Crisis climática

El verano de la amnesia climática: el calor extremo de 2022 y 2023 ha distorsionado la idea de lo que es normal

Los expertos afirman que las altas temperaturas de los dos últimos años han alterado completamente" nuestra percepción del calor y "cualquier cosa nos parece poco"

Barcelona llega a los 40 grados, la temperatura más alta desde que existen registros en la ciudad

Catalunya alcanza máximas de 43 grados, las más altas de toda la Península

Varias personas descansan en la playa de Barcelona durante un episodio de ola de calor.

Varias personas descansan en la playa de Barcelona durante un episodio de ola de calor. / Marc Asensio Clupes

Valentina Raffio

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Hace unos días, en la abarrotada barra de un bar de Barcelona y antes de que irrumpiera la ola de calor de esta semana, un joven comentaba con sus amigos que "este verano no está haciendo calor" y lo sustentaba afirmando que en su casa solo habían puesto el aire acondicionado un par de noches. Poco después, en una oficina, un hombre le decía a sus colegas que "este verano no es para tanto" porque las temperaturas no están siendo tan asfixiantes como las del año pasado. Mientras, en redes sociales, hay incluso quien va un paso más allá y utiliza estos mismos argumentos para afirmar que "el cambio climático no existe".

Los veranos de 2022 y 2023 fueron los más extremos desde que tenemos constancia y este año, los registros indican que estamos por encima de lo normal para la época 

¿Pero qué está pasando realmente este verano? ¿Está haciendo más calor o más frío de lo normal? ¿Y por qué hay gente que sostiene que estamos ante "un verano fresquito" justo cuando los registros indican que Barcelona acaba de vivir el día más cálido de los últimos 110 años y ha batido su récord absoluto de temperatura? "Tenemos la percepción del calor tan estropeada que cualquier cosa nos parece poco", afirma el ambientólogo Andreu Escrivà

"Los últimos dos veranos fueron tan extremos que marcaron un punto de inflexión en nuestro cerebro, porque nos hizo creer que eso era la 'nueva normalidad' y ahora todo nos parece poco"

Andreu Escrivà

— Ambiéntologo

Los expertos ya hablan de "amnesia climática". Este término, acuñado por el psicólogo Peter Kahn, hace referencia a cómo el avance de la crisis climática está distorsionando completamente nuestra visión de la realidad y ha hecho olvidar cosas como, por ejemplo, qué es un verano normal. Por un lado, porque las generaciones más jóvenes no visualizan cómo era el mundo antes del impacto de la crisis climática. Y por otro lado, porque cada extremo climático que pasa nos hace un poco más "insensibles" ante el siguiente.

Como muestra de ello, un equipo de investigadores de la Universidad de California analizó más de 2.000 millones de tuits publicados durante episodios de extremos climáticos en Estados Unidos y vio que la gente pasó de "mostrar mucha preocupación sobre el tema" a casi ignorarlo. "Vivimos bajo el síndrome de la rana hervida: la sociedad se está acostumbrando a condiciones climáticas tan extremas que ya no se da cuenta de que se trata de algo excepcional", concluyen los autores de este análisis, liderados por la climatóloga Frances C. Moore

"Vivimos bajo el síndrome de la rana hervida: la sociedad se está acostumbrando a condiciones climáticas tan extremas que ya no se da cuenta de que se trata de algo excepcional"

La percepción del calor durante los veranos españoles también es un ejemplo de este fenómeno. Según muestran los registros históricos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), en los años setenta y ochenta España solía tener una o máximo dos olas de calor al año con una duración de entre tres y cinco días en total. En la última década, el número de olas de calor y la duración de estos episodios se ha multiplicado por dos. También han crecido de forma exponencial el número de provincias afectadas y las jornadas con valores extremos.

Los veranos de 2022 y 2023 fueron los más extremos desde que tenemos constancia. Y este año, aunque no se haya llegado a valores tan elevados como los anteriores, los registros también indican que estamos por encima de lo normal para la época

"Los últimos dos veranos fueron tan extremos y asfixiantes que tuvieron un impacto brutal en nuestra conciencia colectiva. Eso marcó un punto de inflexión en nuestro cerebro, porque nos hizo creer que eso era la 'nueva normalidad climática' y ahora todo lo que no llegue a esos umbrales nos parece poco", afirma Escrivà. "Pero la crisis climática no significa que cada año vaya a ser más caluroso que el anterior, sino que en general vamos a registrar temperaturas más cálidas que hace cuarenta o cincuenta años", comenta el divulgador ambiental.

En este sentido, solo hace falta mirar los registros históricos para ver cómo los termómetros han ido aumentando progresivamente en España en las últimas décadas hasta llegar a la situación actual en la que vivimos un verano por encima de la media y aún así nos "parece poco"

"La crisis climática no significa que cada año vaya a ser más caluroso que el anterior, sino que en general vamos a registrar temperaturas más cálidas que hace cuarenta o cincuenta años"

Andreu Escrivà

— Ambientólogo

Más allá de nuestro ombligo

Nuestra percepción del calor no siempre coincide con lo que dicen los termómetros, sino que depende de factores mucho más subjetivos. Según explica el científico y divulgador climático Fernando Valladares, por ejemplo, no siente el mismo calor alguien que vive estas temperaturas estando de vacaciones, en remojo en una piscina y con una copa fría en la mano que alguien que tiene que trabajar doce horas bajo el sol y con temperaturas rozando los 40 grados.

Tampoco sufre el calor de la misma manera una persona que pasa sus días en edificios con aire acondicionado que alguien que vive en un hogar asfixiante, sin ventilación y sin posibilidad de refrescar el ambiente. "Estas circunstancias distorsionan mucho nuestra percepción del calor extremo, pero solo hace falta ver a nuestro alrededor para darnos cuenta de que estas condiciones suponen una verdadera amenaza", comenta el científico afiliado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

"Solo hace falta ver a nuestro alrededor para darnos cuenta de que estas condiciones suponen una verdadera amenaza"

Fernando Valladares

— Científico del CSIC

Pero más allá de lo que ocurre en nuestros hogares, de nuestra percepción del calor o de lo mucho que sufrimos o no bajo estas temperaturas, Valladares invita a "mirar más allá de nuestro ombligo" para ver el impacto que está teniendo el calor en otras regiones del mundo. "En España hemos tenido la suerte de que este verano haya empezado 'suave' en comparación con otros años, pero en otras partes del mundo esta estación está siendo muy extrema. En Arabia Saudí, más de 1.300 personas han muerto de calor durante la peregrinación anual a la Meca. En Italia y en Grecia, a pocos centenares de kilómetros de nosotros, se han registrado unas olas de calor tan tremendas que han pulverizado récords absolutos de temperatura y han dejado varias decenas de muertos por calor", comenta el divulgador ambiental, quien también recuerda que el pasado 22 de julio ha sido declarado como el día "más cálido jamás registrado en el conjunto del planeta"

"Esto es exactamente lo que la ciencia climática nos dijo que ocurriría si el mundo seguía quemando carbón, petróleo y gas. Y sabemos que el planeta seguirá calentándose hasta que dejemos de quemar combustibles fósiles y alcancemos emisiones cero", recuerda Joyce Kimutai, climatóloga del Imperial College de Londres. En este mismo sentido se pronunció hace unos días el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, quien lanzó un llamamiento global para "acelerar la lucha contra el calor extremo", "proteger a las poblaciones más vulnerables frente al impacto de las altas temperaturas" y, sobre todo, "desplegar planes de adaptación en todos los sectores sociales y económicos" para hacer frente al impacto de este fenómeno.

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