La lacra de la violencia de género

En verano se incrementa el riesgo y los casos de violencia machista

De los 28 asesinatos machistas que ha habido en España en lo que llevamos de año, 16 han sido en los meses de junio y julio

Minuto de silencio para condenar el asesinato de una mujer en Sabadell.

Minuto de silencio para condenar el asesinato de una mujer en Sabadell. / ACN

M.B. / M.M

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Los meses de junio y julio han acumulado más de la mitad de los asesinatos por violencia machista perpetrados en lo que va de 2024. En apenas dos meses, 16 mujeres (de un total de 28) han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas masculinas. Esta concentración en el periodo estival no es un hecho aislado, sino que tiende a replicarse año a año. La violencia machista existe durante todo el año, pero los meses de verano acumulan más denuncias y asesinatos, tal como muestran los datos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. Pero, ¿qué motivos hay detrás?

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Junio, julio y agosto (con 110, 128 y 115 víctimas, respectivamente) son los meses que, junto con enero (110), acumulan la mayoría de asesinatos por violencia de género en España. El tercer trimestre suma más del 30% anual, con datos hasta 2023. En cambio, abril es el mes con menos asesinatos de mujeres (89 víctimas).

Esta tendencia es algo que ya dejaban entrever, aunque con menor claridad, las cifras hasta 2017 analizadas en el informe Análisis temporal de los asesinatos de mujeres por violencia de género en España a lo largo de 15 años (2003-2017). Sònia Ricondo, abogada especializada en derecho familiar, explica a Verificat que toda violencia es “multifactorial” y que, por tanto, no hay solo una única variable que explique el aumento de la violencia machista en verano, sino un súmmum de distintos factores.

Los cambios de rutina, la mayor convivencia, el consumo de alcohol o las olas de calor, factores agravantes

“A mayor riesgo de separaciones y divorcios, más probabilidades de que se desencadene la violencia”, ilustra Carla Vall, abogada especializada en violencia de género, en un vídeo pedagógico en su perfil de Instagram. Según Vall, el cambio de rutina es clave en este tipo de decisiones, por las cuales “los agresores deciden responder ante la posibilidad de perder a sus víctimas”. Este repunte de casos se observa también con respecto a la violencia sexual, ya que en verano “hay mucha más interacción social”, concluye.

Paula Narbona, abogada especializada en violencia de género y vicaria, matiza a Verificat que hay diferentes 'inputs' a tener en cuenta en el incremento de dichas situaciones, pero que el principal “es el hecho de pasar tantas horas juntos con una rutina totalmente distinta a la del día a día, algo que multiplica las posibilidades de vivir momentos de tensión”.

Narbona apunta también a otras variables como, por ejemplo, el consumo de alcohol, “que se intensifica en periodos vacacionales y propicia los enfrentamientos”. Por otra parte, el estudio Heat wave and the risk of intimate partner violence encontró que la violencia machista aumenta tras las olas de calor. Las autoras no defienden que la temperatura sea la causa de este incremento, sino que piden aprovechar las previsiones para activar mecanismos preventivos. “El calor genera mucho malestar y estrés, acentuando así la crispación”, añade Narbona. Pese a que todos estos factores pueden influir, la experta alerta de que no son determinantes por sí solos.

La violencia vicaria en verano: no dar señales de vida de las hijas e hijos

La violencia vicaria es un tipo de violencia machista que consiste en hacer daño a las hijas e hijos de la pareja con el objetivo final de lastimar a la madre. Este tipo de violencia machista también cuenta con más herramientas en verano. Periodo en el que, de hecho, se registran más casos, tal como recogen los datos de la Delegación del Gobierno Contra la Violencia de Género.

“Esta violencia se ejerce, por ejemplo, no dando señales de vida”, ejemplifica en conversación con Verificat Júlia Humet, abogada especializada en derecho familiar. Es habitual en muchas parejas separadas que el acuerdo les obligue a repartir el período de vacaciones para que los menores pasen un tiempo con el padre y otro con la madre. Por eso, una forma de violencia habitual, incide, es que “durante el periodo que están con el padre, este no permita a la madre hablar ni saber de las hijas o hijos”, algo que genera “situaciones de ansiedad que acaban siendo violencia psicológica” contra la madre. “No querer pagar el curso de verano o negarse a dar el consentimiento para que las criaturas puedan viajar, entre otros, es también una forma de violencia”, añade Paula Narbona, en referencia a la violencia económica.

La experta Sònia Ricondo argumenta que “el tiempo libre que tienen los agresores, y que dedican a las criaturas, son factores que pueden hacer aumentar estos tipos de violencia”. Además de los intercambios, “que durante el año se hacen en la escuela y en verano se dan entre los progenitores, y esto es un riesgo”.