Festival Guitar BCN

Andrés Calamaro se crece a lomos del clásico ‘Honestidad brutal’ en el Poble Espanyol

El músico argentino ofreció un intenso y sólido concierto en el que prestó especial atención al celebrado doble álbum que publicó hace 25 años

Andrés Calamaro es uno de los conciertos que organiza el Festival Guitar BCN en el Poble Espanyol.

Andrés Calamaro es uno de los conciertos que organiza el Festival Guitar BCN en el Poble Espanyol. / Joan Cortadellas

Jordi Bianciotto

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Tan caudaloso como fue en otros tiempos Andrés Calamaro como compositor, y en los últimos años tiene a sus seguidores a pan y agua (desde ‘Cargar la suerte’, 2018). De aquellos tiempos en que sacaba canciones de debajo de las piedras sale el repertorio que da cuerpo a esta gira cuyo título, ‘Agenda 1999’, es un eufemismo para no llamarla sin rodeos ‘Honestidad brutal, 25 años’. De eso se trató este viernes en el Poble Espanyol (festival Guitar BCN), de rendir honores a este doble disco fundamental del rock en español, cuyo aniversario ha traído una reedición en forma de séxtuple CD bautizado como ’extra brut’.

Un álbum que da la razón a las tesis que asocian el dolor anímico y el caos con la creatividad: flota ahí tanto una separación sentimental como la nube de cannabis y cocaína en la que fueron inmortalizadas esas canciones. Pero hablamos de algo así como el ‘Blonde on blonde’ de Calamaro, obra torrencial (más cohesionada que el posterior triple álbum ‘El salmón’), donde la derrota y la herida propulsaron un repertorio arrollador del que, en el Poble Espanyol, Calamaro ofreció una amplia muestra, 16 de sus 37 canciones. Empezando a medio gas, con el blues ‘No va más’ camino del pulso rocanrolero de ‘¿Para qué?’ y ‘Eclipsado’.

Flechas del amor

Canciones que destilan cierta bilis hacia el género femenino, hay que decir, como ‘Cuando te conocí’ (“ya no salías con aquel chico casado / que te prometía que la dejaría / y todavía no se había divorciado”), que la banda desplegó con maneras sólidas, narrativa rockera tocada por los fieros solos de guitarra de Brian Figueroa. Y qué decir del sarcasmo de ‘El día de la mujer mundial’, con esa lírica entrañable (“ojalá te sientas solamente un poco mal”), canción requetetóxica vista con ciertos ojos actuales, que incorporó un belicoso injerto de ‘Kashmir’, de Led Zeppelin. Y el paisaje después del amor y la guerra de ‘Los aviones’, con su cadencia de bossa nova y el tacto jazzístico de Germán Wiedemer al piano.

Fue un concierto más sobrio y canónico que otros que recordamos en Barcelona (Liceu, Razzmatazz), aunque no faltaron algunos comentarios (esta vez, breves) de corte extramusical, cuando se metió en arenas futboleras y clamó a favor de “los pericos, el único club de barrio de Barcelona”, que “el domingo se juegan el ascenso”. Concierto que dedicó a Jaime Urrutia (Gabinete Caligari), “que cumple años”, abierto en el tramo final a temas de otros álbumes.

Calamaro serio, competente y profesional, adjetivos que no siempre han salpicado las crónicas de sus conciertos. Ahí estuvieron, cruzándose con ‘Te quiero igual’ y ‘Paloma’, agasajadas repescas de ‘Tuyo siempre’, ‘Flaca’ (al teclado y propulsando el cántico general) o la inhabitual ‘Alta suciedad’ en versión volcánica, estirando la fiesta. Y ‘Días distintos’, canción contra las disyuntivas imposibles, a favor “del vicio, la música y el amor”. Despedida de una noche en la que Calamaro, acudiendo a composiciones de hace 25 años, dio su mejor perfil de los últimos tiempos en Barcelona.

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