Psicología

"Tengo ganas de llorar sin motivo": seis pasos para entender qué nos pasa

Nuestras emociones nos desbordan si no las comprendemos

Una mujer llorando

Una mujer llorando / 123RF

Ángel Rull

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Las lágrimas son una expresión humana que engloba múltiples aspectos: físicos, emocionales y psicológicos. Pueden ser una respuesta natural a una amplia gama de emociones intensas, desde alegría y tristeza hasta frustración y alivio. Sin embargo, cuando las lágrimas surgen sin un disparador emocional claro, la experiencia puede tornarse confusa y causar preocupación.

Nuestra vida nos somete a ritmos y presiones constantes que, aunque a menudo no los percibimos conscientemente, pueden acumular un nivel de estrés que eventualmente necesita liberarse. Este desbordamiento puede manifestarse a través del llanto, como una válvula de escape natural para las tensiones acumuladas. Asimismo, cambios hormonales o variaciones en nuestro entorno biológico, como trastornos del sueño o la alimentación, pueden hacernos más propensos a la sensibilidad emocional.

Es importante entender que llorar es una función biológica que nos ayuda a manejar el estrés emocional y físico. Las lágrimas no solo liberan sustancias químicas que nos hacen sentir mejor, sino que también pueden ser un medio para comunicar a otros nuestro estado emocional y buscar apoyo. Reconocer esto puede ser el primer paso para aceptar nuestras reacciones emocionales y comprender su origen.

¿Podemos tener ganas de llorar y no entenderlo?

En ocasiones, las emociones que experimentamos no son completamente reconocidas por nuestra consciencia, pero sí se manifiestan a través de nuestro cuerpo y comportamiento. La mente maneja continuamente información a nivel consciente y subconsciente, y no es raro que esta última se exprese sin una comprensión clara, dando lugar a reacciones como el llanto sin una causa obvia.

La desconexión entre lo que sentimos y lo que podemos articular sobre esos sentimientos es particularmente evidente en personas con alexitimia, que encuentran difícil identificar y describir sus emociones. No obstante, incluso sin llegar a este extremo, es común que la mayoría de las personas experimenten momentos de desconexión emocional. Esto puede deberse a una educación que no promovió la expresión emocional o simplemente a la falta de práctica en la introspección.

¿Empeora la situación si no sé qué me ocurre?

Ignorar nuestras emociones, especialmente las que nos llevan a llorar, puede aumentar el estrés y la ansiedad. Cuando no atendemos a las señales emocionales que nuestro cuerpo nos envía, es posible que estas se intensifiquen, creando un ciclo de acumulación emocional que puede afectar nuestra salud mental y física. Problemas como la hipertensión, insomnio y dolores musculares pueden ser exacerbados por el estrés emocional no gestionado.

Por otro lado, enfrentar nuestras emociones sin comprender plenamente su origen puede parecer desalentador, pero es una parte esencial del autoconocimiento. Permitirse sentir y expresar esas emociones es fundamental para mantener un equilibrio emocional. Reconocer que es normal no siempre tener todas las respuestas puede aliviar la presión que nos imponemos por comprender y controlar nuestras reacciones.

Además, el apoyo social juega un papel crucial en este proceso. Compartir nuestros sentimientos, incluso cuando no los entendemos completamente, puede ayudarnos a sentirnos menos solos y más apoyados. A menudo, es en la expresión compartida donde encontramos nuevas perspectivas y entendimientos que nos ayudan a aclarar nuestros propios sentimientos.

Pasos para entender qué me pasa cuando tengo ganas de llorar

Aceptar que no siempre entenderemos de inmediato nuestras reacciones emocionales es crucial. Darse tiempo para explorar estas emociones, ya sea mediante la reflexión personal o el diálogo con otros, puede proporcionar una mayor claridad y promover un manejo emocional más saludable.

¿Qué pasos podemos seguir para entender qué nos ocurre?

1. Reconocer y aceptar

El primer paso esencial es aceptar que está bien tener ganas de llorar, incluso si no comprendemos completamente la razón. Admitir nuestras emociones tal como son, sin juzgarlas o reprimirnos, facilita un manejo emocional más sano. Este reconocimiento implica entender que llorar es una parte natural de la experiencia humana y no un signo de debilidad.

2. Reflexionar sobre el contexto

A veces, aunque no identifiquemos un motivo concreto, el contexto más amplio puede ofrecernos pistas. Reflexionar sobre lo que ha sucedido recientemente en nuestra vida —cambios en el trabajo, estrés académico, dinámicas familiares o sociales— puede ayudar a identificar factores que contribuyen a nuestro estado emocional actual. Esta revisión del contexto incluye no solo los eventos grandes, sino también las pequeñas interacciones diarias que podrían estar afectándonos.

3. Observar el cuerpo

Nuestro cuerpo a menudo registra y responde al estrés antes de que nos demos cuenta a nivel consciente. Observar cómo se siente nuestro cuerpo puede proporcionar pistas importantes sobre nuestras emociones subyacentes. ¿Hay tensión en los hombros, dolor de cabeza, fatiga o algún otro síntoma físico? Estos signos pueden ser indicadores de estrés emocional y pueden ayudarnos a conectar con lo que realmente necesitamos.

4. Buscar patrones

Identificar patrones en nuestras reacciones emocionales puede ser muy revelador. Puede ser útil observar si hay momentos específicos del día, situaciones o lugares que desencadenan el impulso de llorar. Por ejemplo, ¿tendemos a sentirnos más emocionales por la noche, o después de ciertos tipos de interacciones sociales? Reconocer estos patrones no solo nos ayuda a entender nuestras emociones, sino también a anticipar y manejar situaciones potencialmente desencadenantes.

5. Expresar lo que sentimos

Hablar sobre nuestras emociones puede ser tremendamente liberador. No necesitamos tener todas las respuestas para compartir cómo nos sentimos. Dialogar con amigos, familiares o incluso escribir en un cuaderno puede proporcionar un desahogo necesario y ofrecer nuevas perspectivas. Además, verbalizar lo que sentimos nos ayuda a procesar nuestras emociones y puede hacer que nos sintamos menos abrumados.

6. Crear un espacio de seguridad emocional

Finalmente, es vital crear un entorno en el que nos sintamos seguros y apoyados para explorar nuestras emociones. Esto puede significar ajustar nuestro entorno físico y social para reducir el estrés y fomentar la relajación. Incorporar actividades que nos reconforten y nos conecten con nosotros mismos, como la meditación, la lectura, o pasar tiempo en la naturaleza, puede mejorar nuestro bienestar emocional.

Abordar el impulso de llorar sin motivo aparente con estos seis pasos no solo nos ayudará a comprender mejor qué nos está afectando, sino que también mejorará nuestra habilidad para gestionar nuestras emociones de manera proactiva y saludable. Al final, cada lágrima ofrece una oportunidad para conocerse más profundamente y avanzar hacia un mayor equilibrio emocional.

* Ángel Rull, psicólogo.