Crónica

Take That, una autoparodia en las Noches del Botánico: no te rías, podrían ser tus padres

Gary, Mark y Howard repasan sus viejas glorias en un concierto demasiado juvenil para tener 50 años

Take That, en las Noches del Botánico.

Take That, en las Noches del Botánico. / Kiko Huesca

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Es difícil decirlo, pero ahí va: Gary, Mark y Howard podrían ser tus padres. Con su barba perfilada y su chaqueta ceñida. Las canas teñidas, claro. Y el bíceps trabajado. Qué imagen, sí. Hay cosas que los hijos nunca deberían ver. Así que, si tienes estómago, y quieres reconocer a tu Manolo, Carlos y Enrique en ellos, quédate. Quizá, sea el momento perfecto de tener una charla más que necesaria. Este miércoles, en las Noches del Botánico, Take That confirmó no haberla tenido jamás. De lo contrario, habrían controlado tanto aspaviento y tanta purpurina. Sólo faltó que sonara 'Escándalo' de Raphael para que la velada tomase tintes de Nochebuena.

Puntuales y frenéticos, pisaron un recinto que soñaba con recrear los 90 que Chimo Bayo, Marta Sánchez y OBK lideraron en España. Al igual que ellos, el trío sigue viviendo de las glorias que les consagraron entonces. Que, ojo, visto lo visto, han envejecido mejor que ellos. A nadie le extrañaría escuchar hoy 'A Million Love Songs', 'Everything Changes' y 'I Found Love' en una comedia romántica de Netflix. En directo, la cosa cambia. Y, anoche, la banda lo confirmó a plomo. En parte, por culpa de estridentes contorneos y profundas miradas que enfatizaron un interés constante en lucirse. Por encima, incluso, de las canciones. Y, oye, mira, esto no es la Superpop.

Take That repasó sus grandes éxitos en las Noches del Botánico

Take That repasó sus grandes éxitos en las Noches del Botánico / RICARDO RUBIO

No son los únicos que se han hecho mayores, sus fans también. Y, a pesar de los años, el fervor no ha decaído. Las camisetas, gorras y bolsas con las caras de su integrante favorito, un poco roídas, descoloridas también, demostraron que la pasión sigue intacta. En cambio, por suerte, sus ojos han perdido visión, ahorrándose cierto bochorno. En especial, cuando se turnaban el protagonismo como si de tres adolescentes con las hormonas revolucionadas se tratasen: cada uno tuvo su chute de ego correspondiente, no fuese a ser que la boy band volviese a disolverse. La tercera sería y, ahí, el riesgo de no regresar es mayor. Una lástima, sí. En ambos sentidos.

Pasito arriba, pasito abajo, diseccionaron sus grandes éxitos: desde 'Giants' hasta 'Patiente'. A sus 50, ojo, sonaron mejor en su garganta. Quizá, lo único positivo de un infinito retorno que la industria se ha encargado de explotar con ediciones exclusivas, raras y limitadas de sus nueve álbumes. Del último, 'This Life' (2023), recuperaron 'Windows', el exponente más realista de esta nueva etapa: un medio tiempo luminoso que, a pesar de conservar la esencia, y tener un poso nostálgico evidente, suena maduro. Propio, por tanto, de la fase vital que los tres miembros están afrontando. Sin artificios… ni canguelos.

Sin remordimientos

Dedicaron besos y guiños a una masa que no olvida a Robbie Williams: abandonó la formación en 1995 para emprender una próspera carrera en solitario, dejando en duda la continuidad del proyecto. Para la sorpresa de muchos, continuó y se adaptó con relativa facilidad. Buen ejemplo de ello es el furor que desató 'Beautiful World', el álbum que les reunió en 2006. Así que, si bien su espíritu estuvo presente en la Complutense, fue instantáneo. Él no hubiese aceptado un espectáculo de semejantes características: muy voluble, muy ambicioso, muy dinámico… pero poco coherente. No se puede abordar el 'How Deep Is Your Love' de Bee Gees como si tuvieras 20 años porque, vaya, no los tienes.

El público vibró cuando Take That tocó 'Patience' y 'Giants'.

El público vibró cuando Take That tocó 'Patience' y 'Giants'. / RICARDO RUBIO

Aunque sobreactuados (¿o eran así también antes?), hay que reconocerles el mérito de conservar una multitud tan fiel como la suya. Con tal de tenerles cerca, el resto dio igual. No importó que Gary, Mark y Howard se autoparodiasen sin remordimiento alguno. Aquí, la clave fue sentir que el tiempo, por un ratito, resucitaba un pasado donde todo tenía otro sentido. De ahí que, junto al griterío que les acompañó durante la cita, alguna que otra lágrima se escapase. Aquellos cantantes de moda no retornarán, como tampoco lo harás tú. Por ello, justamente, este concierto resultó tan efervescente para algunos. Pero, por favor, asumámoslo: podrían ser nuestros padres.