Efectos en la salud

El calor extremo 'derrite' el cerebro: aumenta la fatiga mental, la irritabilidad y merma la memoria

Las altas temperaturas afectan a la corteza prefrontal, impiden que se limpie la basura metabólica y trastocan múltiples funciones del hipotálamo

España se adentra en la cuarta ola de calor del verano y se prepara para batir récords de temperatura

España registra 771 muertes atribuibles al exceso de calor en julio

Europa ya ha sufrido este verano tres olas de calor.

Europa ya ha sufrido este verano tres olas de calor. / EFE / Wifredo García

Patricia Martín

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España se aproxima a la cuarta ola del calor del verano. De nuevo, días con termómetros rondando los 40º y noches tropicales por encima de los 20 grados en casi toda España, que nos dejan agotados, medio aturdidos y con la capacidad de respuesta a medio gas, aunque estemos de vacaciones. El motivo es que el calor extremo afecta a varias regiones de nuestro cerebro, según han evidenciado diversos estudios científicos.

Por ejemplo, una investigación realizada en Boston, en 2016, concluyó que los universitarios que dormían en habitaciones sin aire acondicionado durante una ola de calor que dejó temperaturas mínimas superiores a 26 grados obtuvieron resultados significativamente peores en los exámenes de aquellos días, que los que descansaban con un sistema de refrigeración y su tiempo de reacción era un 13% más lento.

Las altas temperaturas afectan a las tareas ejecutivas, a los ritmos biológicos, a la regulación de las hormonas y al sistema inmune

Las altas temperaturas pueden afectar a nuestro organismo, provocar golpes de calor, aumentar el riesgo de infarto y producir descompensaciones en los enfermos crónicos, pero también afectan al cerebro, sobre todo a las tareas ejecutivas, a los ritmos biológicos, a la regulación de las hormonas o al sistema inmune, con diversas consecuencias.

El procesamiento

“De todas las estructuras, la que sale peor parada a nivel cerebral es la corteza prefrontal dorsolateral”, indica Diego Redolar, experto en neurociencia, psicobiología y docente de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). La zona del cerebro aludida permite la ejecución de planes de acción y la memoria de trabajo necesaria para el procesamiento cognitivo es, por tanto, el motor de las funciones ejecutivas.

Pero diversos estudios científicos indican que el calor disminuye su activación y hace que trabaje por debajo del ritmo normal, lo que merma nuestra capacidad de atención, de razonamiento, dificulta la toma de decisiones, afecta a la memoria a corto plazo y nos vuelve más irritables y menos capaces de controlar los impulsos.

Cuando el hipotálamo tiene que hacer un sobreesfuerzo para mantener la temperatura normal, deja en segundo plano otras funciones como la atención 

A su vez, las temperaturas extremas afectan al hipotálamo, que es una estructura cerebral importante que se encarga, entre otras cosas, de regular la temperatura del cuerpo y mantenerla, de manera constante, cerca de los 37 grados. Pero si el hipotálamo tiene que hacer un sobre esfuerzo para mantener la temperatura normal, deja en segundo plano otras funciones como la atención y los impulsos del sistema nervioso se ralentizan, lo que afecta, de nuevo, a nuestra capacidad de respuesta y nos hace estar más cansados, confusos e irritables.

El sueño

Además, el hipotálamo se encarga de los ciclos del sueño y vigilia y lo hace guiado por la temperatura y la luz. Pero las noches tórridas, confunden a esta zona del cerebro, lo que dificulta el descanso. Nos cuesta más conciliar el sueño, se duerme menos horas y estas son menos reparadoras.

Las noches tórridas confunden al hipotálamo, lo que dificulta el descanso: nos cuesta más conciliar el sueño, se duerme menos horas y estas son menos reparadoras

El problema es que el sueño profundo es el encargado de limpiar los productos metabólicos residuales del cerebro, que son “tóxicos”, según Redolar. Pero si el sueño profundo se ve alterado durante un periodo de tiempo largo, se incrementa el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas, porque afecta al sistema nervioso. “Una sola ola de calor no hará que tengamos más riesgo de padecer alzhéimer, pero sí hará que no tengamos un buen funcionamiento cerebral y el riesgo aumenta a más tiempo de exposición”, explica.

Además, no dormir lo suficiente provoca agotamiento, fatiga mental, menos motivación, afecta también a la memoria, a la toma de decisiones, merma la atención, etc. “Es un proceso que se retroalimenta. El calor durante el día, intenso y prolongado, provoca que la corteza prefrontal dorsolateral funcione por debajo del ritmo habitual, y no descansar bien por la noche también afecta a las tareas ejecutivas”, precisa Redolar.

Asimismo, con las temperaturas extremas las proteínas se desnaturalizan, pierden su estructura y “se derriten”, lo cual afecta a nuestras neuronas, según José Ángel Morales, doctor en Neurobiología e investigador del Departamento de Biología Celular de la Universidad Complutense. Este proceso desencadena una respuesta inflamatoria que modifica la homeostasis, es decir, el equilibrio del tejido nervioso.

Con las temperaturas extremas, las proteínas se desnaturalizan, pierden su estructura y se derriten

José Ángel Morales

— Doctor en Neurobiología

“En concreto, hay un tipo específico de neuronas, especialmente sensible al daño, las células de Purkinje. Se encuentran en el cerebelo, y son responsables de la función motora. De ahí, que uno de los síntomas característicos de un golpe de calor sea la debilidad motora con afectación grave de la coordinación y el equilibrio”, añade el especialista.

Los golpes de calor se producen cuando el cuerpo alcanza y se mantiene a 40 grados o más y pueden provocar la muerte. Según el Instituto de Salud Carlos III, hasta 771 defunciones podrían haberse registrado solo en el pasado mes de julio debido al exceso calor.

La fatiga muscular

A este grave problema hay que añadir la posible deshidratación, que causa contracción en el tejido cerebral, afectando a la respuesta ante una actividad intelectual. Cuando el cuerpo no está lo suficientemente hidratado, se pueden producir fallos en la memoria y la concentración o fatiga muscular.

Por otro lado, el funcionamiento incorrecto del hipotálamo afecta a las hormonas, sobre todo al nivel de cortisol, que tiene relación con multitud de funciones y tejidos del cuerpo y es conocido, sobre todo, porque ayuda al organismo a responder ante las amenazas, por lo que se la conoce como la ‘hormona del estrés’.

No dormir suficientes horas y con un sueño profundo altera la comunicación que el hipotálamo realiza con el sistema inmune

Por último, no dormir suficientes horas y con un sueño profundo altera la comunicación que el hipotálamo realiza con el sistema inmune, pero aún no se sabe si esta incidencia problema provoca que bajen las defensas y tengamos más enfermedades. “Los estudios no son todavía concluyentes”, indica Redolar.

Por tanto, el cerebro sufre a altas temperaturas y los efectos son palpables, aunque todavía no se sabe bien si además deja tocado nuestro sistema inmune.  

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