Seguridad vial

Mayores al volante: "A mi padre le han renovado el carnet de conducir con 93 años aunque le cuesta andar y tiene menos reflejos"

Dos conductores sénior con dificultades psicofísicas y sus familias explican a EL PERIÓDICO las dificultades emocionales que supone dejar de conducir

"Mi hijo se quedó dormido tras trabajar hasta la madrugada y se mató en la carretera"

Un hombre de 76 años conduciendo por un área rural

Un hombre de 76 años conduciendo por un área rural / El Periódico

Patricia Martín

Patricia Martín

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Decir adiós a las llaves del coche, definitivamente, es un acto difícil. Casi el 50% de los exconductores reconoce haber dejado este hábito de manera involuntaria y un 41% vive el cese forzoso de manera negativa, porque siente que pierde autonomía o porque cree que no debería dejar de conducir, según un reciente estudio de la Fundación Mafpre. Jaime López y Pedro Almirall son dos de los catalanes que están pasando por el proceso y ellos y sus familias explican a EL PERIÓDICO cómo se sienten y las dificultades emocionales que atraviesan:

El caso de Jaime: "Mi padre se cayó después de que le renovaran el carnet y ha pegado un bajón, pero se niega a dejar de conducir"

Jaime López tiene 93 años y hasta hace pocos días, que ha tenido algún problema de salud y algún despiste importante, conducía con frecuencia. Su familia lleva tiempo con ganas de apartarle de la carretera, porque han notado que, aunque conduce bien, muy concentrado, sus reflejos no son los mismos y dado que “hay mucho loco” que conduce de manera imprudente, “cualquier día puede no reaccionar bien y tener un accidente”, según explica Carme, la hija de Jaime.

Jaime es bastante “tozudo” y se resiste a ‘aparcar’ el volante, aunque su familia lleva tiempo intentando convencerle

A Jaime le renovaron el carnet hace un año y aunque él admitió en el reconocimiento médico que le costaba un poco andar y pidió que se lo renovarab solo por dos años, finalmente se lo renovaron por tres. "Yo no lo entiendo, se ve que es un centro de psicotécnicos bastante laxo porque cuando yo hago la prueba de coordinación, me equivoco bastantes veces, por lo que tengo dudas de que él lo hiciera perfecto", reflexiona Carme, que confiesa que él y su hermano "rezaban" para que a su padre no le renovaran el permiso.

Él es bastante "tozudo" y se resiste a ‘aparcar’ el volante, aunque su familia lleva tiempo intentando convencerle. Incluso su mujer hace cinco años que ha dejado de acompañarle en los viajes, por miedo precisamente a tener un accidente, aunque él siempre alega que si le han renovado el carnet, es porque es apto para conducir.

Hace pocos días ha dejado de conducir, de forma temporal, por un episodio que no ha querido contar a su familia. “Creemos que se ha asustado", relata la hija

El problema, en el caso de Jaime, es que al poco tiempo de que le renovaran el carnet, sufrió una caída y se golpeó en la cabeza. No se hizo nada grave pero los primeros días estaba desubicado, no sabía bien qué hora era, estaba “despistado y hacía cosas raras”. Desde entonces, “ha pegado un bajón increíble” y ahora sus facultades para conducir están aún más mermadas. Incluso el médico que le atendió le recomendó que dejara el volante, pero no quiso.

Los despistes

Además, recientemente ha tenido dos despistes importantes. Hace unos 15 días aparcó el coche en una localidad de Tarragona que no es donde vive y tardaron más de 15 días en encontrarlo, porque no se acordaba de donde lo había dejado. También ha perdido las llaves.

Y hace pocos días ha decidido dejar de conducir, de forma temporal, por un episodio que no ha querido contar a su familia. “Creemos que se ha asustado y por eso lo ha dejado, pero quiere volver. Mi temor es que se le pase y vuelva a conducir”, continúa Carme (su nombre y el de Jaime López es ficticio porque prefieren no revelar su identidad).

Si ha cambiado tanto desde la primera caída, en seis meses, cómo va evolucionar estos tres años que tiene el carnet, no entiendo que lo renueven para un plazo tan largo

Carme

— Hija de Jaime

En este tiempo que justo ha dejado el volante, se ha vuelto a caer por las escaleras del trasporte público. Por tanto, la situación va empeorando. “Si ha cambiado tanto desde la primera caída, en seis meses, cómo va a evolucionar estos tres años que tiene el permiso de conducir, no entiendo que lo renueven para un plazo tan largo en una persona de 93 años”, concluye la hija.

El caso de Antonio: "Al principio, me enfadé cuando mi mujer me dijo que ya podía conducir más"

Antonio Almirall sí ha dejado de conducir, pero no por voluntad propia. Tiene 80 años y justo a los 15 días de renovarle el carnet, el pasado 15 de junio, le diagnosticaron alzhéimer. Llevaba conduciendo desde los 18 años y ha aceptado decir adiós a las llaves, pero no acaba de entender que tenga que dejarlo tan pronto, cuando de momento la enfermedad está en sus inicios y solo le afecta en que no recuerda bien algunas palabras.

Estoy mejor de lo que piensa mi familia, sigo teniendo reflejos, solo se me olvidan algunas palabras

Antonio Almirall

“Al principio, me enfadé con mi mujer porque no me dio la oportunidad de réplica. Me dijo que no podía conducir y punto, que era lo mejor y no pude explicarme”, rememora. Antonio considera que “está mejor” de lo que piensa su familia, que sigue teniendo los mismos reflejos y que por eso le han renovado el carnet en el centro de psicotécnicos. Por tanto, en su opinión, podría seguir manejando el volante en trayectos cortos, conocidos y tranquilos.

Hace tiempo que ya no conduce por Barcelona, en distancias largas o por autopista, sino que en estas ocasiones lleva el coche su esposa, Mercè Fuster, que es bastante más joven.

"En la urbanización y los alrededores sí que podría coger el coche, por eso, en un inicio cuando la familia me dijo que no podía conducir, pensé en marcharme a Barcelona"

Antonio Almirall

Antonio y Mercè (también nombres ficticios porque prefieren no desvelar su identidad) viven en Barcelona pero pasan el verano en una urbanización en los alrededores de la capital catalana, donde hace falta el coche para ir a comprar, al restaurante o a la piscina. "En la urbanización y los alrededores sí que podría coger el coche, por eso, en un inicio cuando la familia me dijo que no podía conducir, pensé en marcharme a Barcelona, estaba muy enfadado", confiesa. No obstante, ahora, después de hablar con sus hijos, que también apoyan que no conduzca más, ha aceptado la situación.

“Aunque el coche forma parte de él y lleva conduciendo desde muy joven, nos intranquiliza que no pueda tener reflejos ante cualquier eventualidad, por eso le hemos pedido que deje de conducir”, añade su hija, Lucía Almirall.  

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