Ópera

Anna Pirozzi triunfa con su homenaje a Puccini en Peralada

El Festival ampurdanés contó con la aclamada soprano napolitana para conmemorar el centenario de la muerte del compositor operístico

Anna Pirozzi triunfa con su homenaje a Puccini en Peralada

Anna Pirozzi triunfa con su homenaje a Puccini en Peralada / Miquel González

Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Con un programa cargado de sorpresas la soprano italiana Anna Pirozzi regresó al Festival Perelada después de ese recordado ‘Nabucco’ de 2022 en la última visita del Teatro Real al certamen gerundense. Esta vez la cantante napolitana propuso su particular homenaje a Puccini -en el centenario de su muerte- con el programa ‘Addio mio dolce amor. Il maestro Puccini e l’opera italiana’, en referencia al aria de la segunda ópera escrita por el compositor. Y la velada también se transformó en un homenaje del propio Festival al autor operístico, ya que prácticamente cada año alguno de los programas ofrecidos sabe seducir al público ampurdanés con su obra inmortal.

Con este ecléctico viaje musical en el que Pirozzi unió autores a los que Puccini siempre admiró, como los belcantistas Rossini o Bellini, al esencial Verdi y a los 'veristas' Cilea, Giordano y Leoncavallo, contemporáneos del homenajeado, la intéprete trazó un recorrido por la historia del género mostrando de paso la flexibilidad de su instrumento, poderoso como pocos, muy en sintonía con el propio de una soprano lírica-'spinto', pero dotada tanto para las agilidades como para el canto dramático, consiguiendo por ello abordar un repertorio muy amplio. Muy a su pesar, y al contar con esa voz de tan variada gama y proyección, Pirozzi no para de cantar papeles que exigen fuerza muscular y poderío, ya que pocas pueden abordarlo como ella. A su pesar, porque seguro que bordaría algunas de las grandes heroínas donizettianas. Con este programa pudo demostrar su capacidad de recogimiento en arias tan sutiles y delicadas, pero de gran exigencia técnica y de línea, como “Casta diva” de ‘Norma’ de Bellini y “Juste Ciel!” de ‘El asedio de Corinto’ de Rossini, pero también en las etéreas “In quelle trine morbide”, de ‘Manon Lescaut’, "O mio babbino caro" de 'Gianni Schicchi' y en el aria de Nedda de ‘Pagliacci’, siempre a cargo de una soprano ligera. Pirozzi las esculpió con su timbre metálico y brillante, sobrada de unos medios que también lució en otras piezas más usuales en su repertorio, ya propias de cantantes ‘spinto’ y dramáticas.

En este capítulo su voz de trueno hizo retumbar las paredes de la Iglesia del Carmen con “Pace, Pace mio Dio” de ‘La forza del destino’ de Verdi y en las ‘veristas’ “Io son l’umile ancella” de ‘Adriana Lecouvreur’ de Cilea y en una espectacular “Mamma morta”, de ‘Andrea Chenier’ de Giordano. Por último, regaló un par de napolitanas.

Acompañada con pericia por el Quartetto Lirico Italiano y la pianista Sophia Muñoz en una combinacion timbrica muy adecuada, el programa incluyó varias piezas instrumentales, todas adaptaciones y transcripciones firmadas por Luca Pozza, violista del Quartetto.

Suscríbete para seguir leyendo