Por asesinato

El primer año de Daniel Sancho en la cárcel: así es su vida entre rejas en Tailandia

Caso Daniel Sancho: un año del truculento asesinato del cirujano Edwin Arrieta en Tailandia a la espera de sentencia

La decisión de última hora de la fiscalía sobre Daniel Sancho: totalmente inesperado

El último informe para salvar a Daniel Sancho

Daniel Sancho en un vídeo de su canal gastronómico en YouTube

Daniel Sancho en un vídeo de su canal gastronómico en YouTube / Youtube / Puro Disfrute

Alexandra Costa

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A la espera de que el juez dicte sentencia el próximo 29 de agosto, Daniel Sancho sigue en prisión preventiva. El presunto autor del asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta en Tailandia sigue entre rejas un año después del truculento y mediático crimen. El cocinero de 30 años, hijo del famoso actor Rodolfo Sancho, mantiene que su amigo murió el 2 de agosto de 2023 en una pelea entre los dos, derivada de un intento de agresión sexual por parte de la víctima. Un día después, el chef fue a denunciar la desaparición del doctor, pero acabó confesando los hechos. Horas después, entró en un centro penitenciario. Así es la vida de Daniel Sancho en la cárcel.

Sancho niega desde hace un año la mayor que le atribuye la fiscalía: que actuase con premeditación, un extremo que le aboca a una posible pena de muerte. Todo lo contrario, asegura que fue "improvisando" el resto de los actos que cometió: desmembró en 17 trozos a la víctima y se deshizo de las partes del cadáver en diferentes lugares de Koh Phangan, isla donde tuvo lugar el suceso.

Un día después del crimen, la prensa local publicó el hallazgo de unos restos humanos en un vertedero de una incineradora de Phangan. Para entonces, la familia de Arrieta ya intentaba localizarle, pues no conseguían contactar con él desde el día anterior. Cuando Sancho fue a denunciar su ausencia a petición de los allegados del colombiano, la policía ya le había identificado tras revisar las cámaras del supermercado del que procedían unas bolsas de basura en las que se encontraron partes del cadáver. De hecho, ahí se gastó 40 euros en un cuchillo de carnicero y objetos de limpieza, tal y como pudo saber EL PERIÓDICO en exclusiva.

Los primeros días no fueron fáciles

Sancho fue traslado a una prisión en la vecina isla de Koh Samui. Los primeros días no fueron fáciles. Al llegar, le raparon el pelo para evitar que coja piojos. También estuvo aislado del resto de reos para cumplir el protocolo anticovid del centro, así como para  proteger su integridad física. Pese a que el director de la cárcel, Watcharapong Boonsaior, precisó que el detenido no mostraba "signos de miedo o ansiedad", sus abogados negaron eso y aseguraron que sufría un "bajón anímico".

A medida que pasaron los meses, el chef se enfocó en el deporte y, en concreto, en las artes marciales, un 'hobby' que ya tenía antes del suceso. Según revelaron diversas fuentes, practica a diario muay thai, una disciplina conocida como el boxeo tailandés porque tiene su origen en ese país. Además, es muy común en las cárceles de allí, consideradas unas de más duras del mundo por sus precarias condiciones higiénicas, la explotación y el tráfico de influencias.

Muay thai y yoga a diario en una cárcel "amable"

La cárcel de Koh Samui parece ser una excepción a la regla. O eso aseguró el propio Sancho en declaraciones a EFE en el mes de abril. Además de practicar ese deporte, contó que realiza yoga cada día. También explicó que el ambiente en el centro penitenciario es relajado pacífico. Es más, dijo que se trata de una cárcel "amable", en la que "el ambiente es bueno". "Nos tratan bien y no hay ningún tipo ni de violencia ni de drogas", reiteró.

Exterior de la cárcel de Koh Samui, donde está el español Daniel Sancho.

Exterior de la cárcel de Koh Samui, donde está el español Daniel Sancho. / RAMÓN ABARCA / EFE

Todo lo contrario de lo que se hubiese encontrado en la prisión de máxima seguridad de Bang Kwang en Bangkok, apodada "el gran tigre" por sus atrocidades y cómo devora a sus inquilinos. Sus abogados evitaron el traslado varias veces, pero a Sancho le deparan tres horizontes cuando el juez dicte sentencia: permanecer en la cárcel "amable" de Koh Samui, ser reubicado en una parecida en la vecina isla de Surat Thani o ser trasladado a la temible de la capital de Tailandia. Si es condenado a más de 20 años, no podrá evitar el peor destino posible.

Lee mucho, pero tiene pocas visitas

Mientras llega el 29 de agosto, Sancho seguirá con el pelo bien corto y vistiendo un uniforme de camisola y pantalón por la rodilla de color beige en los recuentos diarios y las visitas. El español también aprovecha para leer mucho. Los presos cuentan con una biblioteca y, además, pueden recibir libros de sus visitas después de que sean revisados por los funcionarios de Samui.

"Estoy leyendo mucho. Llevaba años sin leer. Desde que me leí 'Juego de Tronos'", precisó a EFE en abril. Algunos de los libros que ha leído durante su encarcelamiento han sido las novelas del escritor peruano Carlos Castaneda, libros sobre la Antigua Roma, cuentos de Edgar Allan Poe o 'El conde de Montecristo', de Alejandro Dumas.

En la cárcel de Samui, los presos pueden tener visitas de 15 minutos, en una sala y a través de un teléfono. En estos encuentros, Sancho se ha mostrado relajado y con buen ánimo. Ha recibido visitas principalmente de sus padres, Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo. También ha podido hablar con ellos a través de videoconferencias, ya que los presos tienen derecho a tres llamadas al mes.

No se habla con su madre y pide comida de fuera de la prisión

Sin embargo, la denuncia de Bronchalo contra su expareja por vejaciones cambió todo. Según publica 'Vanitatis', madre e hijo están muy distanciados y casi no se hablan. "Él cree que todo esto le ha perjudicado de cara a la sentencia de su propio caso. Al margen de que le parece una aberración que su madre haya abierto un proceso judicial paralelo mientras él está esperando una sentencia que le podría condenar a muerte", apunta el medio.

Aun así, esta situación no es la que peor lleva el cocinero entre rejas. Se ve que no le gusta nada la comida del centro. Por eso, ha llegado a pedir a domicilio (a la celda, claro) "en alguna ocasión que se lo han permitido", cuentan las mismas fuentes. Esos pedidos suelen ser hamburguesas y, en ocasiones, los ha compartido con algunos de sus compañeros de módulo.