‘Barcelone’, de Charles Trenet: un homenaje a la ciudad-postal de cuando el turismo no despertaba odio

El ‘loco cantante’ nacido en Narbona y crecido en Perpinyà dedicó a la capital catalana esta emocionada loa a sus encantos paisajísticos y culturales, a la que Sisa se acercaría décadas después en su adorable álbum ‘Barcelona postal’

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El cantante francés Charles Trenet.

El cantante francés Charles Trenet. / EPC

Jordi Bianciotto

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¿Resulta extemporáneo, excéntrico, hablar de Charles Trenet en el año 2024? Bueno, en Francia han cantado sus canciones, en los últimos tiempos, figuras como Benjamin Biolay (le dedicó un álbum entero), Carla Bruni, Zaz, Thomas Dutronc o Philippe Katerine, entre otros, y nunca es tarde, ni inoportuno (menos todavía en la dulce temporada estival) evocar sus joviales arrebatos de ‘fou chantant’ (el ‘loco cantante’, así fue conocido), su gracia lírica y su don como melodista. Con muestras como este ‘Barcelone’ datado en 1960. 

A Trenet se le considera el primero de los cantautores franceses, pionero en el arte de interpretar sus propias canciones en recitales desnudos, sin mayores ingredientes escénicos. Nacido en Narbona, de madre catalana del norte, pasó ocho años de su infancia en Perpinyà y su corazón apuntaba al sur, como le ocurría a Georges Brassens (nacido en Sète) o al medio monegasco Léo Ferré. La gran ciudad de referencia de su infancia y juventud, así lo explicó más de una vez, no fue tanto París como Barcelona, urbe que la familia solía visitar y a la que, pasados los años, le dedicó una canción que viene a ser un repaso a sus encantos y una rendición ante el baile de la sardana, que aparece aquí asociado a “un círculo de alegría” donde “se reúnen obreros y burgueses”. 

Ritmo al unísono

‘Barcelone’ se abre con un guiño teatral al pasodoble que rápidamente deriva en un vivaz ritmo de vals solo interrumpido, a media canción, por unos pasos de sardana, justo cuando dice que, al salir el sol, “las palomas tienen su primera comida del día en la plaza de Catalunya”. Resulta ser una canción simpática, amable, deliciosa, con menciones a la Rambla y al Tibidabo e imágenes de enamorados que danzan al son de las campanadas que resuenan entre las callejuelas de la ciudad vieja. Y con ese homenaje a la sardana como un baile que, a sus ojos, trasciende diferencias y clases sociales con su “ritmo al unísono”. Hay que decir que Trenet no puede reprimir un suspiro final cuando advierte que, si bien Barcelona le ha dado la felicidad, cuando vuelve a París la encuentra cada día más hermosa. 

Ocho años antes, él ya había grabado una pieza titulada ‘La jolie sardana’, inspirada en la localidad de Cotlliure. Y hay aún otro guiño a la cultura catalana en su versión del popular ‘Volem pa amb oli’ (registrado con calamitosa ortografía como ‘Boulem pam boli’). En la red es posible dar con su canto de ‘La marsellesa’ en catalán con Salvador Dalí, para la cadena televisiva francesa ORTF. Trenet decía entender esa lengua, pero apenas la hablaba, al menos en público. “Por timidez”, aseguraba en la entrevista que Àngel Casas le hizo en TV3 en 1987, en un tiempo en que, ya septuagenario, tenía aspecto de emisario de tiempos lejanos, sin perder la sonrisa y el ‘charme’.

Lejos quedaban sus actuaciones en Barcelona: las primeras, en los años 30, de las que apenas hay constancia escrita, y otras más sonadas en sendos escenarios ya desaparecidos, la Rosaleda (en 1951) y la sala Rigat (1953). Pero el autor de piezas como ‘La mer’ (que los estadounidenses descubrieron en clave de swing, en la voz de Bobby Darin, convertida en ‘Beyond the sea’), ‘Que reste-t-il de nos amours’ o ‘Boum!’ aún tuvo tiempo de oficiar un último recital en la ciudad, en 1991 en el Tívoli. 

Si París tuviese la Rambla

‘Barcelone’ es en buena medida una tarjeta perfumada de la ciudad, y como tal la trató Sisa en su álbum más original, titulado precisamente ‘Barcelona postal’ (1982). Obra esta concebida con el artista multidisciplinar Antoni Miralda en la que, enredándose con sonidos y conversaciones captadas al vuelo en calles, plazas y mercados, suenan canciones ‘barcelonófilas’ de variado origen, de autores como Stephen Sondheim, Maurice Chevalier o Gato Pérez. La de Trenet, Sisa la hace suya con un francés gustosamente macarrónico, añadiendo aquí una pincelada final: “Oh la la, si Paris avait la Rambla…”, desliza como réplica al remate original de su autor. Versión con arreglo de Agustí Fernández en la que interviene, como en todo el álbum, un ‘all stars’ de la escena layetana y cercanías, músicos como Josep Maria Bardagí, Kitflus o Rafael Escoté. 

Trenet falleció en 2001 y Sisa sigue viviendo en el centro de Barcelona, ajeno al trasiego guiri, como si hubiera optado por quedarse ahí para siempre en honor a aquella ciudad de postal, de reclamos bonitos, poéticos e inofensivos, sin aglomeraciones ni incomodidades. Es fantástico poder vivir en una postal, vivir en ‘Barcelone’.

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