Música

Nick Cave abraza la vida en ‘Wild God’, su mejor álbum en décadas

El cantante australiano entrega un disco revitalizador, arropado por unos Bad Seeds a pleno rendimiento, en el que celebra la existencia a través del diálogo trascendente con familiares y amigos desaparecidos en los últimos años. Es el álbum que presentará el 24 de octubre en el Palau Sant Jordi 

Nick Cave durante la grabación.

Nick Cave durante la grabación. / Megan Cullen

Jordi Bianciotto

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Después de una serie de álbumes decantados por el mantra sigiloso y minimalista, con unos Bad Seeds de perfil bajo o nulo, Nick Cave vuelve a cambiar de ciclo. Del duelo a la aceptación, y de ahí al júbilo. Y del arreglo electrónico microscópico al músculo y a una mayor corpulencia sónica, característica del grupo de su vida. Tras el calvario, se ha abierto el cielo y el ‘crooner’ predicador abraza la existencia terrenal, todo lo que tenemos, sin abjurar del diálogo trascendente. ‘Wild God’ viene a ser un estallido de vitalidad a través del misterio, el dolor y la pérdida, todo ello reflejado en diez canciones hermosas y convulsas, que refrescan el canon expresivo de ese formidable artefacto llamado Nick Cave and the Bad Seeds. 

El músico Nick Cave presenta su nuevo disco, 'Wild God'.

El músico Nick Cave presenta su nuevo disco, 'Wild God'. / Megan Cullen

En términos sonoros, no es que se trate de un regreso a sus clásicos álbumes pos-punk. Aquí hay tensión, pero también recogimiento, y a su vez no estamos ante una revisión del baladismo de ‘The good son’ (1990). Es otra cosa. La experiencia sirve para eso, y Cave se siente más seguro evolucionando que quedándose en el mismo lugar. ‘Wild God’ surge del sufrimiento y de la desesperación, pero no se queda ahí y se asienta en una suerte de euforia mística, una explosión de amor cósmico en la que flotan los espectros de los ausentes. No se comprenden estas canciones sin tener presentes las muertes de dos de sus hijos (Arthur, en 2015; Jethro, en 2022), y algunas más acaecidas en estos últimos años: su madre, Dawn; su novia juvenil (y cómplice de los Bad Seeds) Anita Lane; el exmiembro del grupo Conway Savage; su viejo amigo Shane MacGowan, cantante de The Pogues. 

El músico Nick Cave presenta su nuevo disco, 'Wild God'.

El músico Nick Cave presenta su nuevo disco, 'Wild God'. / Megan Cullen

Un empaque sinfónico

Cave comenzó a escribir las canciones de ‘Wild God’ el día de Año Nuevo de 2023, sin saber muy bien por dónde tirar, teniendo en mente el poema ‘Noche oscura del alma’, de San Juan de la Cruz, y pensando en una plena implicación ejecutiva de los Bad Seeds. El multitarea Warren Ellis, cómplice estrecho en aquellos discos austeros y doloridos, ‘Skeleton tree’ (2016), ‘Ghosteen’ (2019) y el mano a mano crudo, sin banda, de ‘Carnage’ (2021), sigue ahí, e irrumpe una figura nueva a las mezclas, David Fridmann (The Flaming Lips, MGMT). Séquito que, ampliado con los Bad Seeds al completo, hace notar una expresión musical propia, familiar pero desarrollada hacia nuevos horizontes, desde la primera canción, ‘Song of the lake’: empaque sinfónico, cadencia imperial pero suave, sin ira, reconciliada con el mundo. 

Nick Cave en un concierto.

Nick Cave en un concierto. / Megan Cullen

Cascadas de música frondosa, con maderas, cuerdas y sintetizadores, vibráfonos, electricidad, la mercurial sección rítmica y, en ciertos momentos, la guitarra con cuerdas de nilón del músico aragonés, asentado en Londres, Luis Almau (portento que ya participó en ‘Carnage’). Un papel clave para los coros, que elevan el tema titular, en el que habla de sí mismo como de “un dios salvaje que vuela y un dios salvaje que nada / y un dios viejo y enfermo que muere, y llora, y canta”. De ahí al torbellino majestuoso de ‘Frogs’, con esa rana que se aferra a la vida saltando humildemente en el riachuelo, y a ‘Joy’, alusión directa a la desaparición de miembros de su familia que se eleva, iluminada por las estrellas, “brillantes y triunfantes metáforas del amor”.

Nick Cave siempre ha concebido el arte musical con una expresión que surge de la herida anímica, del pozo que cada uno tiene en su interior, y ‘Wild God’ es la ventana abierta tras la reclusión. Reserva canciones sustanciosas y celebrativas, con agudas soluciones instrumentales, oleajes corales arrolladores (oigan ‘Conversion’) y un halo final de apaciguamiento encandilado que se percibe en esa pieza, ‘O wow o wow (how wonderful she is)’, dedicada a Anita Lane, con aires de danza ensoñadora: “Sus amigos, ahora muertos, asienten con sus barbillas espectrales / y trenzan una cinta de violetas en su pelo”. Exaltación y alegría después del luto en un álbum revitalizador en la carrera de Cave, fácilmente el mejor desde ‘Let love in’ (1994).

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