ASESINATO EN TOLEDO

Los amigos de Mateo escaparon del asesino de Mocejón subiéndose al techo de un chiringuito del polideportivo

"Mateo era más pequeño y no logró escaparse", relatan vecinos de Mocejón a los que testigos presenciales han contado lo ocurrido el domingo

Efectivos de la Guardia Civil en el polideportivo de Mocejón donde el pequeño Mateo fue apuñalado hasta la muerte.

Efectivos de la Guardia Civil en el polideportivo de Mocejón donde el pequeño Mateo fue apuñalado hasta la muerte. / EP

Roberto Bécares

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"Pudo haberle pasado a cualquiera de los niños que estaba allí". Es una frase que se repite entre los vecinos de Mocejón (Toledo), un pueblo que sigue impactado por el asesinato el domingo de Mateo, un niño de 11 años, mientras jugaba al fútbol con unos amigos en el polideportivo Ángel Tardío. 

Aunque las actuaciones se encuentran bajo secreto de sumario, cada vez se conocen más detalles de lo ocurrido aquel día. Las cámaras de seguridad capturaron a J.P., el presunto asesino, que aparentemente tiene problemas mentales, caminando por el centro del pueblo sobre las 9.20 de la mañana camino del polideportivo, situado a las afueras de la localidad. Llevaba una camiseta anudada al cuello que luego utilizará para tapar su rostro.

Agujeros en la valla del polideportivo

Dos grupos de chavales se habían colado a las instalaciones deportivas por unos agujeros del vallado. Uno de esos grupos era el de Mateo, que había acudido con dos de sus amigos, de la misma edad, a jugar al fútbol en el campo grande, que está rodeado por una pista de atletismo y al que había que colarse incluso por el roto de una segunda valla. "Es un agujero que han hecho los propios niños para meterse dentro", aseguran en el pueblo.

Tal y como relatan varios padres del municipio, los críos se iban allí a primera hora para evitar las horas de más calor -se han llegado a superar los 39 grados estos días en Mocejón-. A veces se juntaban hasta diez pequeños, todos o casi todos compañeros del Colegio Público Miguel de Cervantes. Ese día eran solo tres. 

Según han explicado los testigos presenciales que estaban en el polideportivo al resto de amigos, vieron llegar a J.P. blandiendo un cuchillo que, según los investigadores, el agresor habría cogido de casa de su padre. 

La huida de los pequeños

Tras desistir de acercarse a un grupo de unos niños más mayores, el presunto homicida se dirigió a los más pequeños, que empezaron a correr. Los dos amigos de Mateo consiguieron escaparse saltando al techo de un chiringuito del polideportivo con la ayuda de unas cajas de bebidas de cristal a las que se encaramaron. Pero Mateo no lo consiguió. J.P. le asestó 11 puñaladas. "Es que era más pequeño. No le daría tiempo a escapar", barruntaban varias madres este martes en una cafetería del centro del pueblo, frente al Ayuntamiento, que sigue luciendo un crespón negro en señal de luto. 

Tras el crimen, el autor huyó del campo de fútbol a pie y los niños que acompañaban a la víctima corrieron a buscar ayuda. La Guardia Civil puso en marcha una operación jaula para localizarlo, con decenas de patrullas, en la que han participado agentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial y del Grupo de Información de la Comandancia de Toledo, así como varios efectivos del puesto de Illescas. 

El presunto asesino fue a misa después

Mientras, a las 12 de la mañana, solo dos horas después del crimen, el presunto asesino fue a misa con su padre. "El chaval estaba nervioso, era un chico que no estaba bien, siempre estaba moviéndose, pellizcándose, pero ese día estaba más inquieto que nunca... Me sorprendió que no estaba su hermano ese día, que es más pequeño y siempre suele ir con ellos. Es una familia que no se relacionaba con nadie", relata una vecina de Mocejón, donde se ha instalado la sensación de que "la Justicia o quien fuera" debería haber adoptado alguna medida con el chaval, que tenía un 70% de discapacidad declarada. De acuerdo al testimonio de varios vecinos, el agresor "no hablaba con nadie" y se "desorientaba con facilidad". 

El presunto homicida no fue detenido hasta el lunes a primera hora de la tarde en la calle Dalí, donde vive el padre, al lado del cementerio. En su primera declaración reconoció los hechos, aunque evidenciando sus problemas de salud mental: "Ha sido mi otro yo, ha sido mi copia", tal como ha desvelado El Periódico de España en exclusiva. Luego añadió: "Yo estaba allí, pero yo no he sido". Y explicó que tras matar al niño, tiró el cuchillo en una acequia a 700 metros del polideportivo y luego se fue a casa de sus abuelos, donde se dio una ducha. De allí le habría recogido su padre para ir a misa.

Hoy, los agentes del Instituto Armado siguen buscando el arma del crimen mientras se está a la espera de que se realice la autopsia al cuerpo del niño, tras la que se celebrará el funeral.