Ibercamera y Thyssen

La sociedad civil y la iniciativa privada brindan buena parte de la oferta cultural de Barcelona. Ahí está CaixaForum con sus continuas exposiciones y actividades. O la Fundación La Pedrera, estos días con una muestra de Barceló.

El pasado martes se celebró el concierto de clausura de la 40 temporada de Ibercamera y el fin de semana se ha sabido -noticia no totalmente confirmada- que el antiguo cine Comedia, que cerró hace poco, podría convertirse en la sede de un museo Thyssen dedicado a la pintura catalana de los últimos siglos.

Ibercamera nació hace 40 años por iniciativa del entonces muy joven y rupturista emprendedor, Josep Maria Prat, que creía que hacía falta una más ambiciosa temporada de clásica. Entonces fue la recién llegada y hoy es la única de aquellas que sobrevive e imprime carácter. El concierto se celebró en el Auditori Nacional, el severo edificio de Moneo que por fuera podría ser una fábrica y que tiene al aire libre un maravilloso patio central que ahora parece algo descuidado. Incluso menos acogedor.

La invitada era la Orquesta Nacional de Francia. La primera parte consistió en una pavana de Gabriel Fauré y el segundo concierto para piano de Chopin con el joven pianista francés Alexandre Kantorow (27 años). Perfecto. Pero la segunda parte, con unas escogidas suites del ballet 'Romeo y Julieta' del gran compositor y pianista ruso Serguei Prokofiev, fue la estrella. Es una pieza poco habitual y la Orquesta Nacional de Francia, dirigida por el rumano Cristian Macelaru sonó celestial. Ofreció un bis y pese a los aplausos no siguió porque Macelaru con un coqueto gesto de las dos manos indicó que era hora de dormir. 

Curiosidad: Prokofiev, que vivió fuera y dentro de la URSS, murió de muerte natural en 1953, el mismo día que Stalin con el que tuvo serios problemas. 40 años de Ibercamera con 1.100 abonados que este año ha aumentado sus ventas un 34%. Es un dato que indica el creciente interés por las grandes interpretaciones de la música clásica.

Lo otro está todavía pendiente -no hay aún contrato firmado y la reconversión exigirá el permiso municipal- pero sería fantástico. El antiguo cine Comedia de Passeig de Gràcia-Gran Via -emblemático palacete construido en 1887 por Frederic Marcet para su vivienda particular- que cerró hace poco sus puertas se reconvertiría en un atractivo museo.

Carmen Cervera ha dicho que está en negociaciones para arrendar 25 años el edificio y albergar otro Thyssen con las obras de su colección de artistas catalanes de los siglos XIX, XX y XXI. Desde Ramón Casas y Manolo Hugué hasta Ràfols Casamada y Cuixart. Claro, no sería el Thyssen de Madrid que, junto al Prado y el Reina Sofía, realzan la capital. Pero sería bueno que, en el puro centro de Barcelona, en una calle hoy muy marcada por el lujo, emergiera un oasis de pintura y escultura.  

Esperemos que sea algo más que el sueño de una noche de mayo de la baronesa. Al otro lado, la japonesa Uniqlo y la catalana Bel respirarían mejor.