Investigación abierta

La familia de Pol Cugat, asesinado en una plantación de marihuana, denuncia que los investigados no ayuden a hallar el cuerpo

Carme, su madre, pide la colaboración ciudadana para aclarar dónde ocultaron a su hijo, asesinado mientras vigilaba una plantación de marihuana 

Una decena de investigados por el crimen y desaparición de un joven en una plantación de marihuana en Lleida

Uno de los imputados en el crimen de Pol tenía relación con el narco italiano

Pol Cugat, el joven asesinado en una plantación de marihuana.

Pol Cugat, el joven asesinado en una plantación de marihuana. / El Periódico

Guillem Sánchez

Guillem Sánchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pol Cugat desapareció el 21 de octubre de 2021 cuando vigilaba una plantación de marihuana oculta en un chalet de las Borges Blanques (Lleida). Su familia, más de dos años después, sigue buscando su cuerpo y pide la colaboración ciudadana, o incluso apela a la compasión de alguno de los nueve hombres investigados por su asesinato, para poder encontrarlo. “Nadie nos va a devolver a Pol, pero al menos podrían decirnos dónde está su cuerpo”, explica Carme, su madre. Podría estar por las inmediaciones de la localidad de Castelldans. “Si alguien ha visto u oído algo, por favor, que llame a la policía”, subraya el abogado de la familia, Josep Lluís Jordán. 

Carme y el letrado Jordán están seguros de que a Pol lo mataron sobre las cinco de la tarde de aquel 21 de octubre, cuando se enfrentó a los traficantes que lo habían contratado. “Ese día la marihuana estaba preparada y habían venido para llevársela”, asegura Jordán. “Creemos que Pol les dijo que no se la llevarían si no le pagaban por su trabajo y que ellos, para sacar la droga, lo mataron con unas tijeras de podar, atacándole por sorpresa”, razona Jordán. Después, los mismos que lo habían asesinado, sostiene este abogado amparado por las evidencias policiales, se deshicieron del cuerpo y, dos días más tarde, se presentaron en una comisaría de los Mossos para denunciar un supuesto narcoasalto.

Sin indicios de narcoasalto

El 23 de octubre de 2021, cuando tres de los investigados acudieron a la policía catalana, afirmaron que un día antes, el 22 de octubre al mediodía, habían ido al chalé de la plantación –que admitían que era de ellos– y se habían encontrado con el cadáver de Pol. Sin embargo, cuando los Mossos se dirigieron al lugar indicado, el 23 de octubre tras tomarles declaración, encontraron la casa vacía. Las cerraduras no habían sido forzadas. En la planta inferior quedaban los restos de una plantación de cannabis ya recogida y en una de las habitaciones de la planta superior había manchas de sangre que resultó ser de Pol. Su cuerpo había desaparecido. 

Pol Cugat, joven asesinado en una plantación de marihuana.

Pol Cugat, joven asesinado en una plantación de marihuana. / El Periódico

Los narcoasaltos son ataques que un grupo de traficantes perpetra para quedarse con la mercancía de una banda rival. “Pero en un narcoasalto los atacantes no usan una tijeras de podar, traen sus armas, a menudo de fuego, y no pierden el tiempo en llevarse un cadáver, lo dejan donde está”, razona el abogado, que subraya que pasaron dos días entre la muerte de Pol y el aviso a los policías por parte de los investigadores. O por lo menos uno, según el relato de los investigados, entre que hallaron el cuerpo y acudieron a la policía. “¿Si encuentras un cadáver, y no tienes nada que ver con su muerte, no corres a avisar a los Mossos?”, se pregunta Jordán. Hay otros indicios que no cuadran con un narcoasalto. 

Principal sospechoso

El día que tres de los implicados se presentaron en comisaría hubo un cuarto que también tenía que hacerlo pero que se dio a la fuga: Albert B.. Este hombre estuvo en paradero desconocido durante ocho meses. Después se entregó, entró en prisión preventiva algún tiempo y actualmente vuelve a estar en la calle con la única obligación de personarse periódicamente en el juzgado para firmar. 

Las pesquisas del Área Central de Investigación (AIC) de Lleida han descubierto que Albert B. condujo el coche de Pol el 21 de octubre –horas después del asesinato– hasta un aparcamiento de la Universitat de Lleida: fue detectado por cámaras de seguridad del recinto. En ese trayecto tuvo que pasar por Castelldans. En Castelldans es donde se pierde la señal del teléfono móvil de Pol. La policía científica examinó el coche de Pol y halló su sangre en uno de los pedales. 

Creemos que Albert B. se deshizo de su cuerpo en Castelldans”, concluye Jordán, que junto a Carme quiere hacer un llamamiento público para que el caso de este joven avise de los peligros que supone meterse en el mundo del crimen organizado del cannabis. Cada año se registran en Catalunya entre 3 y 5 muertes violentas vinculadas al narcotráfico de marihuana, un fenómeno que ha provocado que aniden en España mafias peligrosas. Pol no era un traficante, era solo un joven en apuros y con demasiado orgullo para pedir dinero a sus padres. 

La vida de Pol

“Pol era mi hijo”, explica Carme, que sigue escuchando cada día los mensajes de audio que Pol le mandaba continuamente. “Era muy cariñoso, y siempre estaba de broma”, le recuerda. Pol era un enamorado de la escalada y del rugby, anhelaba vivir en la montaña y se instaló en los Pirineos. Pero tras la pandemia, cada vez le resultó más complicado encontrar trabajo, y se quedó sin casa.

En julio de 2021, Néstor, un conocido de la escuela de Barcelona en la que había estudiado, le propuso instalarse en una casa de les Borges Blanques y vigilar la plantación de marihuana que crecería en la planta inferior. Un trabajo que vio como algo temporal, para salir del atolladero. “Se equivocó”, le reprocha Carme. Ni ella ni su padre Ricard supieron nunca en qué se había metido. “Nos dijo que estaba haciendo tareas de forestal, y nos lo creímos”, lamenta. 

El viernes 22 de octubre de 2021 Pol tenía que dejar aquella casa de marihuana y había quedado para ir a escalar con sus amigos. Pero no se presentó y estos llamaron a sus padres. El sábado, Carme y Ricard denunciaron su desaparición en una comisaría de los Mossos. Lo hicieron poco después de que los traficantes informaran en otra comisaría de los Mossos que lo habían encontrado sin vida en una plantación. 

Primeras horas

Aquella coincidencia provocó que los Mossos que atendían a Carme y a Ricard trataran el caso de Pol como el de un traficante en lugar de lo que era en realidad: un joven de 25 años que había cometido el error de mezclarse con traficantes y que había desaparecido en circunstancias muy preocupantes. Y a sus padres, por ese mismo motivo, les negaron el acompañamiento psicológico que se presta a los familiares que afrontan algo tan traumático. 

Esa condición circunstancial de vigilante de marihuana también provocó que, a pesar de la exhaustiva investigación que han llevado a cabo los Mossos a lo largo de más de dos años, durante aquellos primeros días no se destinaran todos los recursos necesarios a buscar su cuerpo. Quizá hubiera sido posible encontrarlo entonces. Por eso ahora la familia de Pol, que se había impuesto el silencio para no perjudicar a la investigación, acude a los medios para intentar que cualquier ciudadano que sepa algo les ayude a encontrar a su hijo.

Suscríbete para seguir leyendo