Obituario

Muere el maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez, la ilustre batuta que dirigió a los 7 años su primer concierto

El director de orquesta granadino Miguel Ángel Gómez-Martínez, en una imagen de 2016

El director de orquesta granadino Miguel Ángel Gómez-Martínez, en una imagen de 2016 / PEPE TORRES / EFE

Pablo Meléndez-Haddad

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La noticia, el domingo por la noche, sorprendía por inesperada. Su agencia de representación artística lamentaba la muerte del maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez, aunque no se han dado a conocer más detalles sobre la causa de su fallecimiento ocurrido en Málaga tras una semana en la que se le sucedieron diversos problemas de salud. Con él se marcha una de las batutas más ilustres de su generación, un granadino de 74 años que ya apuntaba maneras cuando a los siete dirigió su primer concierto ante la Banda Municipal de su ciudad. Era el comienzo de una trayectoria que le llevaría a ocupar el podio de algunos de los más importantes teatros de ópera del mundo y a ponerse al mando de las orquestas de mayor prestigio internacional.

Este hijo de músicos y estudiante brillante de composición, piano y violín, se formó en España para perfeccionarse más tarde en Estados Unidos y en Viena, donde aprendió a ser metódico y detallista, convirtiéndose en un gran conocedor de la voz lírica y a conformar un amplio repertorio tanto operístico como sinfónico. Para el maestro la música era su propia vida; fiel a la partitura y al dictado del compositor –y, muchas veces, también inflexible con el metrónomo–, fue responsable artístico del Teatro de La Zarzuela de Madrid, de la Euskadiko Orkestra Sinfonikoa y de la New Finnish Nacional Opera Helsinki. También ostentó las titularidades de orquestas como las de Mannheim, Hamburgo –de cuya Sinfónica fue nombrado director honorífico a perpetuidad–, València, de la del Festival de Pascua de Bayreuth y de la Orquesta y Coro de RTVE; fue director general de Música del Teatro de Berna y director residente en la Deutsche Oper de Berlín, pero una de sus vinculaciones más estrechas la tuvo con la Staatsoper de Viena en la que dirigió un amplio abanico de títulos como director residente. Fue invitado habitual de teatros de Alemania, Italia y Estados Unidos y de festivales como los de Macerata, Granada, Santander, San Sebastián, Peralada, Savonlinna, Salzburgo, Bucarest o Varsovia. Gracias a su maestría le llovieron reconocimientos en ciudades como Múnich, Bonn, Madrid, Granada o Houston.

Su carrera como director sinfónico le consagró en podios como los de las sinfónicas y filarmónicas de Viena, Berlín, Londres, Hamburgo, Denver, Buenos Aires, Tokio, Osaka, Oslo, Budapest, Copenhague, Maggio Musicale Fiorentino, Gewandhaus (Leipzig), Bruckner (Linz), Staatskapelle Dresden o de la Suisse Romande, junto a las de teatros de ópera de París, Roma, Nápoles, Palermo y Venecia y a orquestas de radios como las de Baviera, Colonia, Berlín, Holanda o Copenhague, así́ como de las principales orquestas españolas.

Con una amplia discografía, en el terreno de la composición destacan su ‘Sinfonía del Descubrimiento’, ‘Sinfonía del Agua’, ‘Cinco Homenajes en cuatro movimientos’ (‘Tercera Sinfonía’), ‘Un Requiem español’, la ópera ‘Atallah’ y conciertos para diversos instrumentos solistas.

En el Gran Teatre del Liceu, en cambio, su sabiduría no brilló demasiado, siendo invitado solo en un par de ocasiones para dirigir ‘Aida’ de Verdi (temporada 2003-2004) en el espectacular montaje de Mestres Cabanes –del que existe un registro editado en vídeo–, y una rareza, las dos primeras óperas de Puccini, ‘Le villi’ y ‘Edgar’, en una única audición en forma de concierto (2004) gracias a una visita de la Orquestra de Valencia.

Eternamente acompañado por su madre allí donde actuaba hasta que falleciera hace algunos años, en 2010 contrajo matrimonio con Alessandra Ruiz-Zúñiga Macías.

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