parlament. 

La transversalidad no es una asignatura fácil y exige renuncias, pero sin ella no saldremos del 'pollastre'.

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