Entrevista

Raquel González, jefa de caracterización de 'Tu cara me suena': "Nuestros enemigos son el 5k y la alta definición"

La responsable del equipo encargado de transformar a los concursantes en los cantantes que imitarán cuenta cómo es su trabajo

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Raquel González, jefa de maquillaje de 'Tu cara me suena', caracteriza a Raoul.

Raquel González, jefa de maquillaje de 'Tu cara me suena', caracteriza a Raoul. / Jordi Cotrina

Inés Álvarez

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Si hay algo que caracteriza a 'Tu cara me suena' es buscar la excelencia. Ya no solo son los nueve concursantes los que en cada edición lo dan todo para ofrecer la mejor de las imitaciones, sino que es el reto del todo el equipo, entre los que se encuentran los encargados de la música, las coreografías, el atrezo, el vestuario y la caracterización, por hablar solo de los que se percibe su trabajo. Sobre todo la caracterización, porque no hay programa en la tele (a excepción de ‘Polònia’) que  tenga un departamento dedicado a transformar las caras de los participantes. Y en esto los profesionales liderados por Raquel González se coronan como la ‘crème de la crème’, ya que deben superar un mínimo de nueve retos semanales (si hay invitados el número aumenta), y lo hacen con nota. No es de extrañar que cuenten con tres premios Iris.

Supremme De Luxe, Raquel Sánchez Silva, Julia Medina y Pastora Soler, en pleno proceso.

Supremme De Luxe, Raquel Sánchez Silva, Julia Medina y Pastora Soler, en pleno proceso. / Jordi Cotrina

Por eso celebran su trasladado a un piso alto de los estudios Mediapark, donde hay más espacio y mucha luz, ya que en los días de grabación o de gala final se convierte aquello en un febril taller de fabricar caras al que entran unos famosos y salen otros: los cantantes que  deben imitar. El resultado es espectacular. Y eso que desde que el clonador reparte los papeles, el equipo tiene solo una semana. “Me presentan todas las imitaciones y el  concursante que la hará con los links de los vídeos. Hacemos capturas de pantalla y buscamos fotos en internet del personaje para ver las narices, color de ojos , detalles...”, comienza a contar González, con una pared a su espalda donde cuelgan coletas postizas como si de trofeos taurinos se trataran.

Dibujando caras

Cuando ya tienen todo, toca dibujar: “Porque nosotros dibujamos la cara. No usamos efectos especiales. Ni prótesis. No daría tiempo para prepararlas, porque necesitaríamos a los concursantes previamente para hacer los moldes. Y supone un dinero que no tenemos. Además, precisan de un gran mantenimiento”, sigue contando. “La maravilla de este programa es que se puede hacer de todo y todo aguanta bien”, asegura. Pese  a que los concursantes, tras su actuación, no paren de revolcarse, bailar y besarse. “En el caso de las narices usamos una pasta para modelar que no se acaba de secar del todo que nos va muy bien, porque podemos ir retocando durante el programa”, detalla, mientras enfatiza que no quería llegar a la caricatura. “Quería tener ese punto de realismo y por eso no podemos apretar el maquillaje”, explica.

Pinturas y utensilios para caracterizar en 'Tu cara me suena'.

Pinturas y utensilios para caracterizar en 'Tu cara me suena'. / Jordi Cotrina

El día de las actuaciones ya lo tienen todo listo. En uno de los tocadores, un soporte con forma de cabeza sostiene la peluca de Manolo Escobar, la que lucirá Juanra Bonet, con la foto pegada del cantante, que servirá de chuleta. Y así en todas las mesas con otros rostros, lo que compone un paisaje entre raro e inquietante. Cuando llegan los concursantes se les somete a un proceso que dura entre cuatro y cuatro horas y media. Dependiendo de la dificultad, la jefa llama a más profesionales del equipo, formado por cinco peluqueros y ocho maquilladores. Y si hace falta ella también se pone a maquillar. En esta ocasión se ha encargado de convertir a Raoul en Mahmood. Aunque el que más irreconocible es Miguel Lago, que va dentro de un gigantesco muñeco Olaf de ‘Frozen’ y apenas se le ve la cara. “Muchas veces hemos hecho maquillaje de fantasía. Pero ahora hacen estas cabezas y solo se ve la parte de la boca”, explica, por lo que no vale la pena maquillar.

Cambio de género

Un tema que le lleva por el camino de la amargura son las pelucas: “Nunca encuentro la que quiero y no siempre queda todo tan perfecto. Si ves la cara por separado, la peluca por otro lado y el vestuario por otro, pues no. Pero todo junto y una vez en el escenario, el impacto visual que tiene el público es de sorpresa total”, se consuela. Otro hándicap es convertir a un hombre en mujer o viceversa. “Aunque el mayor problema es cuando hay dos cantantes con dos caras casi iguales. Cuanto más normales sean o más clásicos, más difícil resulta”, se lamenta, mientras recuerda que deben maquillar también a los bailarines y a los invitados. “En total pasan por aquí cada semana unas 30 personas”, detalla.

Un trabajo minucioso y laborioso que requiere de mucha paciencia. También por parte de los caracterizados. “A veces es duro. Sobre todo cuando tienen que envejecer. O si se les tiene que poner barba, que es lo que más les molesta, ya que pica. Aunque sean chicos, porque son pelitos cortados que van sobre su piel. Y si llevan encima una nariz y una calva, o una peluca, imagínate”, subraya. “Tienen mucha paciencia. Y nosotros, también “, confiesa. Pero es que ellos luego deben actuar. “Somos conscientes de que están tres horas sentados sin moverse y que luego tienen que salir a cantar, con lo que tienen todos los nervios del mundo. Y no les dejamos relajarse”, reconoce. No obstante, no recuerda a nadie borde. “Ha habido alguno más difícil de tratar. Pero a mi equipo lo formo para apoyar a los concursantes. Hay que mimarlos. Si para mí es difícil, imagínate para ellos, que cada cuatro o cinco días deben aprender una coreografía o una letra”, dice empática.

David Bustamante mira cómo le ha quedado el tupé de Prince Royce.

David Bustamante mira cómo le ha quedado el tupé de Prince Royce. / Jordi Cotrina

Los tres premios Iris se los han ganado a pulso. Y no han recibido más porque no hay competencia. “En una serie tienes un mes y medio antes para hacer pruebas y preparar durante toda la serie. Aquí no. Yo venía de 'Lluvia de estrellas', donde repetían los personajes. No esperaba que aquí tendría que preparar varios cada semana”. Con tal bagaje no es de extrañar que vaya a entrenar a equipos de otros países. “Me fui a Beirut a hacer la versión de allí y estuve 10 semanas, más la preparación. Y me han llamado de otros países”. Así descubrió, por ejemplo, que no en todos los sitios hay cultura del disfraz. “En algunos no tienen caracterizadores”, explica. Y en los árabes no se hacen transformaciones de hombres a mujeres. “Y de mujeres a hombres solo nos dejaron hacer una. Hay que adaptar el formato a cada cultura”, sostiene.

No obstante, sus mayores enemigos son, sin duda, el 5K y la alta definición, que son la 'prueba del algodón'. “Se ven todas las taras, todos los pegamentos. Lo son también para las presentadoras que no van caracterizadas y ya tienen una cierta edad. Con eso se pierde la magia de lo que era la televisión”, sostiene. Se echa de menos la media que ponía Sara Montiel en la cámara para lucir divina, vamos. La luz tampoco se lo pone fácil: “En el clonador hay una; en la actuación, otra; en el momento del jurado, otra más, y una diferente en el sofá", enumera. Con razón los caracterizadores de cine y de teatro dicen que lo suyo es otro mundo. En las escuelas de caracterización debería haber la rama ‘Tu cara me suena”. Y ya sabemos quién sería la encargada de impartir el máster.