Violencia machista

Un juzgado de Barcelona investiga el secuestro y tortura de una joven pakistaní por parte de la familia de su exmarido

Los tres presuntos secuestradores han quedado en libertad sin medidas de alejamiento y Fátima teme por su seguridad 

Aumentan un 20% las víctimas de matrimonios forzados en Catalunya: siete de ellas son menores

Fátima Asif, la joven secuestrada presuntamente por familiares de su exmarido.

Fátima Asif, la joven secuestrada presuntamente por familiares de su exmarido. / JORDI OTIX

Germán González
J. G. Albalat
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Fátima Asif, una joven barcelonesa de 22 años de origen paquistaní, fue secuestrada el pasado 24 de junio y salvajemente torturada durante 24 horas por personas presuntamente relacionadas con su expareja, U.B.N., también paquistaní, y del que tiene una orden de alejamiento, que él ha incumplido en reiteradas ocasiones. A pesar de que la fiscalía y su letrado Daniel Salvador, del despacho Vosseler Abogados, solicitaron el ingreso en prisión de sus tres presuntos captores, el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número dos de Barcelona, los ha dejado en libertad sin medidas cautelares. "Me parece injusta esta situación", asegura a EL PERIÓDICO.

Fátima se casó en su país en una boda pactada y, tras separarse por malos tratos, su expareja la persiguió hasta la capital catalana para hacer de su "vida un infierno"

Fátima se casó con un primo suyo por parte de padre en Pakistán hace seis años. Tenía 18 cuando se celebró su una boda pactada, pero "no obligada", precisa la joven. Se quedó a vivir en su país y pronto empezaron los maltratos y abusos por parte del que era su marido, incluso cuando nació su hija, que ahora tiene cinco años. "Hice de todo para no romper el matrimonio pero él seguía. Yo tenía miedo por mi hija y por eso aguanté", explica. Durante año y medio vivió esta situación encerrada en una casa, incomunicada. No podía contactar con su familia, ni ver a ningún pariente de los que tenía en Pakistán.

La familia había denunciado acoso por parte del entorno del exmarido y el 24 de junio Fátima fue secuestrada en el puerto

"Cuando mis padres, preocupados, lo llamaban a él, él les insultaba y les decía que iba a enviarles un vídeo íntimo nuestro", sostiene Fátima quien vio como su situación cambiaba tras la pandemia. Su familia pasó esos meses en Pakistán y a finales de 2020 pudo regresar con ellos a Barcelona, donde en la actualidad residen: "Mi pareja dijo que vendría, pero no lo hizo. A distancia siguieron las amenazas, los controles, los celos. Hablé con su padre que vivía en España y me dijo que debía tolerarlo, pero no pude".

"Viaje a Catalunya"

Su familia la apoyó y, al final, decidió separarse, pese a que no había regularizado su matrimonio en España. Su expareja no lo entendió y en octubre de 2023 se presentó en Barcelona en un viaje pagado por sus primos, ya que su padre no residía en la capital catalana. "Vino a molestar, a hacer de mi vida un infierno, como dijo a quien sabe que me conoce. Después pensaba en volver a Pakistán", destaca Fátima.

La familia del exmarido la acosaba en la puerta de casa, la amenazó de muerte y con llevarse a su hija

A partir de entonces, empezó el acoso a ella y a su familia. Su expareja intentó reconciliarse, tanto en persona como por medio de terceros, y fue rechazado. Los padres de la víctima fueron denunciados por una "falsa persecución" al ya exmarido en una causa judicial que quedó archivada; sus primos empezaron a amenazar a Fátima con matarla "y llevarse a la niña" e, incluso, su exmarido intentó tener relaciones íntimas en la calle con ella para que se volvieran a casar, pero ella consiguió escaparse y denunciarlo. Fue entonces cuando la joven consiguió una orden de alejamiento.

Los captores la abandonaron herida en una carretera de Vilafranca del Penedès

Pese a esto, el acoso por parte de la familia de su exmarido continuó con agresiones y amenazas en la calle de su primo para que retirase la denuncia, amenazas por teléfono a ella y a su familia y la presencia de grupos de personas, que podían ir de las 20 a las 60, frente a su casa en el Raval. Iban con destornilladores y palos para amenazar o coaccionarlos cada cuatro o cinco días. Fátima asegura que a su familia la llegaron a denunciar falsamente conforme llevaba armas blancas en el coche, pero la policía no encontraba nunca nada.

"Estaban allí para provocar y querían que reaccionase para atacarme", relata Fátima quien denunció todas las coacciones ante la policía, aunque apenas se llegaba a identificar a los sospechosos. El peor día fue durante la verbena de Sant Joan pasada cuando acudieron unas 60 personas frente a su casa: "Me insultaron frente a los Mossos d'Esquadra, pero estos no identificaron a nadie".

Periplo por las comisarías

Durante horas hizo por un periplo por varias comisarías de Mossos y Guardia Urbana y, al final, pudo interponer una denuncia. Al día siguiente, 24 de junio, salió por la tarde "a tomar el aire" y cuando estaba cerca del puerto un vehículo paró a su lado y le preguntaron una dirección en inglés. Al acercarse para responder, le sacaron una pistola y la metieron con amenazas de muerte en el coche: "Entré, no tenía otra opción". Dentro del vehículo había cuatro personas, con la cara tapada, que la ataron, le vendaron los ojos y se la llevaron.

"Me quitaron el bolso y no reconocí las voces, pero hablaban en urdu y en inglés", recuerda. La joven les pedía que la dejasen. Acabaron por taparle la boca, recuerda Fátima. No sabe dónde estuvo durante las siguientes 24 horas, únicamente que la tiraron al suelo y empezó su calvario: durante el tiempo que estuvo en cautividad, con los ojos vendados, escuchó la voz de su expareja y de sus primos diciendo a sus captores que le quitaran la ropa, que la ataran en una silla y que le golpearan por el cuerpo.

"Pusieron el altavoz y yo creo que era una videollamada, ya que estaban disfrutando. Decían que era 'nuestra venganza'. Al final me rendí", relata Fátima. Las agresiones pararon cuando uno de los instigadores avisó a los captores de que la policía estaba investigando y que debían dejarla ir para que no les atraparan. La abandonaron en una carretera de Vilafranca del Penedès y allí la encontró, malherida, un camionero que la llevó al hospital. Fátima explica que no le devolvieron el bolso ni el abrigo, que se había manchado de su sangre.

Las pesquisas

La familia de Fátima, representada por Daniel Salvador de Vosseler Abogados, denunció su desaparición ante los Mossos que iniciaron una investigación preguntando a su expareja y sus primos. Ante la policía, Fátima identificó sus voces, por lo que pudieron ser detenidos y trasladados al Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Barcelona que los dejó en libertad provisional con cargos sin medidas cautelares de alejamiento de la víctima.

El abogado de Fátima, Daniel Salvador, letrado de Vosseler Abogados, califica esta decisión judicial de "sorprendente", al dejar Fátima "sin protección ante unas personas que ya llevan tiempo acosándola. Y que el pasado 24 de junio presuntamente demostraron su peligrosidad". Por ese motivo, ha recurrido el auto en el que se deniega la prisión provisional de los familiares denunciados. "Esta decisión judicial deja a Fátima en una situación terrible, hasta el punto de que, por su seguridad, debería salir España", apunta el representante legal de la joven.

El juzgado ordenó la triangulación de los móviles de los acusados y la policía debe concluir la investigación. Por el momento hay tres imputados, la expareja y dos primos, y otras dos personas denunciadas a las que se está buscando. Los sospechosos declararon en el juzgado que no tienen nada que ver con la desaparición de Fátima. Por el momento, los Mossos han ido protegiendo a la víctima en su vivienda, pero cuando no estaban los agentes se han vuelto a concentrar ante la casa decenas de personas hablando alto, por lo que Fátima cree que siguen las coacciones. La investigación judicial por secuestro y lesiones sigue abierta.

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