En el aire las obras de ampliación del comedor de un colegio en Barcelona: "Hay niños comiendo en el aula y a veces hasta en el pasillo"

La decisión no fue fácil. El 'casal' de verano es un servicio que las familias necesitan y valoran, ya que las vacaciones escolares son largas y las de la inmensa mayoría de familias bastante más cortas. Pero el sacrificio valía la pena. La ampliación del comedor era [es] urgente -"no es solo que tengan que comer apretados y en dos turnos, es que es tan pequeño que incluso cuando son más tienen que sacar algunas mesas al pasillo y comer allí", denuncia Noé Romero, representante de las familias de la escuela pública Emili Juncadella, en el barrio de Navas de Barcelona, en el Consell Escolar del centro. Casi igual de urgente, prosigue, como es la sustitución de los suelos de la vieja escuela, tan antiguos que bailan bajo los pies de los niños, con el peligro que eso conlleva.

Así las cosas, pese a que les sabía muy mal renunciar a organizar el 'casal' como cada año, el afa consideró con razón que eran prioritarias las obras, ya que las mejoras las disfrutaría toda la escuela, todo el curso, y tenían el compromiso del Consorcio de Educación de Barcelona de realizarlas durante el mes de julio (porque, por logística, son trabajos que solo pueden hacerse en los periodos no lectivos, lógicamente).

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Las familias se buscaron la vida y apuntaron a sus hijos a otros 'casals' del distrito o cercanos a sus puestos de trabajo -qué le iban a hacer, todo por una buena causa-,. Sin embargo, hace dos semanas, el Consorcio de Educación comunicó a la dirección del centro que las esperadísimas obras -que consistían en colocar unas vigas para poder tirar una pared maestra y ampliar el comedor, por un lado, y poner un vinilo sobre las baldosas del precario suelo de las tres plantas de la escuela- estaban paradas por una "cuestión burocrática".

"De un día para el otro vimos que nos quedamos sin 'casal' y sin obras, ya que con tan poco margen ya era imposible intentar volver a montar el 'casal', además de que las familias ya se habían dispersado en otras opciones", continúa Romero.

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El edificio del Emili Juncadella tiene historia. "Su última etapa como centro educativo se inició en octubre de 1939, pero parece que durante la Segunda República ya funcionaba como escuela con el nombre de Pi i Margall", relata la página web de esta escuela de barrio.

Escuela pública en edifico privado

Además, hay otra característica que hace a esta escuela particular: "Es de alquiler, no propiedad del ayuntamiento, como pasa prácticamente con todas las escuelas", explica Aran Clemente, delegado de CCOO Ensenyament en Sant Andreu y también vecino del distrito, con lo que conoce desde hace muchos años las carencias del edificio, "con una estructura más propia de una casa que de una escuela". Ahí está el "problema burocrático" comunicado por el Consorcio de Educación.

El contrato de alquiler estaba pendiente de renovación, periodo durante el cual no podían -argumenta una voz del Consorcio- licitar las (anunciadas) obras. Una vez han renovado el contrato, esta misma semana, "es ya tarde para llegar a hacer las obras este julio".

Dafnah González, otra madre de la escuela, recuerda que en ya en el 2017 recogió más de 100 firmas para pedir el cambio de las baldosas del suelo del edificio, el cual, además de desnivelado, describe como "roto, resbaladizo y peligroso". "Las dos obras eran urgentes desde hace mucho tiempo. Solo pedimos unos mínimos. En el comedor están muy estrechos, y contando, además, que los más pequeños comen en el aula", destacan las familias, que no entienden cómo en algunos colegios "no paran de hacer mejoras" y su escuela, con más de 80 años, esté prácticamente de origen.

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