Un cuento infantil contra la pederastia busca ayudar a los menores a identificar abusos y a romper el silencio

Un cuento infantil contra la pederastia. "Hola, somos Júlia y Pol. Te queremos explicar nuestra historia en Barnahus". Con un dibujo de un explícito saludo de una niña y de un niño, un libro editado por la Conselleria de Drets Socials empieza el recorrido por una Barnahus (casa de niños, en islandés) para, con un lenguaje sencillo, explicar a los menores el modelo escandinavo que se ha desplegado en Catalunya destinado a atender a los niños y adolescentes que han sido víctimas de una agresión sexual.

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Todos los profesionales implicados (maestros, profesores, sanitarios, jueces, fiscales y trabajadores sociales) trabajan en un único espacio con el fin de que la víctima solo tenga que explicar los abusos sufridos una vez ante el experto que se encargará exclusivamente de su desarrollo y recuperación. La Generalitat cuenta ya con 12 centros para aplicar este proyecto y en septiembre se pondrá en marcha otro en El Prat de Llobregat. Durante los primeros meses de este año, en el que se han desplegado 11 centros que se han sumado al pionero de Tarragona, se han atendido un total de 1.450 casos.

"La victimización sexual infantil es cada vez más visible en nuestra sociedad, pero todavía hace falta más conciencia y sensibilización sobre este tema para detectar y prevenir cualquier caso y velar por la protección de los niños y adolescentes". Este es el primer párrafo de la introducción del cuento 'Anem a la Barnahus' (Vamos a Barnahus), editado por la Conselleria de Drets Socials. El libro ha sido elaborado por profesionales de la unidad integrada Barnahaus de Tarragona, que funciona desde 2020, con la finalidad, según reza su texto, "de crear una herramienta de trabajo que dé voz a los niños y adolescentes para que comuniquen sus vivencias y puedan ser escuchados". Está destinado a menores de entre tres y ocho años, aunque también se puede adecuar la lectura a los adolescentes con diversidad funcional.

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La idea es que con este cuento los menores se puedan familiarizar con el proyecto y con los profesionales de diferentes ámbitos que actúan en todo el proceso, pero también que con su lectura con un adulto se detecten casos o situaciones compatibles con la victimización sexual y poder hacer la derivación correspondiente para tratar el asunto. La historia protagonizada por Júlia y Pol, además, pretende ayuda a los menores que sufren ese tipo de abusos a identificar este tipo de situaciones y saber a quién pueden recurrir para explicarlo.

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Los expertos subrayan que la mitad de las violencias sexuales contra niños y adolescentes se producen en el ámbito familiar, lo que rompe el mito de que se trata de un entorno de protección. Además, el número de niños agredidos es similar al de las niñas, pero ellos no lo cuentan.

Empoderar a los menores

Por esta razón, al final de cuento se incluyen tres actividades destinadas a "empoderar" a los menores y facilitarles la expresión de las emociones y favorecer que se comuniquen a través del dibujo o la escritura. En el apartado "la mano de la confianza", se pregunta al niño quiénes son sus personas de confianza. El menor debe poner en el dibujo de una mano extendida el nombre de cinco de ellos (uno en cada dedo) que pueden ayudarle. En otras dos páginas, el niño debe describir con base en la expresión de ocho caras (alegre, triste, enfadado, preocupado...) lo que siente en ese momento. Y, por último, se le pregunta si le gustaría explicar alguna cosa que le haya hecho sentir mal, como les pasa a Júlia o a Pol, incluyendo un formato de 'Carta a Barnahaus' para que escriba o dibuje.

"¿Quieres saber que es Barnahus? La Barnahus es un lugar donde vamos nosotros y donde también hay niños y niñas más grandes o más pequeños. Aquí podemos explicar las cosas que nos han pasado y que no nos hacen sentir del todo bien", se lee en el cuento. "¿Júlia, tu quieres explicar lo que te ha pasado?. Me gustaría saberlo", pregunta Pol. Júlia le contesta: "¡Sí!. Todo comenzó hace un tiempo, entre alguien de mi familia y yo. Dijimos que no se lo diríamos nadie". La niña continúa: "Juntos reíamos mucho, pero a veces hacía cosas que no me gustaban. Me ponía triste, y no quería jugar más. Estuve un tiempo sin querer explicarlo a nadie, pero esta situación me hacía sufrir: sentía un lío de emociones". Un día Julia se lo explicó a una persona en la que confiaba. "Ahora que ya lo he podido explicar, me siento mejor. ¡Y Barnahus me ayuda!".

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Esta labor educativa y de concienciación y la apuesta por las Barnahus está pues dando fruto. En lo que va de 2024, las Barnahus han atendido 1.450 casos, y eso que algunas de ellas no se pusieron en marcha hasta el segundo trimestre del año. Las cifras reflejan una media de 6 casos atendidas cada día. Teniendo en cuenta la experiencia de Tarragona, la previsión de la Generalitat es atender cada año 3.600 casos en toda Catalunya.