Opinión | Conflicto bélico

Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

EEUU e Israel jugando con las palabras

La reciente votación en la Asamblea General de la ONU a favor de convertir a Palestina en miembro de pleno derecho solo puede satisfacer a los que se contentan con los símbolos. Lo real es tanto que Palestina seguirá sin poder votar en dicha Asamblea y sin formar parte del Consejo de Seguridad

El presidente de EEUU, Joe Biden

El presidente de EEUU, Joe Biden / Europa Press/Contacto/Mark Hertzberg

Tergiversar o redefinir el significado de las palabras es un viejo juego en el que la diplomacia destaca por su excelencia. En unos casos sirve para ocultar las verdaderas intenciones de quien las pronuncia y en otros hasta resulta útil para hacer lo contrario de lo que se sostenía un día antes. Lo malo es que hoy ya se ha agotado la paciencia de quienes son tomados por tontos cuando se les pretende hacer tragar con ruedas de molino, y son muchas las vías para desmontar discursos impresentables. Y si antes no coló el intento de Washington de hacer pasar el golpe de estado de Abdelfatah al Sisi, en Egipto, por un “paso en la transición hacia la democracia”, para poder saltarse así su propia legislación, que le impide ayudar a un gobierno golpista; hoy tampoco cuela el anuncio de la Casa Blanca cuando dice que dejará de entregar armas a Israel.

En primer lugar, porque lo anunciado, más en clave electoral que como presión real sobre Tel Aviv, no es una suspensión sino solo un retraso en el suministro de 3.500 bombas. En los siete meses que Israel lleva masacrando Gaza se cuentan por centenares los aviones estadounidenses que han llevado material militar a país; lo que, por un lado, muestra que Tel Aviv sigue necesitando ayuda a pesar de su demostrada superioridad tecnológica y militar y, por otro, que el ejército israelí tiene sus arsenales rebosantes. Simultáneamente, Biden ha dicho que seguirá respaldando militarmente a su aliado y entregándole “armas defensivas” (como si fueran distintas a las ofensivas). Por último, ha dado a entender que solo se produciría una suspensión del suministro si Benjamin Netanyahu lleva a cabo una “ofensiva masiva” y no presenta un “plan creíble” para reducir la muerte de los civiles encerrados en Rafah.

La experiencia de tantos casos similares lleva a entender que, al jugar con términos imposibles de cuantificar, todo eso significa que Netanyahu puede seguir adelante. Basta con que tanto Washington como Tel Aviv interpreten lo que ya están haciendo las fuerzas israelíes como acciones “defensivas”, “selectivas” y “creíbles”.

Por su parte, los gobernantes israelíes hacen uso diario de un comodín que sirve para hacer frente a cualquier crítica: antisemitismo (olvidando que los palestinos también son un pueblo semita). Como es bien sabido emplean ese término para tratar de acallar cualquier crítica contra la labor política del gobierno. Y por ese camino ya no queda nadie que le lleve la contraria en algún punto que no haya sido acusado de estar contra los judíos, sea la UNESCO, la CIJ, la CPI y hasta la ONU. El espectáculo que acaba de ofrecer el embajador israelí ante la ONU, triturando su carta fundacional y despreciando al organismo que dio nacimiento a Israel, podría parecer el colmo del absurdo, si no fuera porque pronto asistiremos a otro exabrupto que superará a lo ya visto. De los alrededor de 140 países que ya reconocen a Palestina como Estado, 120 también reconocen a Israel y mantienen relaciones plenas con sus gobiernos. ¿Son también todos ellos antisemitas?

Por cierto, la reciente votación en la Asamblea General de la ONU a favor de convertir a Palestina en miembro de pleno derecho (hoy solo es Estado observador), solo puede satisfacer a los que se contentan con los símbolos. Lo real es tanto que Palestina seguirá sin poder votar en dicha Asamblea y sin formar parte del Consejo de Seguridad, como que Washington no permitirá que la idea prospere. Y, mientras, Netanyahu seguirá masacrando a los palestinos.

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