Tendencia nociva

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Óxido nitroso, popularmente conocido como 'gas de la risa'.

Óxido nitroso, popularmente conocido como 'gas de la risa'. / 123RF

Lola Gutiérrez

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El óxido nitroso, popularmente conocido como 'gas de la risa', ha ganado notoriedad entre los jóvenes como una forma rápida y asequible de alcanzar un estado de euforia. Su accesibilidad y aparente inocuidad han convertido este producto en una nueva tendencia –cada vez a edades más tempranas– dentro de las discotecas o los botellones.

Sin embargo, esta tendencia no está exenta de riesgos severos para la salud, y su creciente uso ha encendido las alarmas entre los profesionales médicos y autoridades sanitarias.

¿Qué es el óxido nitroso?

El óxido nitroso es un gas incoloro que se utiliza comúnmente en entornos médicos como anestésico. También se destina a otros usos como inflar globos, en ámbitos como la restauración o para potenciar motores en entornos industriales.

Recientemente, ha saltado al ojo público debido a su consumo recreativo, donde los usuarios inhalan el gas para experimentar una sensación de euforia temporal y risas incontrolables, de ahí su apodo de 'gas de la risa'. A menudo, se vende en pequeños cilindros o se utiliza en cartuchos destinados originalmente para la cocina, lo cual facilita su acceso. Países como Reino Unido, donde el uso con fines recreativos de esta sustancia se prohibió a finales del año pasado, ya han salido al paso para hacer frente a esta problemática.

Efectos inmediatos y consecuencias a largo plazo

Aunque el gas produce un efecto rápido y breve, los expertos advierten sobre las consecuencias de su uso. Los efectos secundarios inmediatos incluyen mareos, desorientación y falta de coordinación.

Con todo, los riesgos más graves vienen con su consumo regular, que puede llevar a daños neurológicos permanentes, pérdida de conciencia e incluso la muerte en casos extremos. La inhalación de óxido nitroso también puede causar hipoxia, una condición en la que el cuerpo no recibe suficiente oxígeno, lo que aumenta el riesgo de complicaciones severas.

Parte del problema radica en la percepción del gas como una sustancia inofensiva. Muchos jóvenes desconocen o subestiman los riesgos asociados con su uso, creyendo que por ser legal en algunos contextos, su consumo no comporta la exposición a otros peligros.