Orgullo LGTBI

La LGTBIfobia también prende en los institutos: "¡Maricón quien se mueva!”

El 12,7% de las situaciones de acoso escolar se deben a casos de discriminación LGTBIfóbica

Uno de cada 10 profesores que sufren violencia LGTBI acaban cambiando de colegio

Las empresas deberán impartir cursos de sensibilización a sus empleados para frenar el acoso LGTBI

Bandera LGTBIQ+

Bandera LGTBIQ+ / Europa Press

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"Yo creo que mi hermana, que ahora tiene 22 años, era mucho más libre que yo. Muchas de sus amigas son lesbianas y, por lo que he visto, han vivido estos temas de forma muy natural", reflexiona Clara, de 12 años. Explica que en el colegio de primaria y en casa nunca había oído "ningún comentario extraño", pero, al pasar al instituto, todo ha cambiado: "Parece que todo lo que tenga que ver con el colectivo LGTBI sea la peste. '¿Por un millón te harías lesbiana?', te preguntan. '¡Maricón quien se mueva!', grita alguien. Y todo el mundo se queda paralizado. 'Eh, gay; eh, nenaza'. Y, cuanto más popular eres, más fuerte lo dices. No solo los niños, también muchas niñas". 

Más que una anéccdota, las palabras de Clara son un síntoma de algo que, según el profesorado y el alumnado, se está moviendo especialmente en los cursos iniciales de la ESO. Porque si bien es cierto que en los últimos años ha habido una ruptura con los patrones tradicionales (sobre todo por el flanco femenino: casi una de cada cuatro alumnas de secundaria dicen sentirse atraídas tanto por chicas como por chicos, según la Enquesta de Convivencia escolar i seguretat a Catalunya, realizada por la Generalitat en el curso 21-22), también lo es que la lgtbifobia, como el antifeminismo, se está rearmando entre los más jóvenes.

“Está volviendo a crecer la masculinidad tóxica y los chicos utilizan cada vez más frases como 'maricón el último'"

David Armenteros

— Profesor de secundaria

Los datos están ahí: uno de cada diez estudiantes de instituto (un 12,7% para ser exactos) ha recibido acoso escolar por su orientación sexual, subraya el mismo estudio. De hecho, la LGTBIfobia es el segundo motivo por el que sufren discriminación las víctimas de violencia escolar. "Me han tratado mal por defender los derechos LGTBI, piensan que formar parte del colectivo es una enfermedad y por eso me insultan", se recoge en el mismo informe. Esta tendencia, lejos de desaparecer, va en aumento, creando un ambiente discriminatorio en las aulas.

Las cifras recopiladas anualmente por el Observatori contra la LGTBIfobia también muestran un gran incremento de casos de discriminación en los centros educativos: han pasado de representar menos del 2% de las incidencias por LGTBIfobia en Catalunya en 2019 a más del 5% en 2022. "Hay un incremento en la radicalidad y en la LGTBIfobia", señala David Armenteros, profesor de secundaria y coordinador de Educación de la Federación Estatal LGTBI+. “Está volviendo a crecer la masculinidad tóxica, los chicos tienen que ser los malotes y utilizan cada vez más frases como 'maricón el último'". El resultado: que los institutos no sean ambientes seguros para los alumnos del colectivo. "Se esconden, no expresan su forma de ser", añade. 

"Ahora parece que los jóvenes tienen una sensación de impunidad para decir lo que quieran"

Cristina Martín

— Profesora de secundaria

"La percepción que tenemos los profesores es que antes había menos agresión entre los jóvenes”, explica Cristina Martín, profesora de secundaria. "Aunque podían tener la misma ideología, ahora parece que tienen una sensación de impunidad para decir lo que quieran". Utilizar maricón como insulto y ese grito de 'gay quien se mueva', seguido de la imagen de una clase congelada, son algunas de las actitudes generalizadas en los centros. "Lo que pasa dentro del aula lo podemos parar, pero en el patio y los pasillos es imposible controlarlo todo", lamentan los docentes. 

De las redes sociales a las aulas

Hay consenso en que esta reacción ante el avance de derechos y visibilidad LGTBI tiene en internet un fabuloso aparato propagandístico. "Este aumento lo vemos por los discursos de odio que surgen en las redes sociales", afirma Armenteros. "Mensajes que no tienen filtro, que se cuelan y que llegan a los muchachos". "En las redes hay una cantidad de información enorme", señala Cristian Carrer, psicólogo social y coordinador técnico del Observatori contra la LGTBIfóbia. "Hay muchos discursos antifeministas, anti-LGTBI y perpetúan las prácticas discriminatorias". 

"Si delante de los que gritan “maricón” de forma despectiva, la gran mayoría reaccionase y les parase los pies, perderían la impunidad"

Cristian Carrer

— Psicólogo social

Plataformas como Tiktok sirven de altavoz a la extrema derecha. "A través de las redes se normalizan estos discursos de odio, cada vez se escuchan más y se reproducen", coincide Martín. Ella forma parte de la Comunitat Arcoiris de un instituto de Santa Coloma, un espacio seguro para el alumnado LGTBIQ+ que busca crear comunidad y formación en el centro. "En fechas señaladas participan muchos alumnos, como en el 25N [día contra las violencias machistas] o en el 17 de mayo [día contra la LGTBIfobia], pero hay muchas represalias para quienes vienen a este espacio".

Durante el curso 22-23, han reportado dos episodios. Nueve alumnos se dedicaron a boicotear el espacio de reunión y a espiar a las personas que se encontraban allí, y otro grupo de cuatro estudiantes les lanzaron un bocadillo. La profesora explica que en el día contra la homofobia, decoraron las escaleras del centro con una bandera LGTBI y algunos chicos se dedicaron a saltar los escalones para no pisarla. "Es la masculinidad frágil, tienen que demostrar ser los más machitos de todo el instituto", concluye. 

Prevenir, detectar e intervenir

La respuesta a este problema no es sencilla. La falta de formación entre los docentes, el inexistente control sobre lo que se consume en las redes sociales y la reproducción de la LGTBIfobia más allá de los límites del instituto hacen que sea difícil ponerle freno. "El Departament d'Educació tiene que apostar por la coeducación y realizar formaciones de calidad al profesorado", apunta Martín. "También sería útil que hubiese una asignatura de educación sexual", añade. 

"Existen procedimientos y normas, como el Protocolo de prevención,  detección e intervención frente al acoso escolar para personas LGTBI, pero hace falta implementarlos bien -señala Carrer-. Es necesario trabajar con todos los agentes que conforman la comunidad educativa. No es suficiente con las charlas". Recuerda a que, frente a casos de acoso, la respuesta de la mayoría suele ser quedarse callada. Y ese silencio es, precisamente, uno de los factores que provocan que el círculo de la violencia crezca. "Si delante de los que gritan “maricón” de forma despectiva, la gran mayoría reaccionase y les parase los pies, perderían la impunidad". 

La detección de casos de discriminación LGTBIfóbica también se enfrenta a varios obstáculos. "Hay un gran contraste entre las cifras oficiales, que son menores, y lo que sabemos que pasa en realidad en las escuelas", explica Carrer: la mayoría de agresiones no se suelen denunciar. La Generalitat puso en marcha el año pasado el REVA, un registro unificado de violencias contra el alumnado que distinguirá entre los tipos de discriminación. Actualmente, la Unitat de Suport a l'Alumnat en Situació de Violència (USAV) no cuantifica los episodios de acoso LGTBIfóbico, aunque, aseguran desde la conselleria, sí se tiene en cuenta al abordar los casos.

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