OPERA FESTIVAL

Bayreuth o el inquebrantable culto a Wagner: la polémica por si el festival se debe abrir a otros compositores marca el arranque de la cita

Butacas vacías y caída de mecenas: Bayreuth, ante los primeros síntomas de agotamiento

La excanciller alemana, Angela Merkel, y su marido, Joachim Sauer, que por primera vez en décadas no estarán en Bayreuth, a su llegada al festival en 2022.

La excanciller alemana, Angela Merkel, y su marido, Joachim Sauer, que por primera vez en décadas no estarán en Bayreuth, a su llegada al festival en 2022. / CLEMENS BILAN / EFE

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

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"En Berlín no han entendido que a Bayreuth se viene a escuchar a Wagner y solo a Wagner", es la respuesta que desde el gobierno de Baviera se da a la "ocurrencia" de la ministra de Cultura del Ejecutivo de Olaf Scholz, la verde Claudia Roth, para "abrir" su festival de ópera a "otros compositores". El encargado de responder a la ministra es su colega bávaro, Markus Blume, de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), ante cita más imprescindible del calendario wagneriano europeo: la apertura este jueves del Festival Richard Wagner sobre la Verde Colina de Bayreuth, la ciudad de provincias donde el genio ordenó construir su teatro. El mejor lugar del mundo para representar desde el 'Tristán' al 'Anillo del Nibelungo', 'Parsifal', 'Tannhäuser' o 'El holandés errante'.

Así viene siendo desde 1876, su primera temporada. El esquema es rígido: se abre el 25 de julio y se cierra el 28 de agosto, con un total de 30 galas y, en general, un solo estreno. En este año, el honor de la apertura corresponde al nuevo 'Tristán e Isolda', con la batuta del ruso Semyon Byschkov y dirección escénica del islandés Örn Arnarsson.

Que Roth levantara polémica ante la inauguración no es, en realidad, tan extraño en Bayreuth. Las controversias o líos sucesorios suelen alimentar los corrillos en los entreactos. Roth, nacida en Baviera y asidua al certamen desde mucho antes de convertirse en ministra, en 2021, debía ser consciente de ello al proponer saltarse el veto histórico a cualquier compositor que no sea el fundador. Fue una semana antes de la inauguración y mencionó como ejemplo innovador a 'Hansel y Gretel', la ópera de Engelbert Humperdinck sobre el cuento infantil de los hermanos Grimm.

Katharina Wagner, innovaciones sin transgredir las normas

Que habría una respuesta bávara recordando los ancestros era un riesgo calculado. Roth, en realidad, no está tan alejada de los propósitos de la directora del festival y biznieta del compositor, Katharina Wagner. Desde que en 2008 asumió la dirección de manos de su padre, Wolfgang Wagner, ha incorporado ciclos como las óperas adaptadas al público infantil -o 'Wagner para niños'-. También la costumbre de ofrecer un concierto al aire libre y gratuito, con repertorios donde sí se llega a escuchar a otros autores, como Verdi y Liszt. Su objetivo es abrir el festival a público joven o no estrictamente wagneriano. Bajo la dirección de Katharina se incorporaron nuevos maestros. Especialmente notable ha sido la llegada de mujeres a la batuta. Primero se incorporó al programa la ucraniana Oksana Lyniv, al frente de 'El holandés errante'; se le unió la francesa Nathalie Stutzmann, con la 'Tannhäuer'. Este año serán tres las batutas femeninas, puesto que se les suma la australiana Simone Young para la tetralogía del 'Anillo'. Katharina Wagner ha incorporado asimismo a su nómina al español Pablo Heras-Casado, que en 2023 abrió el festival con su 'Parsifal' y al que se espera en 2028 al frente de un nuevo 'Anillo'.

Pero todo esto no basta, a juicio de Roth. La ministra quiere romper el veto a otros compositores y considera que, a más tardar, eso debe ocurrir ante el 150 aniversario del festival, en 2026. En medio hay otra cita importante a escala interna: la renovación del contrato de Katharina Wagner, el próximo año. La biznieta del compositor asumió las riendas del festival primero de forma colegiada con su hermana, por parte paterna, Eva Pasquier-Wagner. Fue una solución salomónica tras una larga guerra sucesoria entre distintos descendientes del compositor. En 2015 se convirtió en señora en solitario de la empresa familiar. Con ello se abrió una etapa a caballo entre el tradicionalismo heredado de Wolfgang Wagner, refundador del festival tras los la II Guerra Mundial, y las innovaciones milimétricas. Bajo Katharina se creó la figura del director titular, Christian Thielemann, ausente de la casa desde hace dos temporadas pero cuyo regreso se anuncia para el próximo año.

Un festival ritualizado, pero sin etiqueta estricta

Que Bayreuth vive y se nutre de rituales salta a la vista a cualquier visitante, asiduo o primerizo. Desde el "baño de pies" en un estanque vecino que se regalan damas y caballeros, en los entreactos de una hora de reloj, a la merienda rústica en una cantina a los pies de la colina, desde donde se escuchan los avisos del inicio del siguiente acto. Cada apertura de temporada coincide con alguna exposición temporal en el museo de la Haus Wahnfried, la casa en que vivió Richard y donde residió en sus visitas a la ciudad Adolf Hitler. Reconocer los años de sumisión al Tercer Reich de los herederos -y especialmente de la nuera de Richard, la británica Winifred Wagner, adoradora del Führer- forma parte de los rituales de la casa.

Bayreuth es un festival tan elitista como provinciano, donde casi nada está mal visto. Antes del estreno del jueves, la Verde Colina vibra con su concierto-merienda al aire libre, que repasará musicalmente las ciudades por las que discurrió la vida del genio: de Leipzig a Dresde, pasando por Múnich, París y obviamente Bayreuth. Los más asiduos echarán de menos a la excanciller Angela Merkel y su esposo, el catedrático Joachim Sauer, wagnerianos apasionados, que por primera vez en décadas no acudirán este año a su cita con el festival.