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Josep Maria Fonalleras
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Corinna Schumacher: el carísimo poema que aún escriben juntos

No se sabe nada a ciencia cierta, la mayoría de noticias son mentiras piadosas o insidias malévolas. Solo sabemos, con cierta seguridad, que el tratamiento que recibe Michael Schumacher vale unos 600.000 dólares al mes

10 años de silencio y misterio tras el accidente (casi) mortal de Michael Schumacher

Fotografía de archivo del 19 de agosto de 2001, el piloto alemán de F1 Michael Schumacher y su esposa Corinna Schumacher durante la sesión de fotos oficial del Campeón Mundial de Ferrari después de la carrera del Gran Premio en Budapest, Hungría.

Fotografía de archivo del 19 de agosto de 2001, el piloto alemán de F1 Michael Schumacher y su esposa Corinna Schumacher durante la sesión de fotos oficial del Campeón Mundial de Ferrari después de la carrera del Gran Premio en Budapest, Hungría. / Daniel Maurer/AP

La vida está llena de lazos extraños y de encuentros casuales. A finales de los años 80 del siglo XX, cuando Corinna todavía se llamaba Betsch, conoció a un piloto de la Fórmula 3000 alemana, una antesala de la Fórmula 1, un banco de pruebas. Se llamaba Heinz-Harald Frentzen Lladosa, de madre española, y competía con otro piloto alemán llamado Michael Schumacher. La Federación decidió que el ganador de una carrera sería el escogido para ascender a la máxima categoría del motor. La ganó Schumacher, pero resulta que ninguno de los dos dio el salto, no ese año, en 1989. Schumi tuvo que esperar hasta 1991 y Frentzen no pilotó en la Fórmula 1 hasta 1994. Mientras tanto, Corinna, que era la novia de Frentzen, se fijó en Schumacher. Es lo que tienen los boxes y los circuitos, que pasas mucho tiempo con los colegas y sus parejas. En 1991, Corinna rompió con Heinz-Harald y empezó a salir con Michael. Se casaron en 1995, en una ceremonia en la que él vestía de tirolés de gala y ella iba con un palabra de honor de organdí. En la participación de la boda escribieron: “Por separado, solo somos palabras; juntos somos un poema”. Todo era felicidad. En 1994, el año en que debutaba Frentzen, Schumacher había ganado su primer Mundial, tras ser testigo de primera fila del fin de semana más trágico de la historia de los monoplazas. En el Gran Premio de San Marino, en Imola: el incendio de un camión, con dos fallecidos; un accidente pavoroso de Rubens Barrichello; la muerte, el sábado, de otro piloto, Roland Ratzenberger; y, el domingo, el mortal siniestro del mítico Ayrton Senna. Schumacher hablaba así, como si fuera una premonición de su propio drama: “Por lo que sé, hay diferentes tipos de comas: a veces, es solo un susto; a veces es mucho peor de lo que piensas y no quieres creer que ha pasado algo realmente trágico. No quería creer que estuviera muerto, imaginaba que quizás se perdería una o dos carreras, pero que volvería”. Senna no volvió. Después, Schumacher, sobre todo entre 2000 y 2004 (cinco campeonatos del mundo seguidos) se convirtió en el “káiser”, imbatible, majestuoso.

Pero volvemos a Corinna ya revestida con el apellido del piloto. A lo largo de la trayectoria de Schumacher por lo menos podemos contar una docena de accidentes, más o menos graves, desde salidas de pista y vueltas de campana al Gran Premio de Gran Bretaña de 1999, con fractura de tibia y peroné. Corinna siempre estaba ahí, “como mi ángel de la guarda”. Jinete experta y profesional, de la rama de la doma al estilo 'western', convirtió la pasión por los caballos en un negocio lucrativo, con ranchos de élite (los CS Ranch) en Texas y Suiza. Y ejerció, también, de mujer del ídolo y de administradora de la creciente fortuna de la pareja. Las “palabras sueltas” de la boda se convirtieron en un “poema” que generó muchos dólares. Se calcula que el patrimonio de la familia (inversiones, dividendos, casas, un jet privado, mansiones, joyas, coches, más casas...) está en torno a los 500 millones.

Sin embargo, todo cambió el 29 de diciembre de 2013, a las 11'07. Schumacher esquiaba en Méribel, en los Alpes franceses, y chocó con la cabeza contra una roca escondida bajo la nieve. Fue operado de urgencia, estuvo más de seis meses en coma y, desde entonces, prácticamente no sabemos más. Como explica Emilio Pérez de Rozas, buena parte de la culpa de la magnitud del accidente se debe a que el piloto llevaba, en el casco, una cámara GoPro que se incrustó en el cerebro. "Me llamó poco antes", confesó Corinna, "y me dijo que la nieve no era suficientemente buena y que era mejor ir a Dubai a hacer paracaidismo".

Desde 2013, Corinna ha estado junto a un Schumacher que, según los rumores, se medio comunica con los ojos. No se sabe nada a ciencia cierta, la mayoría de noticias son mentiras piadosas o insidias malévolas. Solo sabemos, con cierta seguridad, que el tratamiento que recibe Schumacher vale unos 600.000 dólares al mes. Por eso han tenido que vender cabañas de lujo, un Rolls Royce, un Ferrari y un Falcon 2000EX, entre otras pertenencias. Ahora, hace poco, ocho relojes subastados en Christie's. Por un Patek Philipe exclusivo (solo hay 58 en todo el mundo), han sacado 2.711.500 dólares. Esto significa que Corinna tiene para cuatro o cinco meses más de tratamiento. Habla poco y es una guardiana estricta de la intimidad, pero cuando lo hace termina ese poema escrito a medias: “Todos lo echamos de menos, pero Michael está aquí, de una manera diferente, pero está aquí”.

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