10 recuerdos para un Grec 2024 que sabe a despedida

Noches griegas

Fin de ciclo tras ocho años de Francesc Casadesús al mando del festival escénico más importante de Barcelona. Edición para sacar pecho y mirar con orgullo el camino recorrido. Una celebración con artistas de la casa que protagonizaron las noches del Teatre Grec. Inauguró Sílvia Pérez Cruz con un recital de una calidad indiscutible, pero con una duración de tres horas que puso a prueba la paciencia de los no acólitos. Para el recuerdo, el autohomenaje de Dagoll Dagom, noche musical al aire libre con sabor a despedida.

Maratón de "te quieros"

Lo que en principio parecía un ejercicio de corte intelectual, acabó convertido en el gran acontecimiento que recordaremos de esta edición del Grec. La performance 'The Second Woman' nos mantuvo en vilo durante 24 horas seguidas. La actriz María Hervás repitió la misma escena casi cien veces aportando matices a cada 'partenaire' que pasó por el Lliure, no hubo dos “te quiero” iguales. Una proeza que nos enganchó por su carácter irrepetible, pero también por el ácido retrato de la masculinidad que dibujó la reiteración.

Bailes de verano

A pesar de que el foco de la edición no era la danza, han sido los espectáculos de movimiento los que han elevado el listón. Ejemplo de ello, el virtuosismo magnético de la Hofesh Shechter Company y el derroche de técnica de William Forsythe. Betty Tchomanga puso el acento más experimental, mientras que los ítalo-madrileños Kor’sia volvieron a despuntar con su 'Mont Ventoux'. La representación local estuvo a la altura con el penetrante 'Quiso negro' de Ester Guntín, una artista que tendremos que seguir de cerca.

Estrellas con poco brillo

El desfile habitual de grandes figuras del panorama escénico internacional no se acopló a las expectativas. El Hamlet feminista de Christiane Jatahy nos dejó tan fríos como el ambiente pijo que retrataba. Los 'Billy's' de Jan Lauwers se desplegaron para el consumo interno de los muy posdramáticos. Lola Arias exploró las fronteras algo gastadas de un teatro documental bien intencionado. Krzysztof Warlikowski no escogió el espectáculo más brillante para su debut en el Grec, y de Kae Tempest esperábamos más interacción con Clara Aguilar.

Sorpresas (o no tanto)

De la unión del bailaor Israel Galván y la 'performer' Marlene Monteiro Freitas eclosionó un fresco artefacto, un escupitajo a los puristas del flamenco. Otra gamberrada, 'Un cuerpo sin talento' de Monte Isla, escatológica para destruir todas las convenciones teatrales. En un plano clasicista completamente diferente, Llàtzer Garcia volvió a estrenar el mejor texto del festival, 'Les mans' (hasta el 4 de agosto en La Villarroel), y Lolita hizo caer todos los prejuicios con su interpretación de 'Poncia' en el Goya.

Para recuperar en temporada

Un mes de festival no da para ver 81 espectáculos. Así que tocará recuperar obras el curso que viene. Seguro que en el Lliure encaja mejor 'El misantrop' protagonizado por Pol López, versión contemporánea en verso que se esfuerza por sonar moderna. Sin entradas nos quedamos para el retorno de Oriol Broggi a Wajdi Mouawad, pero tranquilos porque 'Tots ocells' vuelve en septiembre. En gira podremos recuperar 'Sis hectàrees d’oliveres', de Aina Tur, y esperamos, aunque no está confirmado, que 'L'últim dia' de Lluïsa Cunillé vuelva al Àtrium.

Fuera de escena

Uno de los aciertos del festival de los últimos años es su apertura hacia nuevos espacios, sobre todo los museos. Yinka Esi Graves bailó en el MACBA, Candela Capital convirtió el MNAC en una discoteca y Serge Attukwei Clottey intervino la fachada de la Tàpies. Lo que no acaba de cuajar es la apuesta por las artes de la calle. Barcelona no es Tàrrega, es evidente, pero seguro que con mayor peso en el programa y mejor comunicación sobre los artistas convocados subiría el entusiasmo hacia las propuestas gratuitas al aire libre.

Clásicos contemporáneos

Casi nunca defrauda, pero esta vez la papisa Angélica Liddell no deslumbró tanto como en el estreno de 'Vudú (3318) Blixen' en Temporada Alta. Al Grec replicó 'Dämon', el espectáculo de inauguración del Festival de Aviñón que costó encajar en Barcelona lejos de la solemnidad del Palacio de los Papas. Los que no defraudaron, Baró d'Evel con 'Qui som', apuesta elevada de su teatro visual. Finalmente, Marcos Morau y La Veronal cerraron un ciclo de triunfos con la versión XXL del ya mítico 'Sonoma'.

Marca de la casa

Artistas que han marcado el perfil del festival volvieron para una suerte de final de etapa. Xavier Bobés presentó tres espectáculos, pasado, presente y futuro de su talentosa carrera en el teatro de objetos. Azcona&Toloza despegaron con un nuevo rumbo cósmico para su teatro documental. Finalmente, El Conde de Torrefiel volvió a los orígenes con 'La luz de un lago', un espectáculo sencillo, pero muy certero en su amalgama de lenguajes. Por desgracia, solo lo pudimos ver cuatro días. Tres ejemplos de creadores que desde el Grec han volado por el mundo.

Hasta siempre, Casadesús

Ninguna etapa reciente ha sido tan prolífica para el Festival Grec como la que ha capitaneado Casadesús. El apoyo y seguimiento a un grupo de artistas ha permitido crear un sello de calidad que desde Barcelona se ha exportado por toda Europa con una resonancia nunca vista. Las alianzas tejidas con otros festivales y el prestigio acumulado son un patrimonio que tendrá que cuidar la próxima directora, Leticia Martín Ruiz. El listón ha quedado muy alto, así que solo cabe una despedida posible: 'gràcies per tant, Cesc!'