Viaje al 'Corredor del fuet' (2)

El 'mena' que planta cara a Orriols: "Quiere dividir el pueblo, pero no lo consentiremos"

Omar Elabdali estudia Robótica y Mecánica Industrial y forma parte de la Associació Marroquina Juvenil del Ripollès para luchar contra el odio y fomentar la convivencia

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Omar Elabdali, un joven migrante que ha vivido en centros de menores y es uno de los fundadores de la Asociació Marroquina Juvenil del Ripollès

Omar Elabdali, un joven migrante que ha vivido en centros de menores y es uno de los fundadores de la Asociació Marroquina Juvenil del Ripollès / zowy voeten

Elisenda Colell

Elisenda Colell

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Omar Elabdali nació en Alcazarquivir (Marruecos) en 1994. En un lugar donde los niños sueñan con pateras. Donde el Estrecho, España y Europa se ven al alcance. Una vida mejor, una vida nueva. “Tenía la obsesión de irme a España y de vivir otra vida, estaba loco con esto, no pensaba en otra cosa”. Ahora vive en Ripoll, estudia Robótica y Mecánica Industrial con una beca y ha fundado una asociación para tratar de vencer el discurso de extrema derecha que se ha expandido a los pies del Pirineo. “Tenemos que hacer algo, no puede ser que Orriols quiera dividir al pueblo, no lo consentiremos”.

A pesar de que sus padres se lo trataron de quitar de la cabeza una y otra vez, y de intentar esconderse en los bajos de un camión, sin éxito, en el puerto de Tánger, Elabdali se pasó la infancia tramando la forma de llegar a España. En 2006 dio el salto: tenía 12 años. No fue en patera, ni enroscado en ningún vehículo. Fue en barco, con su tío, que accedió a cumplir sus deseos. Lo que no supo es lo que vendría después. Soledad, maltrato y un sinvivir que le llevó de cabeza a los centros de menores. “Me convertí en un ‘mena’ más”, explica. Un Menor Extranjero No Acompañado. Uno de los acrónimos más denostados por los partidos de ultraderecha, que casi se ha convertido en insulto. Elabdali ha pasado por varios centros y dice que de cada uno de ellos ha aprendido algo distinto.

Fachada de un edificio en el centro de Ripoll, con banderas independentistas y el cartel reivindicativo contra la censura de la alcaldesa Sílvia Orriols durante las fiestas mayores.

Fachada de un edificio en el centro de Ripoll, con banderas independentistas y el cartel reivindicativo contra la censura de la alcaldesa Sílvia Orriols durante las fiestas mayores. / zowy voeten

Al cumplir la mayoría de edad, le tocó ponerse trabajar. “He hecho de todo”, resume. Pero el ‘gusanito’ de estudiar le concomía por dentro. Hasta que en 2022 encontró lo que estaba buscando: un curso de formación profesional en robótica y mecánica industrial en Ripoll. Pasó el examen de admisión y consiguió una beca en la Fundació Eduard Soler. “Y me encontré en un pueblo donde estaba creciendo la extrema derecha”, añade. Las coincidencias han hecho que la alcaldesa de Ripoll forme parte del patronato de la fundación donde Elabdali cursa sus estudios.

Ella preferiría que a él, como a miles de menores acogidos por la Generalitat, les hubieran expulsado y deportado, saltándose todos los tratados internacionales que protegen los derechos del menor. “Merecen la deportación en caliente. Estas personas tienen familiares, deben ser retornados con sus familias. No somos nadie por quitar la potestad de estos padres, ya tenemos suficiente con nuestros niños”, dice la alcaldesa. No opina lo mismo de los niños ucranianos que han llegado solos a Catalunya tras la invasión rusa. También son ‘menas’. “Pero es distinto: si hay un conflicto bélico se puede entender”. Aunque precisamente aplicar la deportación en caliente impide evaluar cada caso.

El rechazo entre dos mundos

“Cuando escuchas lo que dice la alcaldesa de este pueblo, claro que notas el rechazo”, dice Elabdali. “A la hora de hacer trámites nos impone más trabas que a los autóctonos”, se queja. El ayuntamiento es solo un símbolo, su discurso tiene el apoyo del 30% de ciudadanos con derecho a voto. “Una chica que decide ponerse el velo lo tendrá más difícil a la hora de socializar, predomina la idea de que todas lo hacen obligadas”. Y sigue: “Yo me he encontrado con personas a quienes les gustaría que te expulsaran de aquí”.

Omar Elabdali, en la plaza frente al monestir de Santa Maria de Ripoll, el pasado mes de julio.

Omar Elabdali, en la plaza frente al monestir de Santa Maria de Ripoll, el pasado mes de julio. / zowy voeten

Elabdali confirma la herida que sufre Ripoll y que atraviesa cada plaza. “Las personas de padres inmigrantes que han nacido aquí encuentran muy difícil formar parte de la sociedad. Solo por tener orígenes en otros países ya les clasifican de allí. Pero, por otro lado, si dicen que son catalanes, también notan un poco de rechazo del otro lado: hay quien supone que si tus padres son de Marruecos deberías ser marroquí”. Es la vida entre dos mundos que atraviesa a tantos jóvenes del municipio.

Es por ello que han creado la Associació Marroquina Juvenil del Ripollès. Elabdali es el secretario. “Surge de la voluntad de los jóvenes del pueblo de enfrentarnos a este discurso xenófobo e islamófobo. Para romper este estigma y rebatirlo con datos”. Promueven charlas, debates y también han tramitado notificaciones a la Conselleria de Igualtat alertando del discurso xenófobo y excluyente de Orriols. ¿Qué ha cambiado desde que existen? “Por un lado hay mucha gente de aquí que nos apoya, que quieren conocer a los inmigrantes y tratar con ellos sin problema, pero también nos hemos dado cuenta de que hay mucho negacionismo estadístico: la gente solo quiere creer una cosa, aunque no sea verdad”.

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