Sostenibilidad

El exceso de barcos en las calas de la Costa Brava pone al límite a los agentes rurales

Pese a la dedicación de recursos extra, en algunos casos las fiestas masivas o los fondeos ilegales sobre praderas de posidonia son incontrolables por la falta de efectivos

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Cala del Golfet, llena de embarcaciones.

Cala del Golfet, llena de embarcaciones. / SOS Costa Brava

Guillem Costa

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La acumulación de embarcaciones en las calas de la Costa Brava es mayor cada año. Así lo demuestran los datos recogidos por los agentes rurales. En algunos casos, se trata de fiestas organizadas de forma informal: los tripulantes de los barcos, normalmente de motor, abarloan en una cala de difícil acceso a pie para bañarse, beber, tomar el sol y escuchar música. En otras ocasiones, simplemente son barcos que acuden a la cala para pasar el día. El problema es que estas concentraciones se realizan en zonas protegidas, áreas que forman parte del PEIN (el Plan de Espacios de Interés Natural) y, por tanto, se convierten en un riesgo para el medio ambiente.

"Sucede todo a la vez en todas partes, a menudo durante la noche, y no damos abasto, es incontrolable"

Ignasi de Dalmases

— Agents Rurals Girona

"Son eventos difíciles de detectar, pese a que lo trabajamos conjuntamente con los Mossos d'Esquadra", admite Ignasi de Dalmases, jefe del área regional de Girona de los agentes rurales. "Es difícil localizar estas fiestas y también cuesta disiparlas antes de que sean multitudinarias", detalla. El problema, explican desde el cuerpo de los agentes rurales, es el uso que se está haciendo del medio natural, cada vez más masificado. Ocurre en los ríos y los 'gorgs' de montaña y también en las calas.

"Sucede todo a la vez en todas partes, a menudo durante la noche, y no damos abasto, es incontrolable", reconoce De Dalmases. El responsable de los agentes rurales de las comarcas de Girona agradece que se hayan puesto más medios para hacer el trabajo, pero no descarta acabar necesitando informadores ambientales como los que actúan en zonas de montaña muy concurridas. ¿Cómo se explica el repunte de este fenómeno?

La cala del Vedell, con varios barcos.

La cala del Vedell, con varios barcos. / SOS Costa Brava

Una de las causas es la proliferación de las empresas que alquilan embarcaciones. "Es muy fácil acceder al título que permite navegar con uno de estos barcos y hay personas que los alquilan sin ningún tipo de conciencia ambiental", lamenta De Dalmases. Otra de las razones es la proliferación de recomendaciones en las redes sociales y medios de comunicación: "Antes una cala concreta era conocida por unas pocas familias, hoy basta con una fotografía en Instagram para que miles de personas vayan. A menudo ocurre que el público queda decepcionado con lo que se encuentra, por la congestión excesiva".

Este barqueo masivo tiene consecuencias graves para el ecosistema marino. En primer lugar, las grasas y los restos del combustible de algunas embarcaciones suponen un inconveniente para la calidad del agua. Otro efecto negativo lo provoca la pesca furtiva. Pero la peor parte se la llevan las endebles praderas de Posidonia, una alga mediterránea clave para preservar el hábitat (fija CO2, produce oxígeno y protege el litoral de la erosión).

Los agentes rurales defienden el cierre permanente de ciertos espacios para que sobrevivan

Cuando los barcos fondean, es habitual que dañen esta planta submarina. En la aplicación móvil QField, se puede incluir la capa FanCat, un filtro que alerta de las zonas en las que hay bosques de fanerógamas marinas como la posidonia. Así, se puede realizar un fondeo responsable. En las Baleares y la Comunitat Valenciana, está disponible la aplicación Projecte Posidònia, que tiene la misma función.

Jordi Cruz, de la comisión de medio marino de la entidad SOS Costa Brava, propone que el uso de estas aplicaciones sea obligatorio: "En los puertos, antes de alquilarte un barco, te podrían dar un mapa o pedirte que te descargues la aplicación, porque es común ver a tripulantes fondear en lugares en los que hay posidonia. La gente zarpa sin conocimiento alguno". Algunos ayuntamientos, como el de Mont-ras (Baix Empordà), han instalado boyas que prohíben el fondeo en algunas calas, como medida para evitar la masificación. Sin embargo, e más de una ocasión hay quienes las sabotean y las retiran para poder acceder a la cala del Vedell.

"Como cada ayuntamiento actúa de forma independiente, la gestión global es pésima y algunas calas quedan prácticamente colapsadas"

Jordi Cruz

— SOS Costa Brava

"Como cada ayuntamiento actúa de forma independiente, la gestión global es pésima y algunas calas, como la del Golfet o el Castell (Baix Empordà) quedan prácticamente colapsadas por los barcos", denuncia Cruz. En otros puntos, como en las calas que forman parte de las islas Medes y el Montgrí, se han habilitado boyas ecológicas para que los navegantes puedan amarrar su barco sin tener que anclar en el fondo marino. Cruz reclama más exigencia por parte de la Administración: "Se está invirtiendo dinero en proyectos de recuperación que consisten en plantar algas submarinas. No tiene sentido permitir que, al mismo tiempo, en otra zona, las arranquen".

De Dalmases llama a encargar estudios para medir la capacidad de carga de todos estos espacios. "De esta forma, se podrá determinar qué accesos se deben limitar", opina. Cruz teme que ya no haya marcha atrás: "Hemos creado una dependencia del turismo que será difícil de dejar atrás, pero hemos superado tantos límites que el tema se debe poner sobre la mesa, el mar no puede ser como una autopista".

SOS Costa Brava presentará el día 3 de agosto una "acción mediática" para pedir la protección urgente de los "últimos hábitats naturales de la Costa Brava". De Dalmases apuesta por cerrar ciertos espacios de forma permanente para que sobrevivan. "Tenemos que esforzarnos para que una parte de los visitantes, que no entienden la situación, comprendan cuáles son los riesgos de hacer un mal uso del entorno", repite. El agente rural confía en que durante los próximos años la situación mejore, a través de acciones concretas. Cruz, en cambio, señala que sin restricciones contundentes, los espacios naturales del litoral gerundense tienen un futuro difícil.

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