Historias de la Barcelona marítima (III)

De las Gaviotas a la Palomas: las 'Golondrinas' olvidadas de Barcelona

Capítulo I - Los primeros 'Juegos' de Barcelona fueron en el mar

Capítulo II - El Rompeolas, el paseo marítimo más popular y añorado de Barcelona

Las 'otras' Golondrinas de Barcelona

Las 'otras' Golondrinas de Barcelona / EPC

David Martínez Herrada (@historiesdebcn)

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El pasado mes de julio se puso en funcionamiento el bus náutico del puerto de Barcelona, entre el Moll de Drassanes y el de Llevant. Este nuevo servicio se suma a la larga lista de embarcaciones de transporte y recreo que ha tenido Barcelona a lo largo de su historia. Una relación que va más allá de las archiconocidas Golondrinas y que incluye nombres hoy caídos en el olvido, como las Gaviotas o las Palomas

Todo empezó hace ahora 140 años, cuando un indiano cubano, Leopoldo Herrera, creó un transporte marítimo por el puerto, importado de la ciudad de Matanzas. El servicio de vaporcitos Ómnibus se inauguró a principios de 1885, tras varios meses de pruebas. Contaba con tres embarcaciones, que realizaban el trayecto entre el Portal de la Pau y la Barceloneta, facilitando el acceso a los baños, en una época en que la red de tranvías era aún limitada.

Esta empresa tuvo una vida corta. El propietario vendió los vapores a Feliciana Goñi, que relanzó el negocio en 1888, aprovechando el tirón turístico de la Exposición Universal. El servicio fue rebautizado con un nombre que hizo fortuna, las Golondrinas, en referencia, dicen, a una ave de las costas caribeñas. En 1913 se inauguró la línea al Rompeolas, por entonces todavía en construcción. Un recorrido que, con los años, se hizo inmensamente popular. Hubo también episodios trágicos, como en 1922, cuando un vapor de la Tabacalera chocó contra una de las Golondrinas. El naufragio dejó diez víctimas mortales

Gente desembarcando de unas "golondrinas" de Barcelona en 1988

Gente desembarcando de unas "golondrinas" de Barcelona en 1988 / Arxiu Municipal del Districte de Ciutat Vella

Un año más tarde, tres socios, Macià Casadevall, Rafael Gasch y Manuel Roca, obtuvieron la licencia para transportar turistas y trabajadores portuarios. Nacían las Gaviotas, con tres embarcaciones de segunda mano adquiridas en Hamburgo y propulsadas a motor de gasoil, a diferencia de Golondrinas, que funcionaban a vapor. Otra novedad de las Gaviotas eran las barcas llamadas "imperiales", que contaban con un piso superior. Tras una etapa de competencia, marcada por la guerra de precios, las Gaviotas ganaron la partida y absorbieron a las históricas Golondrinas. En un principio, los socios propietarios optaron por mantener ambas marcas, aunque el nombre de las Golondrinas llegaría incluso a desaparecer un tiempo, durante la posguerra.

Las golondrinas en 1951.

Las golondrinas en 1951. / JOSÉ M. LÓPEZ

En los años 30 aparecieron las Sirenas, unas nuevas embarcaciones a motor, de tipo jardinera, es decir, descubiertas. Finalmente, en 1934 las autoridades intervinieron para ordenar el transporte portuario. La línea del Portal de la Pau a los baños de la Barceloneta quedó asignada a las Golodrinas, mientras que la ruta al paseo del Rompeolas se repartió entre las Sirenas y las Gaviotas.

Una "golondrina" por el puerto de Barcelona en el primer tercio de siglo XX

Una "golondrina" por el puerto de Barcelona en el primer tercio de siglo XX / Arxiu Municipal del Districte de Gràcia

La oferta de transporte y recreo por el puerto se completaba con los boteros, pequeñas barcas a remo que se dedicaban, sobre todo, al transporte de pasajeros entre muelles, a modo de taxis acuáticos.

En los años 50, los diferentes negocios de embarcaciones se fusionaron en una única sociedad, Sirenas, SA. Como marca comercial, la empresa recuperó la denominación tradicional de las Golondrinas, en detrimento de las Gaviotas. Paralelamente, en esta época aparecieron nuevas embarcaciones, como las Mensajeras o las Palomas, que también ofrecían rutas a la escollera.

Dos de las embarcaciones de las Golondrinas, este miércoles en el puerto.

Dos de las embarcaciones de las Golondrinas, este julio en el puerto. / Zowy Voeten

En los 60, las taquillas de Golondrinas y Palomas competían codo con codo en el Moll de Drassanes para captar a la clientela. Hasta que la eclosión del automóvil puso fin a los años dorados de los viajes marítimos al Rompeolas. Y las Palomas volaron definitivamente del puerto.

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