Entrevista al actor

Pierfrancesco Favino, protagonista de 'El buen italiano': "Nos da miedo asumirlo, pero en nuestro interior habita un sentimiento belicoso primordial"

El actor Pierfrancesco Favino junto al director de 'El buen italiano', Edoardo De Angelis, en el pasado Festival de Venecia, en agosto de 2023

El actor Pierfrancesco Favino junto al director de 'El buen italiano', Edoardo De Angelis, en el pasado Festival de Venecia, en agosto de 2023 / YARA NARDI / Reuters

Nando Salvà

Nando Salvà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es uno de los actores italianos en activo más aclamados y, sin duda, el de más proyección internacional; trabajó con Tom Hanks en ‘Ángeles y demonios’ (2009) y con Brad Pitt en ‘Guerra Mundial Z’ (2013), participó en ‘Rush’ (2013) a las órdenes de Ron Howard, y pronto lo veremos medirse con Angelina Jolie en ‘Maria’, ‘biopic’ de la soprano Maria Callas. Ahora acaba de estrenar en España ‘El buen italiano’, retrato de un controvertido héroe de su país. En octubre de 1940, al frente de la tripulación del submarino ‘Cappellini’, el comandante naval Salvatore Todaro abrió fuego contra un barco mercante belga que transportaba material de guerra inglés y luego, contraviniendo las órdenes recibidas, decidió poner en riesgo su vida y la de sus hombres para salvar a los 26 náufragos enemigos de una muerte segura en el océano y conducirlos a tierra firme.

¿Por qué decidió meterse en la piel de Todaro?

Me fascinaron sus contradicciones. Era un hombre muy católico, pero atraído por el esoterismo y el espiritismo. Le apasionaban el arte y las lenguas antiguas, pero eligió la carrera militar para pertenecer a un entorno en el que uno está esencialmente obligado a seguir reglas rígidas y cumplir órdenes, y luego decidió desobedecer esas reglas a pesar de haberles jurado lealtad para seguir las propias creencias. Me pareció interesante tratar de entender a alguien así.

No es fácil comprender a un hombre que afirmó: "Mi victoria es la batalla"...

Es cierto. De todos modos, creo que es necesario que reconozcamos que existe una fascinación colectiva por la guerra, porque tal vez hacerlo contribuiría a que hubiera menos guerras. Nos da miedo asumirlo, pero en nuestro interior habita un sentimiento belicoso primordial. Consideramos las guerras como algo horrible para la sociedad, y con motivo, y, sin embargo, nos las arreglamos para rodearnos de ellas permanentemente. Dicho esto, opino que ‘El buen italiano’ no debe considerarse una película de guerra. Es una película de paz, y eso hace que resulte especialmente relevante para el presente que vivimos. 

¿Considera a Todaro un héroe?

Probablemente nos habría resultado sencillo convertir su historia en una hagiografía, pero no quisimos retratarlo simplemente como un héroe inmaculado e intrépido, tan solo enfatizamos su capacidad para tener un gesto inequívocamente noble, y absolutamente humanista. Corresponde al público si haber tomado decisiones que contravenían las órdenes recibidas lo convierte en un modelo de conducta.

La película ha sido criticada por quienes consideran inaceptable que se ensalce la figura de un hombre que combatió en defensa del fascismo. ¿Qué opina al respecto?

Como digo, cada espectador es libre para hacer su propia interpretación de ella. Para mí es ante todo una película sobre la solidaridad, y fue concebida en el período de las políticas de contención de inmigrantes impulsadas en Italia por quien entonces era su Ministro del Interior, Matteo Salvini; espero que quienes la vean estén de acuerdo en que existen leyes eternas e inmutables como la ley del mar, que exige el rescate de hombres indefensos a merced de las olas, que no deben ser violadas. Yo nunca dejaré de interpretar un papel por miedo a las críticas, y a lo largo de mi vida he encarnado a mafiosos, a políticos corruptos, a anarquistas. De hecho, siempre he obtenido mis mayores victorias cuando me he rebelado contra esos temores. 

Al final de la película, al ser preguntado por el motivo que lo llevó a salvar las vidas de sus enemigos, Todaro responde: "Porque somos italianos". ¿No es eso patrioterismo?

Esa escena sucedió realmente, y esas son las palabras exactas que Todaro pronunció. Para él, ser italiano significaba acoger y no rechazar; significaba enriquecerse con la diversidad y responsabilizarse de los demás. Y si ser italiano significa eso, entonces yo soy italiano. Sé algo sobre la hospitalidad. Provengo de una familia que siempre mantuvo sus puertas abiertas; recuerdo que, de niño, en más de una ocasión tenía que dejar mi habitación para que mis padres pudieran hospedar a alguien que lo necesitaba. Y ese tipo de actitud es la que yo trato de inculcar a mis hijas. 

Durante la presentación de ‘El buen italiano’ en la pasada Mostra de Venecia, usted generó cierta controversia al mostrarse crítico con películas estadounidenses como ‘Ferrari’, protagonizada por Adam Driver, que utilizan actores americanos para contar historias italianas. ¿Cree que se le malinterpretó?

Sin duda, mis palabras fueron tomadas como una pataleta de actor resentido cuando en realidad trataban de arrojar luz sobre un problema sistémico. Obviamente, no tengo nada en contra de Adam Driver, que es mucho mejor actor que yo. Pero es cierto que actualmente, cuando en Estados Unidos se hace una película sobre personajes asiáticos, la interpretan actores asiáticos. Y también es cierto que hace unos años, cuando Netflix quiso llevar al cine ‘Sin novedad en el frente’, que es una novela alemana, contó con un director y unos actores germanos. Mis palabras iban dirigidas sobre todo a los productores y el sistema cinematográfico de mi país. Cada vez tenemos menos productoras italianas, porque la mayoría son propiedad de empresas extranjeras. Y esas empresas no solo distribuyen nuestras películas sino que también nos dicen cómo deben escribirse nuestras historias. Y no hacemos nada para detenerlo. Si dejamos que otros cuenten esas historias, y que en ocasiones hagan retratos estereotipados de lo que somos, corre el riesgo de cambiar nuestra percepción de nosotros mismos.