Crisis climática

No salir de casa a mediodía, bajar persianas y tomar platos frescos: España se fija en Andalucía para adaptarse al calor extremo

El Observatorio de Salud y Cambio Climático urge a adoptar las costumbres de las ciudades mejor preparadas para las altas temperaturas

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El calor extremo llega a Catalunya

El calor extremo llega a Catalunya / MANU MITRU

Valentina Raffio

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El calor mata. Y mata cada vez más. Pero por extraño que parezca, las altas temperaturas no matan por igual en todos los territorios. Es más. Según certifican varios estudios, las ciudades españolas donde se registran picos más extremos de temperatura no son las que acumulan más muertes por calor. Es más. La tasa de mortalidad asociada al calor extremo es más alta en las provincias de Ourense y Zamora que en Málaga, Granada o Almería aunque en estas últimas localidades los termómetros alcancen algunas de las cifras más altas de toda la Península Ibérica.

En el verano de 2022, las altas temperaturas se relacionaron con más de 11.000 muertes prematuras en España

Este fenómeno, en opinión del responsable de Salud y Cambio climático del Ministerio de Sanidad, Héctor Tejero, muestra hasta qué punto urge revisar nuestra "cultura del calor" para aprender todos aquellos hábitos de las regiones más acostumbradas a lidiar con temperaturas extremas y exportar la fórmula hacia otras zonas menos habituadas. "A veces se trata de costumbres muy sencillas y cotidianas que marcan la diferencia. Sobre todo para proteger del calor extremo a las poblaciones más vulnerables", explicaba Tejero hace unos días en una comparecencia del Observatorio de Salud y Cambio Climático.

La tasa de mortalidad asociada al calor extremo es más alta en las provincias de Ourense y Zamora que en Málaga, Granada o Almería

El ejemplo paradigmático son las ciudades andaluzas. Estos municipios situados en el sur de España son los que, año tras año, registran las temperaturas más altas de toda la Península Ibérica y hasta acumulan buena parte de los récords de calor estatales. Aun así, son de las últimas en encender las alertas por calor. En Córdoba, Sevilla y Jaén, por ejemplo, la alerta por altas temperaturas se activa a partir de los 40 grados porque es entonces cuando, según certifican los registros, se detecta un aumento de la mortalidad en su población.

El antídoto de estas localidades contra el calor extremo pasa, según explica Tejero, por dos cuestiones. Por un lado, porque sus ciudadanos están acostumbrados (o adaptados) a vivir con estas cifras. Y por otro lado, porque el calor está tan integrado en la cultura local que los hábitos de la gente, su día a día y hasta sus hogares están pensados para resistir de la mejor manera posible al calor.

Los municipios del sur de España son de los últimos en activar las alertas por calor

Las poblaciones españolas con más "cultura de calor", argumenta Tejero, tienen interiorizados hábitos tan sencillos y necesarios como no salir a la calle a mediodía durante los episodios de calor extremo. Sobre todo en el caso de las personas mayores. También se trata de poblaciones que saben que no hay que exponerse al sol directo durante los momentos más calurosos del día. Que cuando los termómetros suben hay que bajar las persianas para que el calor no caliente demasiado los hogares y, a poder ser, buscar sitios a la 'fresca' donde refrescarse. O cambiar los menús y escoger platos frescos y ligeros como gazpachos, salmorejos y sopas frías para mantener una correcta alimentación y, a su vez, mantenerse hidratados en periodos donde el calor favorece la deshidratación. La mayoría de estas recomendaciones son las mismas que se incluyen en las guías del Ministerio de Sanidad, la Conselleria de Salut y tantos otros organismos para hacer frente al calor extremo. Y solo hace falta ver el ejemplo de las ciudades andaluzas para ver que funcionan.

Mitigar el impacto

El impacto del calor extremo en España, en gran parte acelerado por la crisis climática, está causando miles de muertes prematuras cada año. En verano de 2022, uno de los más extremos desde que existen registros, las altas temperaturas registradas entre finales de mayo y principios de septiembre se relacionan con más de 11.000 muertes prematuras en España. Un análisis sobre este fenómeno publicado en la revista científica 'Nature Medicine' mostró que las ciudades españolas donde se concentraron el mayor número de bajas por calor extremo fueron Madrid (con 1.374 decesos atribuibles a las altas temperaturas), Barcelona (con 1.327) y Valencia (679). En Catalunya, en total, se estima que la tasa de mortalidad asociada al calor durante ese episodio fue de 237 decesos por cada millón de habitantes.

Las ciudades españolas donde se concentraron el mayor número de bajas por calor extremo en 2022 fueron Madrid, Barcelona y València

Los análisis más exhaustivos realizados hasta la fecha, como el del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), advierten que, de seguir así, el avance de la crisis climática podría disparar aún más los termómetros y aumentar las tasas de mortalidad asociada al calor. Pero con la misma convicción que la comunidad científica lanza esta alerta también afirma que estamos a tiempo de tomar medidas para mitigar su impacto.

De hecho, según explica el investigador Hicham Achebak, de ISGlobal, la expansión de herramientas de refrigeración como los ventiladores y el aire acondicionado es uno de los factores que más ha reducido la vulnerabilidad de la población española ante las altas temperaturas en las últimas décadas. "Llegar a los 30 grados mataba más hace cincuenta años que ahora. Y esto se debe, en gran parte, al desarrollo socioeconómico que ha permitido aplicar mejoras en los hogares", explica el especialista.

Vigo, Madrid y Tarragona están entre las metrópolis peor adaptadas al calor y Barcelona y Zaragoza, entre las más preparadas, según Greenpeace

Achebak también coincide en la importancia de repensar la "cultura del calor" en España. "Andalucía está mejor preparada que el País Vasco para hacer frente a las altas temperaturas del verano porque, por ejemplo, la gente ha adaptado sus hábitos y hasta sus hogares para minimizar el impacto del calor", explica. Pero más allá de esto, el investigador recuerda que debemos seguir estudiando todos aquellos factores contextuales y socioeconómicos que pueden estar jugando un papel clave en este fenómeno. Hay cada vez más estudios que señalan, por ejemplo, que los hogares más pobres son los más vulnerables al calor extremo. También hay trabajos que indican que incluso dentro de una misma familia, las mujeres son las más expuestas a sufrir el impacto de las altas temperaturas.

Planes de adaptación

Exportar la filosofía y las costumbres andaluzas hacia otros territorios es solo el primer paso para adaptar a las ciudades frente al calor extremo. Un reciente informe de Greenpeace denuncia que la mayoría de las ciudades españolas no tienen herramientas suficientes para proteger a su población ante los extremos de temperatura del verano y que, hasta ahora, los planes de adaptación al respecto se han quedado muy cortos.

Vigo, Madrid y Tarragona están entre las metrópolis peor adaptadas al calor. Barcelona y Zaragoza, por su parte, destacan como las más preparadas pero, aún así, con una lista de tareas pendientes. La oenegé reclama aplicar medidas como, por ejemplo, la creación de redes de refugios climáticos, incrementar los espacios verdes, rehabilitar edificios y equipamientos municipales, adaptar los horarios laborales para reducir la exposición al calor y reforzar aún más los sistemas de alerta temprana ante las altas temperaturas.

También hay cada vez más voces que piden crear planes de protección específicos para colectivos especialmente vulnerables al calor. Como es el caso de los ancianos, las personas mayores de 65 años, los niños y los pacientes con enfermedades crónicas o condiciones médicas que empeoran en escenarios de altas temperaturas. La investigadora Alba Badia, del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB), también pide incorporar una mirada de justicia social y crear "refugios climáticos que aborden las injusticias ambientales urbanas" mediante la creación de "infraestructuras verdes y de refrigeración más accesibles" para todos los grupos de riesgo.

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